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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Inefable que tradicionalmente distribuye y controla las misteriosas fuerzas de la<br />

naturaleza, incluyendo los sistemas de la vida y la muerte, las normas de la naturaleza<br />

humana, etc.<br />

Tribu india de Nuevo México. (N. de la T)<br />

En el mito y en el cuento vemos que la consecuencia del intento de un ser<br />

de quebrantar, doblar o alterar el modus operandi de lo Inefable se castiga con<br />

una merma de sus facultades en el mundo del misterio y la magia —tal como les<br />

ocurre a los aprendices a quienes se les prohíbe practicar—, con el solitario exilio<br />

de la tierra de los dioses o con una pérdida similar de gracia y poder a través de<br />

la incapacidad, la mutilación o la muerte.<br />

Si logramos ver en Barba Azul al representante interno de todo este mito<br />

del proscrito, también podremos comprender la profunda e inexplicable soledad<br />

que a veces le (nos) asalta por el hecho de experimentar un constante alejamiento<br />

de la redención.<br />

El problema que plantea el cuento de Barba Azul consiste en que, en lugar<br />

de conferir poder a la luz de las jóvenes fuerzas femeninas de la psique, el protagonista<br />

rebosa de odio y desea matar las luces de la psique. No es difícil distinguir<br />

en semejante tumoración maligna a un ser atrapado que quiso en algún<br />

momento superar la luz y perdió la gracia por este motivo. De ahí que el exilado<br />

se dedique a perseguir implacablemente la luz de los demás. Cabe suponer que<br />

todas sus esperanzas se cifran en apoderarse de la suficiente cantidad de alma(s)<br />

como para poder crear un estallido de luz que le permita finalmente disipar sus<br />

tinieblas y sanar su soledad.<br />

En este sentido, tenemos al principio del cuento a un impresionante ser<br />

irredento. Y, sin embargo, este hecho es una de las verdades centrales que la<br />

hermana menor del cuento tiene que aceptar, que todas las mujeres tienen que<br />

aceptar, a saber, que tanto dentro como fuera existe una fuerza que actuará en<br />

contraposición a los instintos naturales del Yo y que esta fuerza maligna es lo que<br />

es. Aunque nos compadezcamos de ella, lo primero que tenemos que hacer es reconocerla,<br />

protegernos de su devastadora actuación y, en último extremo, arrebatarle<br />

su energía asesina.<br />

Todas las criaturas tienen que aprender que existen depredadores. Sin este<br />

conocimiento, una mujer no podrá atravesar su propio bosque sin ser devorada.<br />

Comprender al depredador significa convertirse en un animal maduro que no es<br />

vulnerable por ingenuidad, inexperiencia o imprudencia.<br />

Como un hábil sabueso, Barba Azul percibe que la hermana menor siente<br />

interés por él y está dispuesta a convertirse en su presa. La pide en matrimonio<br />

y, en un momento de juvenil exuberancia, que a menudo es una mezcla de insensatez,<br />

placer, felicidad y curiosidad sexual, ella le dice que sí. ¿Qué mujer no reconoce<br />

este argumento?<br />

Las mujeres ingenuas como presa<br />

La hermana menor, la menos desarrollada, interpreta el humanísimo cuento<br />

de la mujer ingenua que será provisionalmente atrapada por su cazador interior.<br />

Pero, al final, saldrá más sabia y más fuerte y sabrá reconocer de inmediato<br />

al astuto depredador de su propia psique.<br />

El substrato psicológico del cuento se aplica también a la mujer mayor que<br />

aún no ha aprendido del todo a reconocer a su depredador innato. Puede que<br />

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