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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Cuando la vida del alma personal arde hasta convertirse en cenizas, una<br />

mujer pierde el tesoro vital y empieza a comportarse con tanta sequedad como la<br />

Muerte.<br />

En su inconciente, el deseo de las zapatillas rojas, de la alegría salvaje, no<br />

sólo se conserva sino que aumenta, se desborda y, al final, se levanta tambaleándose<br />

y lo invade todo con hambrienta violencia.<br />

Tener hambre del alma equivale a estar siempre desesperadamente hambrientas.<br />

Entonces la mujer siente un hambre voraz por cualquier cosa que la<br />

haga sentir nuevamente viva. Una mujer que ha sido capturada no sabe lo que<br />

tiene que hacer y acepta algo, cualquier cosa que parezca similar al tesoro inicial,<br />

tanto si éste era bueno como si no. La mujer que siente hambre de la auténtica<br />

vida del alma puede dar la impresión de estar "limpia y peinada" por fuera, pero<br />

por dentro está llena de docenas de manos suplicantes y de bocas vacías.<br />

En semejante situación, aceptará cualquier tipo de comida sin importarle<br />

su estado o su efecto, pues necesita compensar las pérdidas del pasado. Y, sin<br />

embargo, por muy terrible que sea la situación, el Yo salvaje intentará salvarnos<br />

una y otra vez. Susurra, murmura, llama y arrastra nuestros esqueletos sin carne<br />

de acá para allá en nuestros sueños nocturnos hasta conseguir que seamos<br />

concientes de nuestra situación y demos los pasos necesarios para recuperar el<br />

tesoro.<br />

Podremos comprender mejor a la mujer que se entrega a los excesos —los<br />

más frecuentes son las drogas, el alcohol y los amores perniciosos— y a la que<br />

siente hambre del alma, observando el comportamiento del animal que se muere<br />

desesperadamente de hambre. Al Igual que el alma famélica, el lobo siempre ha<br />

sido considerado un animal cruel y voraz que se abate sobre los inocentes y los<br />

incautos, matando por matar sin darse jamás por satisfecho. Como se ve, el lobo<br />

tiene una malísima e injusta fama tanto en los cuentos de hadas como en la vida<br />

real. Pero, de hecho, los lobos son unas abnegadas criaturas sociales. Toda la<br />

manada está instintivamente organizada de tal manera que los lobos sanos sólo<br />

matan aquello que necesitan para sobrevivir. Esta pauta sólo se relaja o se altera<br />

cuando algún lobo en particular o toda la manada sufre un trauma.<br />

Hay dos ejemplos en los cuales un lobo mata en exceso. En ambos, el lobo<br />

no se encuentra bien. Un lobo puede matar indiscriminadamente cuando ha contraído<br />

la rabia o el moquillo. Un lobo también puede matar en exceso después de<br />

un período de hambre. La idea de que el hambre puede alterar el comportamiento<br />

de las criaturas es una metáfora muy significativa de la mujer que se muere de<br />

hambre. Nueve veces de cada diez una mujer aquejada de algún problema de tipo<br />

espiritual/psicológico que la lleva a caer en las trampas y sufrir graves lesiones<br />

es una mujer que se muere de hambre o que ha sufrido una intensa hambre del<br />

alma en el pasado.<br />

Entre los lobos el hambre se produce cuando nieva mucho y no es posible<br />

obtener ninguna presa. Los venados y los caribúes actúan de máquinas quitanieves;<br />

los lobos siguen su rastro a través de la nieve.<br />

Cuando los venados se quedan aislados a causa de las intensas nevadas,<br />

no hay huellas; entonces los lobos también se quedan aislados. Y se produce el<br />

hambre. Para los lobos la época más peligrosa es el invierno. En el caso de la mujer,<br />

el hambre puede producirse en cualquier momento y proceder de cualquier<br />

lugar, incluida su propia cultura.<br />

En el caso del lobo, el hambre suele terminar en primavera cuando se inicia<br />

el deshielo. Después de un período de hambre la manada quizá se entregue a un<br />

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