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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

San Pedro le dijo que no podía entrar a no ser que encontrara las almas de sus<br />

hijos. Ahora La Llorona busca incesantemente a sus hijos en el río contaminado,<br />

pero apenas puede ver nada, pues el agua está muy sucia y oscura. Ahora su espíritu<br />

recorre el fondo del río con sus largos dedos. Y ella vaga por la orilla del río<br />

llamando incesantemente a sus hijos.<br />

La contaminación del Alma Salvaje<br />

La Llorona pertenece a la categoría de cuentos que las cantadora, y cuentistas<br />

de nuestra familia llaman temblones, es decir, cuentos que producen escalofríos.<br />

No cabe duda de que son entretenidos, pero su propósito es el de provocar<br />

en los oyentes un estremecimiento de conciencia que los lleve a la reflexión, la<br />

meditación y la acción. Cualesquiera que sean los motivos de los cambios que se<br />

hayan introducido en el relato a lo largo del tiempo, el tema central sigue Siendo<br />

el mismo: la destrucción de lo femenino fértil. Tanto si la contaminación de la belleza<br />

salvaje se produce en el mundo interior como si ocurre en el mundo exterior,<br />

la contemplación de lo que sucede resulta dolorosa. A veces en la cultura moderna<br />

consideramos que lo uno es mucho más devastador que lo otro, pero ambas<br />

cosas son igualmente graves.<br />

Aunque yo a veces cuento las dos versiones de esta relato en otros contextos<br />

(4), cuando la narración se interpreta como una metáfora del deterioro de la<br />

corriente creativa, el hecho de comprenderlo provoca en todo el mundo —tanto en<br />

los hombres como en las mujeres— un hondo estremecimiento. Si vemos en este<br />

cuento el reflejo del estado de la psique de una mujer individual, comprenderemos<br />

muchas cosas acerca del debilitamiento y el malogro del proceso creativo de<br />

una mujer. Como en otros cuentos que terminan mal, la narración sirve para enseñarle<br />

a la mujer lo que no tiene que hacer y cómo retractarse de las elecciones<br />

equivocadas para poder reducir el impacto negativo. Por regla general, siguiendo<br />

el rumbo psicológico contrarío al elegido por la protagonista del cuento, podemos<br />

aprender a capear el temporal en lugar de ahogarnos en él.<br />

El cuento utiliza la metáfora de la bella mujer y del puro río de la vida para<br />

describir el proceso creativo femenino en su estado normativo. Pero aquí, cuando<br />

se entremezclan con un animus destructivo, tanto la mujer como el río se deterioran.<br />

Y entonces la mujer cuya vida creativa está menguando experimenta como<br />

La Llorona una sensación de envenenamiento y deformación y un deseo de matarlo<br />

todo. Posteriormente se ve empujada a una búsqueda aparentemente interminable<br />

entre las ruinas de su antiguo potencial creativo.<br />

Para enderezar la ecología psíquica de la mujer, el río se tiene que volver a<br />

limpiar. No es la calidad de nuestros productos creativos lo que nos interesa en<br />

este cuento sino el reconocimiento individual del valor de las propias facultades y<br />

los métodos necesarios para poder cuidar de la vida creativa que las rodea. Detrás<br />

de las acciones de escribir, pintar, pensar, curar, hacer, guisar, conversar,<br />

sonreír, realizar, está siempre el Ría Bajo el Río que alimenta todo lo que hacemos.<br />

En la simbología, las grandes extensiones de agua representan el lugar en<br />

el que se cree que tuvo origen la vida. En el Sudoeste hispano de Estados Unidos<br />

el río simboliza la capacidad de vivir auténticamente. Se le llama la madre, La<br />

Madre Grande, La Mujer Grande cuyas aguas discurren no sólo por las acequias y<br />

los lechos de los ríos sino que también se derraman sobre los cuerpos de las mujeres<br />

cuando nacen sus hijos. El río se ve como la Gran Dama que pasea por la<br />

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