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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

El forastero de paso<br />

Aunque en el cuento el granjero que se lleva el patito a casa parece un artífice<br />

literario para adornar el relato y no un leitmotiv arquetípico acerca del exilio,<br />

el episodio contiene una idea que me parece interesante. La persona que quizá<br />

nos saque del hielo y que tal vez nos pueda liberar psíquicamente de nuestra falta<br />

de sentimientos no va a ser necesariamente la que nos corresponda. Podría<br />

ser, como en el cuento, uno más de esos magníficos pero fugaces acontecimientos<br />

que aparecieron cuando menos lo esperábamos, un acto de bondad de un forastero<br />

de paso.<br />

He aquí otro ejemplo de alimento de la psique que se produce cuando una<br />

persona se encuentra al límite de sus fuerzas y ya no puede resistir. En tal caso<br />

algo que nos reconforta aparece como llovido del cielo para ayudarnos y después<br />

se pierde en la noche dejando a su paso una estela de duda. ¿Era un ser humano<br />

o un espíritu? Podría ser una repentina ráfaga de suerte que cruza la puerta llevando<br />

consigo algo muy necesario. Podría ser algo tan sencillo como una tregua,<br />

una disminución de la presión, un pequeño espacio de descanso y reposo.<br />

Ahora no estamos hablando de un cuento de hadas sino de la vida real.<br />

Cualquier cosa que sea, se trata de un momento en que el espíritu, de una u otra<br />

forma, nos obliga a salir fuera, nos muestra el pasadizo secreto, el escondrijo, la<br />

ruta de la huida. Y esta aparición cuando nos sentimos abatidas y tormentosamente<br />

oscuras u oscuramente serenas es lo que nos empuja a través del pasadizo<br />

hacia el siguiente paso, la siguiente fase del aprendizaje de la fuerza del exilio.<br />

El don del exilio<br />

Si has intentado encajar en algún molde y no lo has conseguido, probablemente<br />

has tenido suerte. Es posible que seas una exiliada, pero has protegido tu<br />

alma. Cuando alguien intenta repetidamente encajar y no lo consigue, se produce<br />

un extraño fenómeno. Cuando la pro 1scrita es rechazada, cae directamente en<br />

los brazos de su verdadero pariente psíquico, que puede ser una materia de estudio,<br />

una forma artística o un grupo de personas. Es peor permanecer en el lugar<br />

que no '101 corresponde en absoluto que andar perdidas durante algún tiempo,<br />

buscando el parentesco psíquico y espiritual que necesitamos. Jamás es un error<br />

buscar lo que una necesita. Jamás.<br />

Toda está torsión y esta tensión tienen una utilidad. El exilio consolida Y<br />

fortalece en cierto modo al patito. Aunque se trata de una situación que no le desearíamos<br />

a nadie por ningún motivo, su efecto es similar al del carbón natural<br />

puro que, sometido a presión, produce diamantes y, al final, conduce a una profunda<br />

magnitud y claridad de la psique.<br />

Es algo así como un procedimiento alquímico en el que la sustancia base de<br />

plomo se golpea y se aplana. Aunque el exilio no sea deseable por gusto, contiene<br />

una inesperada ventaja, pues sus beneficios son muy numerosos. Los golpes que<br />

se reciben eliminan la debilidad y los gimoteos, agudizan la visión, incrementan<br />

la intuición, otorgan el don de una perspicaz capacidad de observación y una<br />

perspectiva que los que están "dentro" jamás pueden alcanzar.<br />

Aunque el exilio tenga aspectos negativos, la psique salvaje lo puede soportar,<br />

pues acrecienta nuestro anhelo de liberar nuestra verdadera naturaleza y nos<br />

induce a desear una cultura acorde con ella. El anhelo y el deseo hacen por sí<br />

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