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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Muchas mujeres se están recuperando de sus complejos de "amabilidad<br />

desmesurada", en los que, cualesquiera que fueran sus sentimientos y quienquiera<br />

que las atacara, ellas reaccionaban con una dulzura rayana en la adulación.<br />

Pero, aunque de día sonrieran amablemente, de noche enseñaban los dientes<br />

como fieras, pues la Yagá de sus psiques estaba pugnando por manifestarse.<br />

Esta exagerada amabilidad y este afán de acomodarse a los deseos de los<br />

demás suelen producirse cuando las mujeres temen desesperadamente ser privadas<br />

de sus derechos o ser consideradas "innecesarias". Dos de los más conmovedores<br />

sueños que he oído en mi vida los tuvo una joven que necesitaba ser menos<br />

sumisa. En el primero de ellos heredaba un álbum de fotos especial en el que figuraban<br />

unas fotografías de la "Madre Salvaje". Se puso muy contenta hasta que,<br />

a la semana siguiente, soñó que abría un álbum parecido y veía a una vieja<br />

horrible, mirándola fijamente. La bruja tenía unos dientes cubiertos de musgo y<br />

le bajaba por la barbilla un hilillo de negro jugo de betel.<br />

Este sueño es típico de las mujeres que se están recuperando de su excesiva<br />

dulzura. El primer sueño revela un lado de la naturaleza salvaje... el benévolo<br />

y generoso, todo lo que está bien en su mundo personal. Sin embargo, cuando<br />

aparece la Mujer Salvaje con los dientes cubiertos de musgo, entonces... ah, bueno,<br />

mmm... ¿no podríamos dejarlo para más tarde? La respuesta es no.<br />

El inconciente, con su habitual brillantez, muestra a la soñadora una nueva<br />

forma de vivir que no es simplemente la sonrisa de dos dientes frontales de la<br />

mujer demasiado amable. Enfrentarnos con este salvaje poder creador que llevamos<br />

dentro significa tener acceso a la miríada de rostros de lo femenino subterráneo.<br />

Éstos son innatos en nosotras y podemos habitar en los que nos sean<br />

más útiles en los distintos momentos.<br />

En este drama de la iniciación, Baba Yagá es la naturaleza instintiva disfrazada<br />

de bruja. Al igual que la palabra "salvaje", la palabra "bruja" posee un<br />

matiz peyorativo, pero hace tiempo era un calificativo que se aplicaba a sanadoras<br />

tanto jóvenes como viejas en la época en que la imagen religiosa monoteísta<br />

aún no se había impuesto a las antiguas culturas panteístas que entendían la<br />

Divinidad a través de múltiples imágenes religiosas del universo y todos sus fenómenos.<br />

Pero, aun así, la bruja, la naturaleza salvaje y cualquier otra criatura u<br />

otro aspecto integral que la cultura considera desagradables son en la psique de<br />

las mujeres unos elementos muy positivos que a menudo éstas necesitan recuperar<br />

y sacar a la superficie.<br />

Buena parte de la literatura acerca del tema del poder femenino afirma que<br />

los hombres temen este poder. " ¡Madre de Dios! —siento deseos de exclamar—.<br />

Hay muchas mujeres que también temen el poder femenino", pues los viejos atributos<br />

y las fuerzas femeninas son muy amplios y son en efecto impresionantes.<br />

Se comprende que la primera vez que se enfrentan cara a cara con los Viejos Poderes<br />

Salvajes tanto los hombres como las mujeres los miren con inquietud y den<br />

media vuelta; y que lo único que veamos de ellos sean el envés de las pezuñas y<br />

las atemorizadas colas de lobo volando al viento.<br />

Para que los hombres puedan aprender a resistirlo, está clarísimo que las<br />

mujeres tienen que aprender a resistirlo. Para que los hombres puedan comprender<br />

a las mujeres, éstas les tendrán que enseñar las configuraciones del femenino<br />

salvaje. Para ello, la función soñadora de la psique conduce por la noche a la Yagá<br />

y a todas sus huestes directamente a los dormitorios de las mujeres durante el<br />

sueño. Con un poco de suerte, la Yagá dejará sus grandes y anchas huellas en la<br />

alfombra al lado de nuestra cama. Vendrá a contemplar a aquellas que no la co-<br />

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