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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

La reunión definitiva se debe al sufrimiento y a los vagabundeos del rey.<br />

¿Por qué éste, que es el rey del mundo subterráneo, tiene que vagar sin rumbo?<br />

¿Acaso no es el rey? Bueno, la verdad es que los reyes también tienen que llevar a<br />

cabo una tarea psíquica, incluso los reyes arquetípicos. El cuento encierra una<br />

antigua idea extremadamente críptica, según la cual, cuando cambia una fuerza<br />

de la psique, las demás también tienen que cambiar. Aquí la doncella ya no es la<br />

mujer con quien él se casó, ya no es la frágil alma sin rumbo. Ahora ya ha sido<br />

iniciada, se conoce y conoce sus reacciones femeninas ante todas las cuestiones.<br />

Ahora, gracias a los cuentos y los consejos de la vieja Madre Salvaje, ha adquirido<br />

sabiduría.<br />

Por consiguiente, el rey no tiene más remedio que desarrollarse. En cierto<br />

modo, este rey se queda en el mundo subterráneo, pero, como representación del<br />

animus, simboliza la adaptación de la mujer a la vida colectiva y lleva al mundo<br />

de arriba o a la sociedad exterior las ideas dominantes que ella ha aprendido durante<br />

su viaje. Pero aún no ha pasado por la misma experiencia que su mujer y<br />

tiene que hacerlo para poder trasladar al mundo exterior lo que ella es y lo que<br />

ella sabe.<br />

Cuando la vieja Madre Salvaje le comunica que el demonio lo ha engañado,<br />

el rey se sumerge en su propia transformación y vaga sin rumbo hasta encontrar<br />

lo que busca, tal como anteriormente había hecho la doncella. Él no ha perdido<br />

las manos sino a su reina y a su hijo. El animus sigue por tanto un camino muy<br />

similar al de la doncella.<br />

Esta repetición empática reorganiza la manera de estar la mujer en el<br />

mundo. Reorientar el animus de esta forma es iniciarlo e integrarlo en la tarea<br />

personal de la mujer. Puede que éste fuera el origen de la presencia de iniciados<br />

en los ritos esencialmente femeninos de Eleusis; los hombres asumían las tareas<br />

y los sufrimientos del aprendizaje femenino para encontrar a sus reinas psíquicas<br />

y a sus vástagos psíquicos. El animus emprende sus siete años de iniciación. De<br />

este modo, todo lo que la mujer ha aprendido no sólo quedará reflejado en su alma<br />

interior sino que también quedará inscrito en ella y se llevará exteriormente a<br />

la práctica.<br />

Por consiguiente, el rey vaga por la selva de la iniciación y aquí volvemos a<br />

tener la impresión de que faltan otros siete episodios: las siete fases de la iniciación<br />

del animus. Pero nos quedan algunos fragmentos cuyos detalles podemos<br />

extrapolar. Una de las claves es el hecho de que el rey se pasa siete años sin comer<br />

y, sin embargo, algo lo sostiene. El hecho de no alimentarse es el símbolo de<br />

la tarea de rebuscar bajo nuestros impulsos y apetitos para descubrir el significado<br />

más profundo que se oculta detrás y debajo de ellos. La iniciación del rey es<br />

el símbolo de la profundización en la comprensión de los apetitos, no sólo del<br />

apetito sexual (34) sino también de los demás. Es el símbolo del aprendizaje del<br />

valor y el equilibrio de los ciclos que sostienen la esperanza y la felicidad humanas.<br />

Además, puesto que el rey es el animus, la búsqueda que emprende sugiere<br />

el afán de encontrar —cueste lo que cueste y a pesar de los impedimentos— en el<br />

interior de la psique lo femenino plenamente iniciado. En tercer lugar, su iniciación<br />

en el yo salvaje cuando adquiere la naturaleza animal durante siete años y<br />

no se baña durante siete años tiene la finalidad de librarlo de todas las capas de<br />

quitina exageradamente civilizadora que se han acumulado sobre su persona. El<br />

animus está llevando a cabo una dura tarea con vistas a su presentación y ac-<br />

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