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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

comprenden las sutilezas y las exigencias de los cuentos entendidos como fenómenos<br />

curativos 4.<br />

Añado algunas de las preguntas que planteo a mis pacientes y a otras personas<br />

a las que ofrezco mis consejos para que consigan recordarse a sí mismas.<br />

Detallo también para los lectores algunos de los métodos: el hábil y experto juego<br />

con el cual las mujeres consiguen retener el numen de su tarea en la memoria<br />

conciente. Todas estas cosas contribuyen a favorecer la convergencia con el valioso<br />

Yo salvaje.<br />

Los cuentos son una medicina. Me sentí fascinada por ellos desde que escuché<br />

el primero. Tienen un poder extraordinario; no exigen que hagamos, seamos<br />

o pongamos en práctica algo: basta con que escuchemos. Los cuentos contienen<br />

los remedios para reparar o recuperar cualquier pulsión perdida. Los<br />

cuentos engendran emociones, tristeza, preguntas, anhelos y comprensiones que<br />

hacen aflorar espontáneamente a la superficie el arquetipo, en este caso, la Mujer<br />

Salvaje.<br />

Los cuentos están repletos de instrucciones que nos guían en medio de las<br />

complejidades de la vida. Los cuentos nos permiten comprender la necesidad de<br />

recobrar un arquetipo sumergido y los medios para hacerlo. Los cuentos de las<br />

páginas siguientes son, de entre los centenares que he estudiado y con los que he<br />

trabajado a lo largo de varias décadas, los que, a mi juicio, más claramente expresan<br />

la riqueza del arquetipo de la Mujer Salvaje.<br />

A veces, varias capas culturales desdibujan los núcleos de los cuentos. Por<br />

ejemplo, en el caso de los hermanos Grimm (entre otros recopiladores de cuentos<br />

de hadas de los últimos siglos), hay poderosas sospechas de que sus confidentes<br />

(narradores de cuentos) de aquella época "purificaron" los relatos para no herir la<br />

susceptibilidad de los piadosos hermanos. A lo largo del tiempo, se superpusieron<br />

a los viejos símbolos paganos otros de carácter cristiano, de tal forma que el viejo<br />

curandero de un cuento se convirtió en una perversa bruja, un espíritu se transformó<br />

en un ángel, un velo de iniciación en un pañuelo o una niña llamada Bella<br />

(el nombre habitual de una criatura nacida durante el solsticio de verano) se rebautizó<br />

con el nombre de Schmerzenreich, Apenada. Los elementos sexuales se<br />

eliminaban. Las amables criaturas y animales se transmutaban a menudo en<br />

demonios y cocos.<br />

De esta manera se perdieron muchos relatos didácticos sobre el sexo, el<br />

amor, el dinero, el matrimonio, el nacimiento, la muerte y la transformación. De<br />

esta manera se borraron también los cuentos de hadas y los mitos que explican<br />

los antiguos misterios de las mujeres. Casi todas las viejas colecciones de cuentos<br />

de hadas y mitos que hoy en día se conservan se han expurgado de todo lo escatológico,<br />

lo sexual, lo perverso (incluso las advertencias contra todas estas cosas),<br />

lo precristiano, lo femenino, las diosas, los ritos de iniciación, los remedios para<br />

los distintos trastornos psicológicos y las instrucciones para los arrobamientos<br />

espirituales.<br />

Pero no se han perdido para siempre. De niña escuché lo que me consta<br />

que son temas íntegros y sin retoque de antiguas historias, muchos de los cuales<br />

se incluyen en este libro. No obstante, hasta los fragmentos de relatos en su forma<br />

actual pueden contener todo el conjunto de la historia. He rebuscado un poco<br />

en lo que denomino en broma la medicina forense y la palcomitología de los cuentos<br />

de hadas, por más que la reconstrucción sea esencialmente una tarea larga,<br />

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