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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

vidas interiores se agiten, se enciendan y ardan en el exterior para que todo el<br />

mundo las vea.<br />

Por consiguiente, aparte del hecho de adquirir información acerca de cualquier<br />

cosa que deseemos examinar, la soledad nos puede servir para evaluar qué<br />

tal lo estamos haciendo en cualquier esfera que elijamos. En una fase más temprana<br />

del cuento vimos que el niño permanecía siete días y noches bajo el mar, lo<br />

cual constituye un aprendizaje de uno de los ciclos más antiguos de la naturaleza.<br />

El siete se considera a menudo un número femenino, un número místico que<br />

representa la división del ciclo lunar en cuatro fases equivalentes al ciclo menstrual.<br />

El cuarto creciente, la luna llena, el cuarto menguante y la luna nueva. En<br />

las antiguas tradiciones étnicas femeninas, en la fase de la luna llena se tenía<br />

que analizar la propia situación: el estado de las amistades, de la vida hogareña,<br />

del compañero y de los hijos.<br />

Nosotras también podemos hacerlo durante nuestra fase de soledad, pues<br />

es entonces cuando reunimos todos los aspectos del yo en un momento determinado,<br />

los sondeamos y les preguntamos, para descubrir qué desean<br />

ellos/nosotros/el alma en aquel momento y, a ser posible, buscarlo. De esta manera<br />

tanteamos nuestra situación presente. Hay muchos aspectos de nuestra vida<br />

que tenemos que evaluar con carácter continuado: el hábitat, el trabajo, la vida<br />

creativa, la familia, la pareja, los hijos, el padre/la madre, la sexualidad, la<br />

vida espiritual, etc.<br />

La medida utilizada en la valoración es muy sencilla: ¿qué es lo que necesita<br />

más? Y: ¿qué es lo que necesita menos? Preguntarnos desde el yo instintivo,<br />

no con una lógica formal, no a la manera del ego sino a la manera de la Mujer<br />

Salvaje, qué trabajo, ajustes, flexibilizaciones o acentuaciones se tienen que<br />

hacer. ¿Seguimos todavía el rumbo que debemos seguir en espíritu y en alma?<br />

¿Se nos nota por fuera vida interior? ¿Qué tenemos que entablillar, proteger, lastrar<br />

o aligerar? ¿Qué tenemos que desechar, mover o cambiar?<br />

Tras un período de práctica, el efecto acumulativo de la soledad deliberada<br />

empieza a actuar como un sistema respiratorio de vital importancia, un ritmo natural<br />

de adición de conocimientos, introducción de pequeños ajustes y repetida<br />

eliminación de lo que ya no sirve. Se trata de algo no sólo poderoso sino también<br />

pragmático, pues la soledad ocupa un lugar muy bajo en la cadena alimenticia;<br />

aunque la intención y el seguimiento cuestan un poco, es algo que se puede<br />

hacer en cualquier lugar y momento. Con el tiempo y con la práctica, empezarás<br />

a formular espontáneamente preguntas al alma. Algunas veces sólo tendrás una<br />

pregunta. Otras veces no tendrás ninguna y sólo querrás descansar en la roca<br />

cerca del alma y respirar con ella.<br />

La ecología innata de las mujeres<br />

En el cuento se dice que muchos intentan cazar el alma para capturarla y<br />

matarla, pero ningún cazador puede hacerlo. Es una referencia más de los cuentos<br />

de hadas al carácter indestructible del alma salvaje. Aunque hayamos trabajado,<br />

mantenido relaciones sexuales, descansado o jugado fuera del ciclo, nuestro<br />

comportamiento no mata a la Mujer Salvaje, sólo sirve para agotarnos. Pero el<br />

lado positivo es que podemos hacer las necesarias correcciones y regresar de<br />

nuevo a nuestros ciclos naturales. Por medio del amor y el cuidado de nuestras<br />

estaciones naturales evitamos que nuestra vida se deje arrastrar por el ritmo, la<br />

danza, el hambre de otra persona. Por medio de la ratificación de nuestros ciclos<br />

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