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Mujeres

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Clarissa Pinkola Estés <strong>Mujeres</strong> que corren con los lobos<br />

Eso que ansiamos tener jamás nos lo podrá dar un compañero, un trabajo,<br />

el dinero, un nuevo esto o aquello. Lo que ansiamos tener pertenece a otro mundo,<br />

el mundo que sostiene nuestra vida de mujeres. Y este Yo—hijo que estamos<br />

esperando sólo puede nacer por este medio: a través de la espera. A medida que<br />

transcurre el tiempo de nuestra vida y de nuestra tarea en el mundo subterráneo,<br />

el hijo crece y nace. En la mayoría de los casos, los sueños nocturnos de la mujer<br />

presagian el nacimiento; las mujeres sueñan literalmente con un nuevo hijo, un<br />

nuevo hogar, una nueva vida.<br />

Ahora la madre del rey y la joven reina están juntas. La madre del rey es —<br />

¿a que no lo adivinas?— la vieja La Que Sabe. Conoce todo el proceso. La reina<br />

madre es, en el inconciente femenino (28), el símbolo tanto de los cuidados maternales<br />

al estilo de Deméter como de las actitudes de vieja bruja al estilo de Hécate<br />

(29).<br />

Esta alquimia femenina de la doncella, la madre y la curandera se repite<br />

como un eco en la relación entre la doncella manca y la madre del rey. Ambas<br />

son una ecuación psíquica similar. Aunque en este cuento la madre del rey resulta<br />

un poco esquemática, tal como lo era la doncella al principio del cuento con su<br />

rito de la túnica blanca y el círculo de tiza, la anciana madre conoce también sus<br />

antiguos ritos tal como veremos más adelante.<br />

En cuanto nace el Yo—hijo, la anciana reina madre envía un mensaje<br />

anunciando al rey el nacimiento de la criatura de la reina. El mensajero parece<br />

normal, pero, al acercarse al río, le empieza a entrar sueño, se queda dormido y<br />

sale el demonio. Esta clave nos indica que habrá otro reto para la psique durante<br />

su siguiente fatiga en el mundo subterráneo.<br />

En la mitología griega, hay un río subterráneo llamado Lete cuyas aguas<br />

hacen que la persona olvide todas las cosas que ha dicho o hecho. Psicológicamente<br />

eso significa quedarse dormida en el estado presente. El mensajero que<br />

tendría que representar la comunicación entre estos dos principales componentes<br />

de la nueva psique aún no posee la energía necesaria para enfrentarse con la<br />

fuerza destructiva/seductora de la psique. A la función de comunicación de la<br />

psique le entra sueño, se tiende en el suelo, se queda dormida y se olvida de todo.<br />

Adivina quién está constantemente al acecho. Pues el viejo perseguidor de<br />

doncellas, el famélico demonio. La palabra "demonio" que aparece en el cuento<br />

nos indica que éste ha sido recubierto con un material religioso más reciente. En<br />

el cuento, el mensajero, el río y el sueño que provoca el olvido nos revelan que la<br />

antigua religión está justo debajo del argumento del cuento, justo en la siguiente<br />

capa.<br />

Esta ha sido la pauta arquetípica del descenso desde tiempos inmemoriales<br />

y nosotras seguimos también el mismo y eterno ciclo. También tenemos a nuestra<br />

espalda toda una historia de terribles tareas. Hemos visto el vapor del aliento de<br />

la Muerte. Hemos superado los bosques que nos asfixian, los árboles que caminan,<br />

las raíces que nos hacen tropezar, la niebla que ciega nuestros ojos. Somos<br />

unas heroínas psíquicas con una maleta llena de medallas. ¿Quién nos puede<br />

hacer ahora un reproche? Queremos descansar. Nos merecemos un descanso<br />

porque hemos superado unas pruebas muy duras. Por consiguiente, nos tendemos.<br />

junto a un ameno río. No nos hemos olvidado del sagrado proceso, pero...<br />

bueno, nos gustaría hacer una pausa, sólo un momento, ¿ sabes?, lo justo para<br />

cerrar los ojos unos minutos...<br />

Pero, antes de que podamos darnos cuenta, el demonio salta a gatas y<br />

cambia el mensaje que transmitía amor y jubilosa celebración por otro cuya in-<br />

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