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La democracia desde los márgenes - Clacso

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<strong>La</strong> <strong>democracia</strong> <strong>desde</strong> <strong>los</strong> <strong>márgenes</strong><br />

solamente del actual gobierno, en realidad acompaña históricamente la<br />

cultura política boliviana particularmente <strong>desde</strong> la Revolución del 52 por<br />

el centralismo que asumió en Estado en la economía, agravada durante las<br />

dictaduras militares por las arbitrariedades del poder. Zavaleta enfatizó en<br />

la corrupción como mediación estatal, para referirse a un fenómeno común<br />

a varios países de América <strong>La</strong>tina, en <strong>los</strong> cuales ésta opera como factor de<br />

cohesión estatal (Zavaleta, 1983a: 52), su efecto por tanto puede ser de<br />

mediador; pero también contiene un efecto perverso, desorganizador y<br />

fragmentador cuando la corrupción rebasa el fin estatal. En el caso del mas,<br />

como en anteriores gobiernos, funciona como factor de cohesión mediante<br />

<strong>los</strong> mecanismos descritos en su relación con las organizaciones sociales,<br />

pero en ocasiones también ha jugado un rol perverso, alcanzando niveles<br />

de escándalo por sus dimensiones, el ejemplo más crítico fue el del estrecho<br />

colaborador de Evo Morales, Santos Ramírez expresidente de la empresa<br />

Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos el 2009 que ahora se encuentra<br />

en la cárcel, porque fue rápidamente sancionado por el gobierno para<br />

retomar el control de la situación.<br />

El pragmatismo, el prebendalismo y la corrupción estatal forman parte<br />

del habitus político porque se sitúan en la interface entre el sujeto corruptor<br />

y el corrompido, y en <strong>los</strong> que no sólo se involucran funcionarios estatales<br />

sino también miembros de la sociedad civil, por lo que en muchos casos, son<br />

admitidos y aceptados socialmente. Solo falta recordar aquel lema que formó<br />

parte indirecta de la campaña con que un alcalde llegó al poder: roba pero<br />

hace. Entenderemos por habitus, las disposiciones adquiridas y comunes<br />

de actores que pertenecen a un campo en particular. Estas disposiciones<br />

adquiridas se relacionan con las reglas no institucionalizadas que rigen<br />

el campo político, reglas por supuesto no escritas, que determinan lo que<br />

es y no es legítimo (Chihu Amparán, 1998: 186) ello establece una extraña<br />

convivencia con las prácticas corruptas en distintas dimensiones.<br />

<strong>La</strong> corrupción es explícitamente clasificada como negativa, sin<br />

embargo, se ha convertido en parte constitutiva de la cotidianidad y de<br />

las relaciones que el Estado establece con la sociedad y viceversa. Estas<br />

relaciones pueden comenzar como no corruptas, simplemente como un<br />

intercambio político que luego deviene en cooptación, prebenda y en el<br />

extremo, en corrupción.<br />

De hecho las prácticas clientelares y prebendales aparecen como<br />

inevitables en el ejercicio del poder. Algunos líderes de la oposición y de<br />

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