legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Hablamos de diversas cosas, pero nunca de su enfermedad ni del pleito. Procuro recordar algo gracioso durante el transcurso<br />
del día y lo reservo para él. Sé que las llamadas se han convertido en una parte importante de su vida menguante.<br />
Hoy da la sensación de sentirse fuerte, me cuenta que se ha levantado para sentarse en la terraza y que le encantaría salir unas<br />
horas, lejos de la casa y de sus padres.<br />
Paso a recogerlo a las siete. Cenamos en un restaurante del barrio, especializado en carne asada. Recibe algunas miradas, pero<br />
no parece importarle. Hablamos de su infancia y comentamos anécdotas de antaño, cuando pandillas de chiquillos corrían por<br />
las calles. Nos reímos, probablemente en su caso por primera vez desde hace meses. Pero la conversación le fatiga. Apenas<br />
toca la comida.<br />
Cuando acaba de oscurecer, llegamos a un prado cerca del parque de atracciones, donde se juegan dos partidos de béisbol en<br />
campos adjuntos. Observo atentamente ambos juegos cuando entramos en el aparcamiento. Busco un equipo con camiseta<br />
amarilla.<br />
Dejamos el coche bajo un árbol, a lo largo de la línea derecha del campo. No hay nadie cerca de nosotros. Saco dos sillas de<br />
jardín plegables del maletero, que me he llevado prestadas del garaje de la señorita Birdie, y ayudo a Donny Ray a sentarse en<br />
una de ellas. Puede caminar solo y se empeña en hacerlo con la menor ayuda posible.<br />
Estamos a finales de verano y la temperatura cuando oscurece oscila todavía alrededor de los treinta grados. La humedad es<br />
literalmente palpable. Se me pega la camisa en medio de la espalda. La desgastada bandera del mástil a medio campo<br />
permanece perfectamente inmóvil.<br />
El campo es bonito y bien nivelado, con espeso césped recién cortado en la periferia. En el terreno de juego no hay césped, sino<br />
arena. Hay vestuarios, gradas, árbitros, marcador iluminado y tribuna. Esto es la primera división, la alta competición de<br />
aficionados al béisbol, con equipos formados por excelentes jugadores. O por lo menos eso creen ellos.<br />
Los contendientes son PFX Freight, el equipo con camiseta amarilla, y Army Surplus, el equipo con camiseta verde y el apodo<br />
«artilleros» estampado sobre la misma. Y se lo toman en serio. Charlan y discuten animadamente, se alientan mutuamente y de<br />
vez en cuando les chillan a los contrincantes. Se lanzan de cabeza, discuten con los árbitros y arrojan el bate cuando la pelota<br />
sale del campo.<br />
Yo jugué al béisbol como aficionado en la universidad, pero nunca llegó a entusiasmarme. Aquí parece que el objetivo es<br />
lanzar la pelota más allá de la verja, lo demás no importa. Eso ocurre de vez en cuando y entonces el pavoneo del bateador hace<br />
que Babe Ruth parezca un monaguillo. Casi todos los jugadores tienen poco más de veinte años, están en buena forma física,<br />
son sumamente engreídos y van mejor equipados que los profesionales: guantes en ambas manos, anchas muñequeras, líneas<br />
negras en las mejillas y otro tipo de guantes para fielding.<br />
A la mayoría todavía no les ha descubierto nadie. Aún conservan la esperanza.<br />
Hay algunos jugadores de edad más avanzada, con barrigas más grandes y pies más lentos. Es cómico verlos correr entre bases<br />
y perseguir la pelota cuando se desplaza por el aire. Casi se oye el ruido de los músculos que bambolean. Pero se aplican con<br />
mayor intensidad al juego que los jóvenes. Tienen algo que demostrar.<br />
Donny Ray y yo hablamos un poco. Le compro palomitas de maíz y un refresco. Me da las gracias por el refrigerio y una vez<br />
más por haberle traído.<br />
Presto particular atención al jugador de la tercera base del PFX, un joven musculoso de gran agilidad en los pies y las manos.<br />
Es veloz, concentrado, y discute bastante con los jugadores del equipo contrario. A media parte veo que se acerca a la valla<br />
junto a los vestuarios y le dice algo a su chica. Kelly sonríe y desde donde estoy veo los hoyuelos de sus mejillas y su<br />
dentadura. Cliff se ríe. Le da un fugaz beso en los labios y se reúne con los demás miembros de su equipo, que se preparan para<br />
batear.<br />
Parecen un par de tórtolas enamoradas. Él la adora y quiere que sus compañeros vean cómo la besa. Son incapaces de saciarse<br />
uno de otro.<br />
Ella se apoya en la verja, con las muletas a su lado y una pequeña escayola en el tobillo. Está sola, lejos de las gradas y de los<br />
demás espectadores. No puede verme al otro lado del campo. Pero, por si acaso, llevo puesta una gorra.<br />
Me pregunto qué haría si me reconociera. Probablemente nada, a excepción de ignorarme.<br />
Debería alegrarme de que parezca feliz, en buen estado de salud y se lleve bien con su marido. Al parecer ha dejado de<br />
maltratarla, de lo cual me alegro. La idea de que la golpeara con un bate me pone enfermo. Sin embargo es paradójico que la<br />
única forma en que conseguiré a Kelly es si sigue maltratándola.<br />
Siento asco de mí mismo por pensarlo.<br />
Ahora es el turno de Cliff como bateador. Acierta la tercera pelota y la manda por encima de los focos de la izquierda, hasta<br />
perderla de vista. Ha sido un golpe asombroso y mientras recorre las bases pavoneándose, le chilla algo a Kelly al llegar a la<br />
tercera. Es un gran atleta, mucho mejor que todos los demás en el campo. No puedo imaginar lo horrible que sería que me<br />
atacara con un bate.<br />
Puede que haya dejado de beber y tal vez, al mantenerse sobrio, deje de maltratarla. Quizá ha llegado el momento de retirarme.<br />
Al cabo de una hora, Donny Ray quiere acostarse. En el coche hablamos de su declaración. Hoy he presentado una petición<br />
para solicitarle al tribunal que me permita tomar cuanto antes su declaración escrita, la que será válida durante el juicio. Mi<br />
cliente estará pronto demasiado débil para soportar dos horas de preguntas y respuestas ante un montón de abogados, y<br />
debemos apresurarnos.<br />
–Es preferible que lo hagamos pronto –dice en un tono suave, cuando paramos frente a su casa.<br />
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