legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Entro en mi nuevo despacho y me llevo una agradable sorpresa. Mide aproximadamente cuatro y medio por cuatro y medio,<br />
con una ventana que da a la calle. Está vacío, limpio y con un bonito suelo.<br />
–Y aquí está el tercer cuarto. He pensado que podríamos utilizarlo como sala de conferencias. Yo trabajaré aquí, pero lo<br />
mantendré ordenado.<br />
Se esfuerza por complacerme y casi me da pena. Tranquilízate, Deck, me gustan las dependencias. Buen trabajo.<br />
–Aquí está el retrete. Hay que limpiarlo, pintarlo y tal vez llamar a un fontanero –dice ya de regreso hacia la entrada. ¿Qué te<br />
parece?<br />
–Nos servirá, Deck. ¿Quién es el propietario?<br />
–El comerciante de trastos de la planta baja. Un viejo y su mujer. Por cierto, tienen algunas cosas que pueden interesar<br />
nos: mesas, sillas, lámparas, e incluso algunos viejos archivos. Es barato, no tiene mal aspecto y de algún modo encaja con la<br />
decoración del piso. Además, nos lo venderá a plazos. Les encanta la perspectiva de tener a alguien más en la casa. Creo que<br />
les han robado un par de veces.<br />
–Muy reconfortante.<br />
–Sí. Aquí hay que tener cuidado –responde al tiempo que me entrega un muestrario cromático– Me parece que lo más indicado<br />
es un blanco partido. Es lo menos costoso y más fácil de aplicar. La compañía telefónica estará aquí mañana. La electricidad ya<br />
funciona. Fíjate en esto.<br />
Junto a la ventana hay una mesilla, sobre la cual hay algunos papeles y un televisor en blanco y negro.<br />
Deck ha pasado ya por la imprenta y me muestra varios formatos de logotipos para nuestro nuevo bufete, todos ellos con mi<br />
nombre en grandes letras y el suyo, más discreto, en una esquina como pasante.<br />
–Los he conseguido en una imprenta muy bien de precio. Tardan un par de días en servir el pedido. Yo diría unas quinientas<br />
hojas y sobres. ¿Hay alguno que te guste?<br />
–Me los estudiaré esta noche.<br />
–¿Cuándo quieres pintar?<br />
–Bueno, supongo que podríamos...<br />
–Creo que podríamos hacerlo en un día si nos aplicamos a fondo, en el supuesto, claro está, de que baste con una capa.<br />
Compraré la pintura y demás utensilios esta tarde, y procuraré empezar los preparativos. ¿Estarás disponible mañana?<br />
–Desde luego!<br />
–Debemos tomar algunas decisiones. ¿Adquirimos un fax ahora o esperamos? No olvides que los de la compañía telefónica<br />
vendrán mañana. ¿Y una fotocopiadora? Yo diría que no en este momento, podemos reunir todos los originales y pasaré por la<br />
copistería una vez al día. Necesitaremos un contestador automático. Uno de buena calidad cuesta ochenta pavos. Yo lo<br />
compraré, si te parece. Y debemos abrir una cuenta bancaria. Conozco al director de una sucursal del First Trust que dice que<br />
nos dará treinta cheques mensuales gratuitos y el dos por ciento de interés de nuestro dinero. Unas condiciones inmejorables.<br />
Debemos pedir los cheques, porque habrá que pagar algunas facturas –dice antes de consultar de pronto su reloj– Caramba,<br />
casi lo había olvidado. Hace una hora se han dado a conocer las acusaciones oficiales –agrega después de pulsar un botón del<br />
televisor–, más de un centenar de cargos contra Bruiser, Bermie «Prince» Thomas, Willie Meswarre y los demás.<br />
Ya han empezado las noticias de las doce y lo primero que vemos es una imagen en directo de nuestro antiguo bufete. Unos<br />
agentes custodian la puerta principal, de la que en este momento han retirado la cadena. El presentador explica que los<br />
empleados del bufete están autorizados a entrar y salir, pero no se les permite retirar nada. La próxima imagen es de la fachada<br />
de Vixens, un club topless que los federales también han precintado.<br />
–Las acusaciones alegan que Bruiser y Thomas estaban involucrados en tres clubes –dice Deck.<br />
El presentador lo confirma. A continuación muestran unas escenas de nuestro ex jefe refunfuñando en el pasillo de un juzgado<br />
durante un viejo juicio. Se han expedido órdenes de detención, pero no hay rastro del señor Stone ni del señor Thomas.<br />
Entrevistan al agente encargado del caso y, en su opinión, los mencionados caballeros han abandonado la región. Se efectúa<br />
una extensa búsqueda.<br />
–Corre, Bruiser, corre –dice Deck.<br />
El suceso es sensacional porque implica a maleantes locales, a un ostentoso abogado, a varios policías de Memphis y el<br />
negocio de la prostitución. Pero le agrega una considerable emoción el hecho de que hayan huido. Prince y Bruiser<br />
evidentemente han desaparecido y eso supera la capacidad de comprensión de los periodistas. Muestran imágenes de la<br />
detención de unos policías, de otro club topless, en esta ocasión con bailarinas desnudas, que las cámaras enfocan de muslos<br />
para abajo, y del fiscal federal anunciando las acusaciones a los periodistas.<br />
Luego aparece una imagen que me rompe el corazón. Han clausurado Yogi's, han sujetado las puertas con cadenas y han<br />
colocado guardias a su alrededor. Lo denominan el cuartel general de Prince Thomas, el adalid, y a los federales parece<br />
sorprenderles no haber encontrado dinero durante la redada de anoche.<br />
–Corre, Prince, corre –digo para mis adentros.<br />
Esta noticia ocupa la mayor parte del telediario del mediodía.<br />
–Me pregunto dónde estarán –dice Deck después de apagar el televisor.<br />
Reflexionamos en silencio unos instantes.<br />
–¿Qué hay ahí? –pregunto, refiriéndome a una caja situada junto a la mesilla.<br />
–Mis sumarios.<br />
–¿Algo que valga la pena?<br />
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