legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Llega con quince minutos de retraso, muy inusual en él, aunque ahora es un hombre muy ocupado. Sus primeras palabras son:<br />
–He aprobado.<br />
Tomamos un vaso de agua mientras me cuenta la animada historia de su apelación ante el tribunal examinador de la facultad.<br />
Han recalificado su examen, su puntuación global ha subido tres puntos y se ha convertido en un abogado colegiado de pleno<br />
derecho. Nunca le había visto tan sonriente. Sólo otros dos candidatos de nuestro grupo apelaron con éxito. Sara Plankmore no<br />
ha sido uno de ellos. Booker ha oído rumores de que su puntuación ha sido pésima y puede que peligre su empleo en la fiscalía<br />
federal.<br />
Contra su voluntad, pido una botella de champán y le ordeno al camarero que me pase la cuenta. No puede ocultarse el dinero.<br />
Llega la comida: unas admirables lonchas de salmón, cuya hermosura contemplamos antes de comérnoslas. Shankle manda a<br />
Booker en treinta direcciones distintas, quince horas al día, pero Charlene es una mujer muy paciente. Comprende que debe<br />
sacrificarse en los primeros años para cosechar el fruto más adelante. De momento, me siento afortunado de no tener esposa e<br />
hijos.<br />
Hablamos de Kipler, que ha hablado un poco con Shankle y ha corrido la voz. A los abogados les resulta muy difícil guardar<br />
secretos. Shankle le ha mencionado a Booker, que Kipler le ha mencionado a él, que su amigo, es decir yo, tiene un caso que<br />
podría reportar varios millones. Evidentemente, Kipler está convencido de que tengo a la compañía Great Benefit<br />
completamente atrapada y la única incógnita consiste en la cantidad que otorgará el jurado. Kipler está decidido a llevarme<br />
sano y salvo ante el jurado.<br />
Espléndidas habladurías.<br />
Booker quiere saber qué más estoy haciendo. Da la impresión de que Kipler también ha mencionado que, al parecer, no tengo<br />
mucho que hacer.<br />
Mientras degustamos un pastel de queso, Booker dice que tiene unos sumarios a los que tal vez yo estaría dispuesto a echar una<br />
ojeada. Se explica. La segunda cadena de muebles de Memphis es una empresa llamada Ruffin, de propiedad negra y con<br />
tiendas repartidas por toda la ciudad. Todo el mundo conoce las tiendas Ruffin, sobre todo debido a sus abundantes anuncios<br />
por televisión a altas horas de la noche, y a su gran variedad de ofertas sin depósito. Su facturación es de unos ocho millones<br />
anuales, según Booker, y Marvin Shankle es su abogado. Ofrecen su propia financiación y tienen muchos malos deudores. Es<br />
la naturaleza de su negocio. El bufete Shankle está saturado con centenares de deudas pendientes de clientes de Ruffin.<br />
¿Me interesan algunos de dichos casos?<br />
Cobrar deudas pendientes no es la razón por la que los jóvenes inteligentes acuden a la Facultad de Derecho. Los deudores son<br />
personas que empezaron por comprar muebles baratos. La empresa no quiere recuperar los muebles, sino el dinero. En la<br />
mayoría de los casos, el acusado no responde ni comparece, de modo que el abogado se ve obligado a embargar efectos<br />
personales o salarios. Eso puede ser peligroso. Hace tres años, un joven iracundo a quien habían embargado el sueldo disparó<br />
contra un abogado de Memphis, aunque no lo mató.<br />
Para que sea rentable, el abogado necesita un montón de dichos casos, porque sólo reportan unos centenares de dólares cada<br />
uno. La ley permite la inclusión de costes y honorarios.<br />
Es un trabajo desagradable, pero, y ésa es la razón por la que Booker me lo ofrece, a todos se les puede sacar algo. Los<br />
honorarios son humildes, pero sumados permiten pagar gastos y comprar comida.<br />
–Puedo mandarte cincuenta –dice–, acompañados de los formularios correspondientes. Además, te ayudaré a presentar el<br />
primer lote. Hay un sistema.<br />
–¿Cuáles son los honorarios medios?<br />
–Es difícil de decir, porque en algunos casos no cobrarás un centavo. Han abandonado la ciudad o se declaran insolventes. Pero<br />
el promedio es de unos cien dólares por caso.<br />
Cien veces cincuenta son quinientos dólares.<br />
–La duración media de cada caso es de unos cuatro meses –aclara– y, si lo deseas, puedo mandarte aproximadamente veinte<br />
mensuales. Los presentas todos al mismo tiempo, en la misma sala, ante el mismo juez, con la misma fecha de vencimiento y<br />
compareces una sola vez en el juzgado. Cógelos y prueba. El noventa por ciento es papeleo.<br />
–Lo haré –respondo–. ¿Algo más que os sobre?<br />
–Tal vez. Mantengo siempre los ojos abiertos.<br />
Llega el café y nos dedicamos a lo que mejor hacen los abogados: hablar de otros abogados. En nuestro caso, chismorreamos<br />
acerca de nuestros condiscípulos y de cómo se desenvuelven en el mundo real.<br />
Booker ha resucitado.<br />
Deck es capaz de escabullirse por la más mínima abertura de una puerta sin hacer el menor ruido. Me lo hace constantemente.<br />
A veces estoy en mi escritorio concentrado, inmerso en uno de mis sumarios, cuando de pronto ¡ahí está Deck! Preferiría que<br />
llamara a la puerta, pero tampoco quiero ofenderlo. Ahí está, inesperadamente, frente a mi escritorio, con un montón de cartas<br />
en las manos, cuando de pronto ve un montón de carpetas en un rincón.<br />
–¿Qué es eso? –pregunta. –Trabajo –respondo.<br />
Levanta una carpeta y la mira. –¿Ruffin?<br />
–Sí, señor. Ahora somos los abogados de la segunda cadena de venta de muebles más importante de Memphis.<br />
–Es el cobro de una deuda –exclama con asco, como si le hubiera manchado las manos.<br />
Curiosa reacción para alguien que sueña en desastres como el del barco de ruedas.<br />
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