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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

Anoche no podía conciliar el sueño, pensando en la forma exacta de tomar la declaración en la casa de los Black. Es un lugar<br />

oscuro, húmedo y con una pésima iluminación, lo cual es de una gran importancia porque la declaración de Donny Ray se<br />

grabará en vídeo. El jurado debe ver su lamentable aspecto. En la casa apenas hay aire acondicionado y la temperatura suele ser<br />

de más de treinta grados. Es difícil imaginar a cinco o seis abogados, además del juez, el relator del juzgado, un cámara y<br />

Donny Ray en cualquier lugar de la casa en condiciones medianamente cómodas.<br />

En mis pesadillas he imaginado a Dot asfixiándonos con nubes de humo azulado y a Buddy en el jardín, arrojando botellas de<br />

ginebra vacías por la ventana. He dormido menos de tres horas.<br />

Llego a la casa de los Black una hora antes de la declaración. Parece más pequeña y calurosa que nunca. Donny Ray está<br />

sentado en la cama, mucho más animado, y me asegura que está listo para el desafío. Hemos pasado horas hablando de ello y<br />

hace una semana le entregué una lista detallada de mis preguntas y de las que previsiblemente le formularía Drummond. Dice<br />

que está en condiciones y detecto en él cierta excitación. Dot prepara café y limpia las paredes. Están a punto de llegar un juez<br />

y un grupo de abogados, y según Donny Ray, se ha pasado la noche limpiando. Buddy cruza la sala de estar cuando yo muevo<br />

un sofá. Va limpio y aseado. Lleva una camisa blanca, debidamente recogida en la cintura. Me resulta difícil imaginar el<br />

esfuerzo de Dot para lograr dicho efecto.<br />

Mis clientes procuran siempre estar presentables, y yo me siento orgulloso de ellos.<br />

Llega Deck cargado de aparatos. Trae una antigua cámara de vídeo, que le ha pedido prestada a un amigo, por lo menos tres<br />

veces mayor que cualquier modelo actual. Asegura, sin embargo, que funcionará correctamente. Conoce entonces a los Black.<br />

Ellos lo miran con recelo, particularmente Buddy, que ha quedado relegado a quitar el polvo de la mesilla. Deck inspecciona la<br />

sala de estar, el comedor y la cocina, y me comunica discretamente que no hay espacio suficiente. Abre un trípode en la sala de<br />

estar, derriba un estante de revistas y Buddy le lanza una mala mirada.<br />

La casa está abarrotada de mesillas, taburetes y otros muebles de principios de los sesenta, cubiertos de recuerdos baratos. El<br />

calor aumenta minuto a minuto.<br />

Llega el juez Kipler, saluda a todo el mundo, empieza a sudar y a los pocos minutos dice:<br />

–Echemos una ojeada al jardín.<br />

Me sigue por la puerta de la cocina y salimos. A lo largo del muro del fondo, en el extremo opuesto al Fairlane de Buddy, hay<br />

un roble, plantado probablemente cuando se construyó la casa, que proporciona una agradable sombra. Deck y yo seguimos a<br />

Kipler por la hierba recién cortada, aunque no rastrillada. El juez observa el Fairlane cubierto de gatos al pasar junto al mismo.<br />

–¿Qué tiene esto de malo? –pregunta bajo el árbol.<br />

A lo largo de la verja del fondo se extienden unos densos setos que aíslan el jardín de la parcela vecina. Entre la espesa<br />

vegetación crecen cuatro grandes pinos, que impiden el paso de los rayos del sol matutino procedentes del este y convierten la<br />

zona bajo el roble en un lugar medianamente tolerable, por lo menos de momento. La luz es abundante.<br />

–Me parece estupendo –respondo, aunque en mi limitadísima experiencia nunca he oído hablar de una declaración al aire libre,<br />

y doy gracias a Dios por la presencia de Tyrone Kipler.<br />

–¿Disponemos de un alargo? –pregunta el juez.<br />

–Yo he traído uno –responde Deck, alejándose ya por el césped–. De treinta metros.<br />

La parcela mide, a lo sumo, seis metros y medio de anchura por unos treinta de longitud. El jardín delantero es mayor que el<br />

posterior y, por consiguiente, no está lejos. Ni tampoco el Fairlane. En realidad está ahí, casi al alcance de la mano. Garras, el<br />

gato vigía, aposentado majestuosamente sobre el vehículo, nos observa con recelo.<br />

–Busquemos unas sillas –dice Kipler, controlando perfectamente la situación.<br />

El juez se sube las mangas de la camisa. Entre Dot, Kipler y yo sacamos las cuatro sillas de la cocina, mientras Deck lucha con<br />

el cable y los aparatos. Buddy ha desaparecido. Dot nos autoriza a utilizar los muebles del jardín y luego encuentra otras tres<br />

sillas manchadas y enmohecidas en un trastero.<br />

Después de pocos minutos levantando y trasladando muebles, Kipler y yo estamos empapados de sudor. También hemos<br />

llamado la atención. Algunos de los vecinos han salido de sus escondrijos y nos observan con gran curiosidad. ¿Un negro con<br />

vaqueros colocando sillas bajo el roble de los Black? ¿Un extraño personaje, con la cabeza desproporcionadamente<br />

voluminosa, extendiendo un cable eléctrico que se le ha enredado en los tobillos? ¿Qué ocurre ahí?<br />

Dos relatoras del juzgado llegan poco antes de las nueve y, lamentablemente, Buddy abre la puerta. Casi huyen, pero Dot las<br />

rescata y las conduce a través de la casa hasta el jardín posterior. Por suerte se han puesto pantalón en lugar de falda. Charlan<br />

con Deck respecto a los aparatos y el suministro eléctrico.<br />

Drummond y su equipo llegan a las nueve en punto, ni un minuto antes. Lo acompañan sólo dos abogados, B. Dewey Clay Hill<br />

III y Brandon Fuller Grone, vestidos como gemelos, con chaqueta azul, camisa blanca de algodón, pantalón caqui almidonado<br />

y mocasines. Sólo se diferencian sus corbatas. Drummond no lleva corbata.<br />

Se reúnen con nosotros en el jardín y el entorno parece dejarlos estupefactos. A estas alturas, Kipler, Deck y yo estamos<br />

sudorosos y acalorados, y no nos importa lo que piensen.<br />

–¿Sólo tres? –pregunto después de contar los componentes de la <strong>defensa</strong>.<br />

No les parece gracioso.<br />

–Ustedes se sentarán ahí –dice su señoría, al tiempo que señala tres sillas de cocina–. Cuidado con esos cables.<br />

Deck ha colocado hilos y cables alrededor del árbol, y a Grone parece preocuparle particularmente la posibilidad de<br />

electrocutarse.<br />

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