13.09.2013 Views

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Fíjate en eso –dice al tiempo que me entrega un grueso fajo de papeles.<br />

–¿De qué se trata?<br />

–La respuesta de Great Benefit. Estás a punto de descubrir por qué resulta penoso demandar a las grandes corporaciones.<br />

Disponen de montones de dinero para contratar a innumerables abogados, que redactan incontables documentos. Es probable<br />

que Leo F. Drummond les cobre doscientos cincuenta por hora a Great Benefit.<br />

Se trata de una petición para que la demanda de los Black sea sobreseída, acompañada de un informe de sesenta y tres páginas.<br />

Hay una citación adjunta para debatir dicha petición ante el juez Harvey Hale.<br />

–Bienvenido al campo de batalla –dice Bruiser, que me observa sosegadamente.<br />

Tengo un buen nudo en la garganta. Tardaré varios días para elaborar una respuesta adecuada.<br />

–Es impresionante –respondo con la boca seca, sin saber por dónde empezar.<br />

–Lee atentamente las normas. Responde a la petición. Escribe tu informe. Apresúrate. No es tan difícil como parece.<br />

¿Ah, no?<br />

–No, Rudy. Es papeleo. Aprenderás. Esos cabrones presentarán todas las peticiones conocidas y muchas que se inventarán,<br />

siempre acompañadas de sendos informes. Y en todos los casos querrán comparecer ante el juez para debatir su petición<br />

predilecta. En realidad no les importa ganar o perder, ganan dinero independientemente de lo que ocurra. Además, logran<br />

retrasar el juicio. Lo tienen calculado al dedillo y sus clientes pagan la cuenta. El problema es que en dicho proceso te dejarán<br />

completamente agotado.<br />

–Ya estoy cansado.<br />

–Es un hueso duro de roer. A Drurmnond le basta chasquear los dedos y decir «quiero una petición para que el caso sea<br />

sobreseído, para que tres asociados se sumerjan en la biblioteca y dos pasantes se pongan a estudiar viejos informes en sus<br />

ordenadores. ¡Dicho y hecho! En poco tiempo disponen de un grueso informe concienzudamente investigado. Luego<br />

Drummond tiene que leerlo varias veces, estudiárselo a doscientos cincuenta por hora y tal vez pedirle a uno de sus veteranos<br />

colegas que se lo lea también. Luego tiene que editarlo, resumirlo y modificarlo, de modo que los asociados regresan a la<br />

biblioteca y los pasantes a sus ordenadores. Es una estafa, pero Great Benefit dispone de muchísimo dinero y no le importa<br />

pagar a gente como Tinley Britt.<br />

Me siento como si hubiera retado a un ejército. Suenan dos teléfonos y Bruiser levanta el más cercano.<br />

–A trabajar –dice antes de contestar la llamada.<br />

Traslado el fajo a mi despacho con ambas manos y cierro la puerta. Leo la petición, así como el informe de presentación<br />

impecable y perfectamente mecanografiado, y no tardo en descubrir que está repleto de argumentos persuasivos contra casi<br />

todo lo que he alegado en la demanda. Su lenguaje, rico y claro, está desprovisto de tecnicismos innecesarios, y está<br />

extraordinariamente bien redactado. Los puntos que plantea están reforzados por multitud de autoridades, que parecen dar<br />

perfectamente en el blanco. La mayoría de las páginas están adornadas con hermosas notas a pie de página. Hay incluso un<br />

índice del contenido, otro alfabético y una bibliografía.<br />

Lo único que falta es una orden ya redactada para que la firme el juez otorgando a Great Benefit lo que solicita.<br />

Después de la tercera lectura me concentro y empiezo a tomar notas. Puede que haya un par de lagunas en las que cabe hurgar.<br />

El miedo y el sobresalto desaparecen. Pienso en la inmensa repugnancia que me inspira Great Benefit y lo que le ha hecho a mi<br />

cliente, y me subo las mangas de la camisa.<br />

Puede que el señor Leo F. Drummond sea un genio de la litigación y disponga de innumerables esbirros a su servicio, pero yo,<br />

Rudy Baylor, no tengo otra cosa que hacer. Soy listo y puedo trabajar. Quiere entablar una guerra de papeleo conmigo, pues<br />

adelante. Seré yo quien le apabulle.<br />

Deck se ha presentado seis veces al examen de colegiatura. Estuvo a punto de aprobarlo la tercera vez, en California, pero a su<br />

nota global le faltaron dos décimas. Se ha presentado tres veces en Tennessee, pero según me ha contado con extraordinaria<br />

ingenuidad, le ha faltado siempre mucho para la nota exigida. No estoy seguro de que quiera aprobarlo. Gana cuarenta mil<br />

anuales buscando casos par–a Bruiser, sin tener que preocuparse de las limitaciones éticas. (Aunque tampoco le importan a<br />

Bruiser.) No tiene que pagar la subscripción del colegio, ni preocuparse de actualizar su formación jurídica, ni asistir a<br />

conferencias, ni comparecer ante ningún juez, ni sentirse culpable respecto al trabajo de beneficencia, por no mencionar los<br />

gastos generales.<br />

Deck es una sanguijuela. Mientras disponga de un abogado cuyo nombre pueda utilizar y un despacho donde trabajar, se siente<br />

feliz.<br />

Sabe que no estoy demasiado ocupado y se ha acostumbrado a dejarse caer por mi despacho alrededor de las once. Pasamos<br />

media hora chismorreando y luego vamos a por un almuerzo barato al local de Trudy. Me he acostumbrado a él. Es<br />

simplemente Deck, un hombrecillo sin pretensiones que desea ser mi amigo.<br />

Estamos almorzando en un rincón, rodeados de cargadores de muelle, y Deck habla tan bajo que me resulta difícil oírle. En<br />

algunos momentos, particularmente en las salas de espera de los hospitales, puede ser tan intrépido que resulta incómodo estar<br />

con él, y en otras ocasiones es tímido como un ratón. Susurra algo que quiere a toda costa que yo oiga, sin dejar de mirar<br />

constantemente por encima de ambos hombros, como si alguien estuviera a punto de atacarle.<br />

–En el bufete solía trabajar un individuo llamado David Roy, que trabó mucha amistad con Bruiser. Contaban juntos el dinero,<br />

parecían hermanos. Roy fue expulsado del Colegio de Abogados por la manipulación fraudulenta de fondos y no pudo seguir<br />

ejerciendo como abogado –dice Deck, al tiempo que se limpia con los dedos la ensalada de atún de los labios . Pero no le<br />

82

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!