legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
La otra mitad de la estratagema está en la sección «u» del manual de contratación, de modo que mañana repetiré esta misma<br />
operación con otro vicepresidente.<br />
En realidad, es innecesario. Si pudiéramos parar ahora, el jurado me concedería lo que le pidiera, y todavía no han visto a<br />
Donny Ray.<br />
A las cuatro y media se hace un breve receso. Hace dos horas y media que Lufkin declara y ha llegado el momento de<br />
despedirle. Cuando salgo al pasillo de camino a los servicios, veo a Drummond que señala una puerta por donde quiere que<br />
pasen Lufkin y Underhall. Me encantaría oírle.<br />
Al cabo de veinte minutos, Lufkin está de nuevo en el estrado. He terminado con los manuales por ahora. Los miembros del<br />
jurado podrán leerlos detalladamente cuando deliberen.<br />
–Sólo unas cuantas preguntas breves –sonrío reanimado. ¿Cuántas pólizas de seguro médico expidió Great Benefit y estaban en<br />
vigor en mil novecientos noventa y uno?<br />
Una vez más, la comadreja mira con desesperación a su abogado. Debían haberme facilitado esa información hace tres<br />
semanas.<br />
–No estoy seguro –responde.<br />
–¿Cuántas reclamaciones se recibieron en mil novecientos noventa y uno?<br />
–No estoy seguro.<br />
–Usted es el vicepresidente de reclamaciones, ¿no es cierto? –Es una gran compañía.<br />
–¿Cuántas reclamaciones se denegaron? –No lo sé.<br />
–Por ahora, el testigo puede retirarse –dice en aquel preciso momento el juez Kipler–. Vamos a hacer un breve receso para que<br />
los miembros del jurado puedan irse a sus casas.<br />
Se despide del jurado, les da de nuevo las gracias y les recuerda sus obligaciones. Recibo unas cuantas sonrisas cuando desfilan<br />
junto a nuestra mesa. Esperamos a que se hayan retinado todos.<br />
–Tome nota –le dice el juez Kipler a la taquígrafa cuando el último miembro del jurado ha abandonado la sala–. Señor<br />
Drummond, los condeno a usted y a su cliente por desacato. Insistí en que facilitaran esa información a la acusación hace<br />
varias semanas. No lo han hecho. Es muy importante y pertinente, y ustedes se han negado a facilitarla. ¿Están usted y su<br />
cliente dispuestos a ser encarcelados hasta que dicha información se reciba?<br />
Leo se levanta, cansado y precozmente envejecido.<br />
–Con la venia de su señoría, he intentado obtener dicha información. He hecho todo lo que he podido.<br />
Pobre Leo. Todavía está intentando comprender la sección «u». En este momento es perfectamente creíble. Su cliente ha<br />
demostrado públicamente que le oculta documentos a su propio abogado.<br />
–¿Está aquí el señor Keeley? –pregunta su señoría.<br />
–Sí, en la sala de los testigos –responde Drummond.<br />
–Tráiganlo.<br />
A los pocos segundos llega el alguacil a la sala acompañado del director gerente.<br />
Dot está harta. Necesita ir al retrete y fumarse un cigarrillo.<br />
Kipler ordena a Keeley subir al estrado, le toma él mismo juramento y le pregunta si existe alguna razón que justifique el hecho<br />
de que la compañía se haya negado a facilitar la información solicitada.<br />
Tose, tartamudea e intenta culpar a las agencias provinciales y regionales.<br />
–¿Comprende usted el concepto de desacato? –pregunta Kipler.<br />
–Tal vez, bueno, en realidad no.<br />
–Es muy simple. Su compañía ha sido condenada por desacato, señor Keeley. Puedo imponerle una multa a su compañía, o<br />
mandarle a usted, como director gerente, a la cárcel. ¿Qué prefiere?<br />
Estoy seguro de que algunos de sus amigos han pasado temporadas en los clubes de campo federales, pero Keeley sabe que<br />
aquí la cárcel significa los calabozos del centro de la ciudad, llenos de maleantes callejeros.<br />
–No quiero ir a la cárcel, su señoría.<br />
–Lo suponía. Por la presente condeno a Great Benefit a pagar la suma de diez mil dólares, pagaderos a la acusación antes de las<br />
cinco de la tarde de mañana. Llame a su oficina y ordene que le manden el cheque urgentemente.<br />
Keeley sólo puede asentir.<br />
–Además, si la información solicitada no ha llegado aquí por fax a las nueve de la mañana, ingresará usted en la cárcel de la<br />
ciudad de Memphis, donde permanecerá hasta que obedezca la orden. Asimismo, mientras usted permanece en la cárcel, su<br />
compañía pagará una multa de cinco mil dólares diarios.<br />
Entonces Kipler vuelve la cabeza y señala a Drummond.<br />
–Le he advertido repetidamente lo de estos documentos, señor Drummond. Esta conducta es completamente inaceptable.<br />
Golpea enojado su martillo y abandona el estrado.<br />
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