13.09.2013 Views

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

La llamada que temía llega por fin el domingo por la mañana. Estoy sentado en el jardín de la señorita Birdie como si fuera el<br />

dueño de la casa, leyendo el periódico dominical, tomando café y disfrutando del magnífico clima. Es Dot y me dice que lo ha<br />

encontrado hace aproximadamente una hora. Se durmió anoche y no ha vuelto a despertar.<br />

Le tiembla un poco la voz, pero controla sus emociones. Hablamos unos momentos y me percato de que se me seca la garganta<br />

y humedecen mis ojos. Hay un vestigio de alivio en sus palabras. Por fin ha dejado de sufrir, repite en más de una ocasión.<br />

Le digo que lo lamento y que iré a visitarla esta tarde.<br />

Cruzo el jardín hasta acercarme a la hamaca, donde me apoyo contra un roble y seco las lágrimas de mis mejillas. Me siento al<br />

borde de la hamaca, con los pies en el suelo, la cabeza gacha y rezo la última de mis muchas oraciones por Donny Ray.<br />

Llamo al juez Kipler a su casa para comunicarle la defunción. El funeral tendrá lugar mañana a las dos de la tarde, lo cual<br />

supone un problema. Las declaraciones del personal de la oficina central están programadas para las nueve de la mañana y<br />

durarán casi toda la semana. Estoy seguro de que los ejecutivos de Cleveland están ya en la ciudad, probablemente en el<br />

despacho de Drummond en estos momentos, ensayando frente a cámaras de vídeo. Es así de meticuloso.<br />

Kipler me dice que acuda de todos modos a las nueve al juzgado, y él lo resolverá sobre la marcha. Le digo que estoy listo. Sin<br />

duda debería estarlo. He mecanografiado todas las preguntas posibles para cada uno de los testigos y su señoría en persona ha<br />

hecho ciertas sugerencias. Deck también las ha revisado.<br />

Kipler insinúa que tal vez aplazará las declaraciones, porque mañana tiene dos vistas importantes.<br />

Sea lo que Dios quiera. En este momento realmente no me importa.<br />

Cuando llego a casa de los Black, el barrio entero ha acudido a dar el pésame. La calle está repleta de coches aparcados.<br />

Numerosos ancianos deambulan por el jardín y otros están sentados en el pórtico de la casa. Sonrío y saludo con la cabeza<br />

hasta que consigo entrar y llegar a la cocina, donde encuentro a Dot junto al frigorífico. La casa está llena de gente. La mesa y<br />

demás superficies de la cocina están cubiertas de tartas, cocidos y cazuelas con pollo frito.<br />

Dot y yo nos damos un tierno abrazo. Expreso mi pésame diciéndole simplemente cuánto lo siento y ella me da las gracias por<br />

haber venido. Tiene los ojos irritados, pero intuyo que está harta de llorar. Me muestra la comida y me dice que me sirva yo<br />

mismo. La dejo con un grupo de mujeres del barrio.<br />

De pronto tengo hambre. Lleno un gran plato de cartón con pollo, judías en salsa de tomate y col en escabeche, y me lo llevo al<br />

jardín trasero, donde como a solas. Buddy, bendito sea, no está en su coche. Probablemente, Dot lo ha encerrado en su<br />

habitación para que no la ponga en ridículo. Como despacio y escucho la charla que emana de las ventanas abiertas de la cocina<br />

y la sala de estar. Después de vaciar el plato, me sirvo una segunda ración y vuelvo a ocultarme en el jardín.<br />

No tarda en acercarse a mí un joven con un aspecto curiosamente familiar.<br />

–Soy Ron Black –dice, antes de sentarse junto a mí–. El hermano gemelo.<br />

Es delgado, en buena forma y no muy alto.<br />

–Encantado de conocerte –respondo.<br />

–De modo que tú eres el abogado –dice, con una lata de refresco en la mano.<br />

–Sí. Rudy Baylor. Siento lo de tu hermano.<br />

–Gracias.<br />

Soy muy consciente de lo poco que Dot y Donny Ray hablaban de Ron. Se marchó de casa poco después de terminar el<br />

bachillerato, se alejó de la familia y ha mantenido siempre las distancias. Hasta cierto punto lo comprendo.<br />

No está de humor para charlar. Sus oraciones son cortas y forzadas, pero acabamos por hablar del trasplante de médula.<br />

Confirma lo que ya sabía, que estaba perfectamente dispuesto a donar su médula para salvar a su hermano y que el doctor Kord<br />

le había dicho que la compatibilidad era perfecta. Le explico que será necesario que se lo cuente a un jurado dentro de unos<br />

meses y me responde que le encantará hacerlo. Formula algunas preguntas sobre el pleito, pero no manifiesta curiosidad alguna<br />

respecto a lo que pueda reportarle.<br />

Estoy seguro de que está afligido, pero domina muy bien su dolor. Abro la puerta de su infancia, con la esperanza de oír<br />

algunas cariñosas anécdotas propias de todos los gemelos, sobre bromas y travesuras compartidas. Nada. Se crió aquí, en esta<br />

casa y este barrio, y es evidente que el pasado no le interesa.<br />

El funeral tendrá lugar mañana a las dos y apuesto cualquier cosa a que Ron Black estará en un avión de regreso a Houston a<br />

las cinco.<br />

La muchedumbre decrece y aumenta de nuevo, pero la comida sigue ahí. Me como dos trozos de pastel de chocolate, mientras<br />

Ron se toma su refresco caliente. Después de dos horas sentado, estoy agotado. Me disculpo y me retiro.<br />

El lunes hay una auténtica legión de individuos de rostro severo y traje oscuro sentados alrededor de Leo F. Drummond en un<br />

extremo de la sala.<br />

Estoy preparado. Asustado, tembloroso e inseguro, pero con todas las preguntas escritas. Aunque se me trabe por completo la<br />

lengua, podré limitarme a leer las preguntas y obligarlos a contestarlas.<br />

Es divertido ver a esos altos ejecutivos muertos de miedo. Sólo puedo imaginar las duras palabras que le dedicaron a<br />

Drummond, y a mí, y a Kipler, y a los abogados en general, y a este caso en particular, cuando se les comunicó que hoy debían<br />

presentarse aquí en masa, y no sólo presentarse y declarar, sino esperar horas y días hasta que termine con ellos.<br />

131

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!