13.09.2013 Views

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

porque es un fanático sureño de diecinueve años casado con una chica hermosa, es probable que sospeche de todos y cada uno<br />

de sus movimientos. ¿Pero llegaría al extremo de intervenir su propio teléfono?<br />

Parece improbable, pero me quita el sueño.<br />

Hace menos de una hora que me había quedado dormido cuando suena el teléfono. Son casi las cuatro de la madrugada, según<br />

mi despertador digital. Busco el teléfono en la oscuridad.<br />

Es Deck, que me habla excitado y con mucha rapidez desde su coche. Se acerca a mi casa, está a menos de tres manzanas. Ha<br />

ocurrido algo enorme, urgente, un maravilloso siniestro. ¡Date prisa! ¡Vístete! Me ordena que me reúna con él en menos de un<br />

minuto en la acera.<br />

Está esperándome en su destartalada minifurgoneta. Subo, aprieta el acelerador y salimos disparados. No he tenido tiempo de<br />

cepillarme los dientes.<br />

–¿Qué diablos estamos haciendo? –pregunto.<br />

–Ha habido un terrible accidente en el río –responde con solemnidad, como si estuviera profundamente apenado– Anoche,<br />

poco después de las doce, una barcaza de las utilizadas para transportar petróleo se soltó de su amarre y se desplazó con la<br />

corriente, hasta chocar con un buque de ruedas donde celebraban la fiesta de fin de curso los alumnos de un instituto. Había tal<br />

vez unos trescientos chiquillos a bordo. El buque se hundió junto a la isla de Mud, cerca de la orilla derecha.<br />

–Eso es terrible, Deck, ¿pero qué diablos se supone que podemos hacer nosotros?<br />

–Comprobarlo. Bruiser ha recibido una llamada. Me ha llamado a mí. Y aquí estamos. Es un descomunal siniestro,<br />

potencialmente el mayor en la historia de Memphis.<br />

–¿Y es eso como para sentirse orgulloso?<br />

–Tú no lo entiendes. Bruiser va a perdérselo.<br />

–Entonces que venga, se ponga el traje de bucear y se sumerja en busca de cadáveres.<br />

–Podría ser una mina de oro.<br />

Deck cruza la ciudad a toda velocidad. Guardamos silencio cuando nos acercamos al centro. Nos adelanta velozmente una<br />

ambulancia y se me acelera el pulso. Después pasa otra.<br />

Docenas de coches de policía, con sus luces parpadeantes que iluminan la noche, impiden que circule el tráfico por Riverside<br />

Drive. Los coches de bomberos y las ambulancias están casi uno encima de otro. Un helicóptero sobrevuela el río. Algunas<br />

personas forman grupos inmóviles y otras circulan apresuradas, dando voces e instrucciones. Cerca de la orilla se vislumbra el<br />

aguilón de una grúa.<br />

Avanzamos rápidamente alrededor de la cinta amarilla de la policía y nos unimos a un grupo de curiosos junto a la ribera. La<br />

catástrofe ha sucedido hace varias horas y ha desaparecido la sensación de urgencia. Ahora esperan. Muchos de los presentes<br />

forman pequeños grupos horrorizados, sentados sobre los adoquines del muelle, observando con lágrimas en los ojos a los<br />

buceadores y personal médico en busca de cuerpos en el agua. Hay sacerdotes arrodillados que rezan con las familias. Docenas<br />

de jóvenes con su esmoquin empapado y vestidos de noche rasgados miran fijamente la superficie del agua cogidos de la mano.<br />

Un costado del buque emerge tres metros sobre la superficie del agua y los buceadores que participan en la operación de<br />

rescate, muchos de ellos con trajes negros y azules y equipo de submarinismo, se agarran al mismo. Otros trabajan desde<br />

pontones amarrados.<br />

Está celebrándose un rito, aunque se precisa algún tiempo para comprenderlo. Un teniente de la policía avanza lentamente por<br />

una pasarela que conduce a un dique flotante y luego al muelle adoquinado. La muchedumbre, ya sosegada, se sume en una<br />

quietud absoluta. El agente se sitúa frente a un coche patrulla y se forma un corro de periodistas a su alrededor. La mayoría de<br />

los presentes permanecen sentados, envueltos en mantas y sumidos en ferviente plegaria. Son los padres, parientes y amigos.<br />

–Lamento comunicarles que hemos identificado el cadáver de Melanie Dobbins.<br />

Sus palabras retumban en el silencio, que rompen casi inmediatamente el llanto y los lamentos de los familiares de la niña. Se<br />

abrazan y consuelan mutuamente. Sus amigos se agachan junto a ellos y los abrazan. Entonces se oye el gemido de una mujer.<br />

Los demás vuelven la cabeza para mirarla, pero también respiran con alivio. Sus malas noticias son inevitables, pero por lo<br />

menos han sido postergadas. Todavía cabe la esperanza. Más adelante me enteraría de que veintiún chiquillos habían<br />

sobrevivido, absorbidos en una bolsa de aire.<br />

El teniente de la policía regresa al dique, donde están sacando otro cuerpo del agua.<br />

Luego, lentamente, emerge otro rito no tan trágico, pero mucho más repugnante. Unos individuos de rostro sombrío se acercan<br />

con– discreción, o incluso sigilo, a los afligidos. Llevan tarjetas de visita en la mano, que intentan entregar a los parientes o<br />

amigos de la fallecida. Se acercan todavía más en la oscuridad, sin dejar de mirarse con recelo. Asesinarían para conseguir el<br />

caso. Sólo aspiran al treinta por ciento.<br />

Deck se percata de todo mucho antes de que yo comprenda lo que sucede. Me indica un lugar cerca de las familias, pero me<br />

niego a moverme. Penetra inmediatamente entre la muchedumbre y desaparece en la oscuridad, en busca de oro.<br />

Vuelvo la espalda al río y al poco rato corro por las calles del centro de Memphis.<br />

VEINTIDÓS<br />

El tribunal del examen de colegiatura manda los resultados del examen por correo certificado. En la facultad se contaban<br />

anécdotas de candidatos que se habían desmayado junto al buzón al recibir la notificación. O de otros que corrían alocadamente<br />

84

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!