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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Señor Underhall, ¿tiene usted una copia del acuerdo que Jackie firmó cuando usted le dio el dinero y ella prometió no hablar?<br />

–Parece que usted no oye muy bien. –¿Cómo dice?<br />

–Acabo de declarar que no hay tal acuerdo.<br />

–¿Quiere decir que no existe?<br />

–Nunca ha existido. Jackie Lemancyzk miente –afirma categóricamente.<br />

Finjo sorprenderme, me dirijo lentamente a mi mesa, que está cubierta de papeles. Encuentro el que busco, lo examino<br />

atentamente ante la mirada de todo el mundo y me acerco de nuevo al testigo. Underhall yergue la espalda y mira<br />

desesperadamente a Drummond, que en este momento mira fijamente el papel que yo tengo en la mano. ¡Están pensando en las<br />

secciones «u»! ¡Baylor nos la ha vuelto a jugar! Ha encontrado los documentos escondidos y nos ha sorprendido mintiendo.<br />

–Pero Jackie Lemancyzk fue muy específica cuando le contó al jurado lo que le habían obligado a firmar. ¿Recuerda usted su<br />

declaración? –pregunto mientras agito ligeramente el papel que llevo en la mano.<br />

–Sí, oí su testimonio –responde en un tono ligeramente más agudo y la voz un poco forzada.<br />

–Dijo que usted le había entregado diez mil dólares al contado y obligado a firmar un acuerdo. ¿Lo recuerda? –pregunto sin<br />

dejar de mirar mi papel, como si estuviera leyendo.<br />

Jackie me comentó que la cantidad se mencionaba en el primer párrafo del documento.<br />

–Lo oí –responde mirando a Drummond.<br />

Underhall sabe que no tengo una copia del acuerdo, porque ha ocultado el original en algún lugar. Pero no puede estar seguro.<br />

A veces ocurren cosas inusuales. ¿Cómo diablos encontré las secciones «u»?<br />

No puede admitir que existe el acuerdo. Pero tampoco puede negarlo. Si lo niega y de pronto le muestro una copia, el daño<br />

causado será incalculable hasta que el jurado pronuncie su veredicto. Se mueve, se contorsiona y se seca el sudor de la frente.<br />

–¿Y usted no tiene una copia del acuerdo para mostrársela al jurado? –pregunto, sin dejar de agitar el papel que llevo en la<br />

mano.<br />

–No. No existe tal acuerdo.<br />

–¿Está usted seguro? –pregunto mientras acaricio el borde del documento.<br />

–Completamente seguro.<br />

Le miro fijamente unos segundos, encantado de verlo sufrir. A ningún miembro del jurado se le ha ocurrido dormirse. Están a<br />

la espera del hachazo, de que muestre el acuerdo y verle empequeñecerse.<br />

Pero no puedo. Arrugo el inútil papel que tengo en la mano y lo arrojo sobre mi mesa.<br />

–He terminado –declaro.<br />

Underhall respira hondo. Acaba de evitarse un infarto. Baja del estrado y abandona la sala.<br />

Drummond solicita un receso de cinco minutos. Kipler decide que el jurado merece un descanso más prolongado y nos concede<br />

un cuarto de hora.<br />

La estrategia de la <strong>defensa</strong> de prolongar las declaraciones, con la esperanza de confundir al jurado, claramente no funciona. Los<br />

miembros del jurado se han reído de Reisky y se han dormido con Pellrod. Underhall ha sido un desastre casi fatal, por el<br />

terrible miedo de Drummond a que yo tuviera la copia de un documento, que su cliente le había asegurado que no existía.<br />

Drummond está harto. Se arriesgará con una buena argumentación en las conclusiones finales, que es algo que puede controlar.<br />

Declara después del receso que la <strong>defensa</strong> ha terminado.<br />

El juicio ya casi ha acabado. Kipler programa los discursos de clausura para el viernes a las nueve de la mañana. Les promete a<br />

los miembros del jurado que el caso estará en sus manos a las once.<br />

CUARENTA Y OCHO<br />

El jurado ha abandonado la sala hace bastante rato, Drummond y su equipo han regresado apresuradamente a su bufete, para<br />

analizar una vez más lo que ha fallado, pero nosotros permanecemos sentados alrededor de la mesa de la acusación y hablamos<br />

de mañana. Cooper Jackson y los dos abogados de Raleigh, Hurley y Grunfeld, procuran no excederse con consejos no<br />

solicitados, pero me gusta oír sus opiniones. Todos saben que es mi primer juicio y les parece asombroso lo que he logrado.<br />

Estoy cansado, todavía bastante nervioso y muy realista en cuanto a lo sucedido. He dispuesto de un conjunto de hechos<br />

maravillosos, un acusado corrupto pero rico, un juez increíblemente comprensivo y una situación afortunada tras otra durante<br />

el juicio. Sin olvidar al estupendo jurado, aunque todavía no se ha pronunciado.<br />

De ahora en adelante, según ellos, mis casos sólo pueden ser peores. Están convencidos de que el veredicto será de siete cifras.<br />

Hacía doce años que Jackson ejercía cuando consiguió su primer veredicto de un millón de dólares.<br />

Me cuentan batallitas con el propósito de levantarme los ánimos. Es una forma agradable de pasar la tarde. Deck y yo<br />

trabajaremos toda la noche, pero de momento disfruto de la compañía de espíritus gemelos, cuyo ferviente deseo es el de que<br />

crucifique a Great Benefit.<br />

Jackson está ligeramente decepcionado por las noticias que ha recibido de Florida. Un abogado de aquel estado se ha<br />

precipitado y esta mañana ha presentado cuatro demandas contra Great Benefit. Contaban con que se uniera a su juicio<br />

colectivo, pero evidentemente se ha dejado dominar por la codicia. Hasta el momento, disponen entre los tres de diecinueve<br />

demandas contra Great Benefit y se proponen presentarlas a principios de la semana próxima.<br />

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