legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Kipler sube al estrado y llama nuestro caso en primer lugar. Para las declaraciones se nos ha asignado una sala adjunta que está<br />
libre esta semana, de modo que su señoría pueda asomar la cabeza de vez en cuando y asegurarse de que Drummond no se<br />
extralimite. Nos llama al estrado porque tiene algo que decir.<br />
Me instalo en mi lugar a la derecha. Los cuatro muchachos de Trent & Brent ocupan el suyo a la izquierda.<br />
–No es necesario que esto conste en acta –le comunica Kipler a la taquígrafa–. Señor Drummond, ¿sabía usted que Donny Ray<br />
falleció ayer por la mañana?<br />
–No, señor –responde Drummond gravemente–. Lo siento mucho.<br />
–El funeral tendrá lugar esta tarde y esto nos plantea un problema. El señor Baylor debe asistir al mismo en calidad de doliente.<br />
En realidad, debería estar ahora %con la familia.<br />
Drummond, de pie, nos mira alternativamente a mí y a Kipler.<br />
–Vamos a aplazar estas declaraciones. Traiga a sus testigos el próximo lunes, a la misma hora y en el mismo lugar –dice Kipler<br />
con la mirada fija en Drummond, a la espera de la respuesta equivocada.<br />
Los cinco importantes ejecutivos de Great Benefit se verán obligados a reorganizar y reajustar su atareada vida, para regresar a<br />
Memphis la próxima semana.<br />
–¿Por qué no empezamos mañana? –pregunta Drummond estupefacto.<br />
Su pregunta es perfectamente lógica.<br />
–Soy yo quien preside esta sala, señor Drummond, quien dirige la instrucción del caso, y no le quepa le menor duda de que<br />
pienso dirigir también el proceso.<br />
–Pero, con la venia de su señoría, y no pretendo ser contradictorio, su presencia no es necesaria para tomar las declaraciones.<br />
Esos cinco caballeros han tenido que hacer grandes esfuerzos para estar hoy aquí. Tal vez la semana próxima no les sea<br />
posible.<br />
Eso es exactamente lo que Kipler esperaba oír.<br />
–Estarán aquí, señor Drummond, no le quepa la menor<br />
duda. El próximo lunes a las nueve de la mañana.<br />
–Con el debido respeto, su señoría, me parece injusto. –¿Injusto? Estas declaraciones podían haberse tomado en<br />
Cleveland hace dos semanas, señor Drummond. Pero su cliente<br />
empezó a hacer jugarretas.<br />
Tras una pequeña iglesia rural, a pocos kilómetros al norte de Memphis, depositan a Donny Ray para su eterno descanso.<br />
Puesto que yo soy uno de los ocho dolientes, se me indica que me ponga de pie tras las sillas donde está sentada la familia.<br />
Hace fresco y está nublado, un día propio de un entierro.<br />
El último funeral al que había asistido era el de mi padre y procuro no pensar en ello.<br />
La muchedumbre se apretuja bajo un palio color borgoña,<br />
mientras un joven sacerdote lee fragmentos de la Biblia. Con<br />
templamos el ataúd gris rodeado de flores. Oigo los sollozos de<br />
Dot y veo a Buddy sentado junto a Ron. Alejo la mirada, procurando mentalmente ausentarme y pensar en algo agradable.<br />
Deck está hecho un manojo de nervios cuando regreso al despacho. Su amigo Butch, el detective privado, está sentado sobre<br />
una mesa con sus protuberantes bíceps bajo un jersey de cuello rasgado. Es un individuo desaliñado de mejillas rojizas, con<br />
botas puntiagudas y aspecto de camorrista. Deck nos presenta, califica a Butch de cliente y me entrega un cuaderno con un<br />
mensaje escrito con un rotulador negro en la primera página: «Sigue hablando sin decir nada, ¿vale?»<br />
–¿Cómo ha ido el funeral? –pregunta Deck, al tiempo que me coge del brazo y me conduce hacia la mesa donde Butch está<br />
esperando.<br />
–Como todos los funerales –respondo, sin concentrar la mirada en esos dos individuos.<br />
–¿Cómo está la familia? –pregunta Deck.<br />
–Bien, supongo.<br />
Butch destornilla la tapa del auricular del teléfono y señala a su interior.<br />
–Por lo menos ahora ese chico ha dejado de sufrir, ¿no te parece? –dice Deck, mientras yo observo el auricular.<br />
Butch me muestra un pequeño artefacto negro pegado al interior, que yo me limito a contemplar.<br />
–¿No crees que es preferible que haya dejado de sufrir?<br />
La autoridad del juez es ilimitada en asuntos como éste y no existe apelación alguna. Kipler está castigando a Drummond y a<br />
Great Benefit, y en mi modesta opinión, exagera un poco. Aquí se celebrará un juicio dentro de pocos meses y el juez establece<br />
su autoridad. Le está comunicando a ese importante abogado que él, su señoría, será quien dirija el proceso.<br />
Me parece estupendo.<br />
–insiste Deck levantando la voz, al tiempo que me hurga las costillas con el codo.<br />
–Sí, por supuesto. Sin duda es preferible que haya dejado de sufrir. Pero no deja de ser muy triste.<br />
Vemos cómo Butch vuelve a colocar el teléfono hábilmente en su lugar y se encoge de hombros, como si yo supiera<br />
exactamente qué hay que hacer a continuación.<br />
–Vamos a tomar un café –dice Deck.<br />
–Buena idea –respondo, con un enorme nudo en el estómago.<br />
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