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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–e apetece algo?<br />

–Una Coca–cola. Este zumo es amargo.<br />

–Por supuesto –respondo antes de dirigirme a la barra, sin palabras para expresar mi emoción.<br />

Me sirvo yo mismo dos refrescos de la máquina automática, pago y coloco los vasos sobre su mesa. Dirijo la mirada a la silla<br />

vacía al otro lado de la mesa, como si estuviera completamente confundido.<br />

–Por favor, siéntate.<br />

–¿Estás segura?<br />

–Te lo ruego. Estoy harta de hablar con enfermeras.<br />

Me instalo en la silla y apoyo los codos sobre la mesa.<br />

–Me llamo Rudy Baylor –digo– Y tú eres Kelly...<br />

–Kelly Riker. Encantada de conocerte.<br />

–El gusto es mío.<br />

Es una chica muy atractiva, pero ahora que puedo mirarla sin disimulo a menos de un metro, estoy increíblemente<br />

boquiabierto. Sus ojos son de un castaño suave con un destello de picardía. Es exquisita. –Lo siento si te molesté anoche –digo<br />

ansioso por proseguir la conversación, puesto que hay muchas cosas que deseo saber.<br />

–No me molestaste. Lamento haberte ofrecido un espectáculo tan lamentable.<br />

–¿Por qué vienes a la cafetería? –pregunto, como si yo perteneciera al lugar y ella fuera una intrusa.<br />

–Para no estar siempre en mi habitación. ¿Y tú?<br />

–Estoy preparando mi examen de colegiatura y éste es un sitio tranquilo.<br />

–¿Entonces vas a ser abogado?<br />

–Eso es. He acabado la carrera hace unas semanas y ahora trabajo en un bufete. Cuando haya aprobado el examen estaré listo<br />

para actuar.<br />

Bebe con una paja y hace una ligera mueca al cambiar de posición.<br />

–Una fractura muy molesta, ¿no es cierto? –pregunto moviendo la cabeza en dirección a su pierna.<br />

–Es el tobillo. Me han insertado un clavo.<br />

–¿Cómo ocurrió?<br />

Ésta era la próxima pregunta más evidente y espero que me la responda con toda facilidad.<br />

Pero no es así. Titubea y se le humedecen inmediatamente los ojos.<br />

–Un accidente doméstico –responde, como si hubiera ensayado esa vaga explicación.<br />

¿Qué diablos significa eso? ¿Se cayó por la escalera?<br />

–Claro –digo, como si fuera perfectamente comprensible.<br />

Me preocupan sus muñecas, porque no están escayoladas sino sólo vendadas. No parecen rotas ni dislocadas. Tal vez laceradas.<br />

–Es una larga historia –farfulla entre sorbos, y desvía la mirada.<br />

–¿Cuánto hace que estás aquí? –pregunto.<br />

–Un par de días. Esperan a comprobar si el clavo está recto.<br />

De lo contrario, volverán a operarme. –Hace una pausa mientras juega con la paja– ¿No es éste un lugar un poco extraño para<br />

estudiar?<br />

–En realidad, no. Es tranquilo, hay café en abundancia y está abierto toda la noche. Llevas una alianza matrimonial.<br />

Eso me ha preocupado más que cualquier otra cosa.<br />

Se contempla el anillo, como si no estuviera segura de que seguía en su dedo.<br />

–Sí –responde antes de fijar la mirada en la paja.<br />

La alianza está sola, sin un diamante que la acompañe.<br />

–¿Entonces dónde está tu marido?<br />

–Haces muchas preguntas.<br />

–Soy abogado, o casi. Es la formación que recibimos.<br />

–Por qué quieres saberlo?<br />

–Porque es extraño que estés sola aquí en el hospital, evidentemente herida, y él no te acompañe.<br />

–Ha estado aquí hace un rato.<br />

–¿Ha regresado a casa para cuidar de los niños?<br />

–No tenemos hijos. ¿Y tú?<br />

–Tampoco. Ni hijos, ni esposa.<br />

–¿Qué edad tienes?<br />

–Haces muchas preguntas –respondo con una sonrisa y la mirada fija en el destello de sus ojos– Veinticinco. ¿Y tú?<br />

–Diecinueve –responde después de reflexionar unos instantes.<br />

–Eres jovencísima para estar casada.<br />

–No fue por elección.<br />

–Lo siento.<br />

–No es culpa tuya. Quedé embarazada cuando apenas había cumplido los dieciocho, me casé poco después, tuve un aborto a la<br />

semana de la boda y desde entonces las cosas han ido de mal en peor. ¿Satisface eso tu curiosidad?<br />

–No. Sí. Lo siento. ¿De qué te apetece hablar?<br />

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