legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Se supone que hoy, a primera hora, se dictarán las acusaciones oficiales. Deck sugiere que nos reunamos en nuestro nuevo<br />
bufete alrededor de las doce del mediodía y, puesto que no tengo nada mejor que hacer, acepto.<br />
Contemplo el techo oscuro durante media hora, hasta que me harto. Salgo a caminar descalzo por el césped fresco y húmedo, y<br />
me tumbo en la hamaca. Un personaje como Prince inspira rumores variopintos. Adoraba el dinero y en mi primer –día de<br />
trabajo en Yogi's, una camarera me contó que el ochenta por ciento no se declaraba. A los empleados nos encantaba<br />
chismorrear y especular sobre las cantidades que lograba ocultar. Tenía también otros negocios. El testigo de un juicio sobre<br />
negocios fraudulentos declaró hace un par de años que el noventa por ciento de los ingresos de cierto bar topless era en dinero<br />
al contado, y que el sesenta por ciento del mismo no se declaraba. Si Bruiser y Prince eran realmente propietarios de uno o<br />
varios clubes de comercio carnal, tenían una mina de oro.<br />
Se rumoreaba que Prince tenía una casa en México, cuentas bancarias en el Caribe, una amante negra en Jamaica, un cortijo en<br />
Argentina y otras cosas que no recuerdo. Había una puerta misteriosa en su despacho, tras la que se suponía la existencia de un<br />
pequeño cuarto lleno de cajas de billetes de veinte y cien dólares.<br />
Si ha huido, espero que esté a salvo, que haya logrado llevarse una buena parte de su preciado dinero y que nunca lo atrapen.<br />
No me importa lo que presuntamente haya hecho, es mi amigo.<br />
Dot me ofrece una silla junto a la mesa de la cocina, la misma silla, y me sirve un café instantáneo, en la misma taza. Es<br />
temprano y el olor a grasa de tocino impregna el aire de la abigarrada cocina. Buddy está ahí, declara con un ademán. No me<br />
molesto en mirar.<br />
Donny Ray está muy deteriorado, dice, y hace dos días que no se levanta de la cama.<br />
–Ayer se celebró la primera vista en el juzgado –le comunico.<br />
–¿Ya?<br />
–No fue un juicio ni nada por el estilo. Sólo una vista preliminar. La compañía de seguros intenta que se desestime el caso y<br />
estamos librando una gran batalla.<br />
Procuro expresarme con claridad, pero no estoy seguro de que me entienda. Dot mira hacia el jardín a través de las sucias<br />
ventanas, aunque no en dirección al Fairlane. No parece importarle.<br />
Eso me resulta curiosamente reconfortante. Si el juez Hale hace lo que creo que se propone y no logramos que otro juzgado<br />
admita la demanda, este caso habrá terminado. Puede que toda la familia se haya dado por vencida. Tal vez no les importe que<br />
fracasemos.<br />
Cuando venía en mi coche he decidido que no mencionaría<br />
al – juez Hale y sus amenazas. Sólo complicaría nuestra discusión. Sobrará tiempo para mencionarlo más adelante, cuando no<br />
tengamos otra cosa de que hablar.<br />
–La compañía de seguros ha hecho una oferta para zanjar el caso.<br />
–¿Qué clase de oferta?<br />
–Cierta suma de dinero.<br />
–¿Cuánto?<br />
–Setenta y cinco mil dólares. Calculan que eso será lo que les pagarán a sus abogados por defender el caso y nos lo ofrecen<br />
ahora para saldarlo definitivamente.<br />
Se le suben claramente los colores a las mejillas y aprieta la mandíbula.<br />
–Esos hijos de perra ahora creen que pueden comprarnos, ¿no es cierto?<br />
–Sí, eso es lo que creen.<br />
–Donny Ray no necesita el dinero. Lo que necesitaba era un trasplante de médula el año pasado. Ahora es demasiado tarde.<br />
–Estoy de acuerdo.<br />
Levanta su paquete de cigarrillos de la mesa y enciende uno. Tiene los ojos húmedos e irritados. Estaba equivocado. Esta<br />
madre no se ha dado por vencida. Quiere sangre.<br />
–¿Qué se supone que debemos hacer con setenta y cinco mil dólares? Donny Ray estará muerto, y sólo quedaremos él y yo –<br />
dice moviendo la cabeza en dirección al Fairlane– Son unos hijos de perra.<br />
–Estoy de acuerdo.<br />
–Supongo que les ha dicho que aceptaríamos el dinero, ¿no es cierto?<br />
–Claro que no. No puedo cerrar el caso sin su aprobación. Tenemos hasta mañana por la mañana para tomar una decisión.<br />
Sale a relucir de nuevo la cuestión de la desestimación. Tendremos derecho a apelar ante cualquier veredicto adverso por parte<br />
del juez Hale. Podría tardar aproximadamente un año, pero contamos con buenas posibilidades para luchar. Eso, sin embargo,<br />
es algo de lo que prefiero no hablar ahora.<br />
Permanecemos un largo rato en silencio, ambos perfectamente contentos de pensar y esperar. Intento organizar mis<br />
pensamientos. Sólo Dios sabe lo que pulula por su cerebro. Pobre mujer.<br />
–Creo que debemos hablar con Donny Ray –dice después de apagar su cigarrillo en el cenicero.<br />
La sigo a través de la oscura sala de estar y por un corto pasillo. La puerta de Donny Ray está cerrada y en la misma hay un<br />
cartel de PROHIBIDO FUMAR. Golpea suavemente y entramos. La habitación está limpia y ordenada. Desde un rincón sopla<br />
un ventilador. La ventana, con tela mosquitera, está abierta. Elevado al pie de la cama hay un televisor y junto al mismo, cerca<br />
de sus almohadas, una mesilla llena de frascos de líquidos y pastillas.<br />
Donny Ray yace tieso como una tabla, con una sábana recogida bajo su frágil cuerpo. Me brinda una radiante sonrisa al verme,<br />
e indica el lugar junto a él donde quiere que me siente. Obedezco. Dot se coloca al otro lado.<br />
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