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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–¿Incluida la de los Black? –Especialmente la de los Black.<br />

–Entonces cogió el dinero y firmó el acuerdo. ¿Por qué está ahora aquí?<br />

–Cuando me recuperé del susto, hablé con un abogado. Muy buen abogado. Y me aseguró que el acuerdo que había firmado<br />

era ilegal.<br />

–¿Tiene una copia de dicho acuerdo?<br />

–No. El señor Underhall no quiso entregarme ninguna. Pero puede preguntárselo a él. Estoy–segura de que tiene el original.<br />

Vuelvo lentamente la cabeza para mirar a Jack Underhall, al igual que el resto de los presentes en la sala. Los cordones de sus<br />

zapatos se han convertido de pronto en el centro de su vida y se los toca con los dedos, aparentemente ajeno a la declaración de<br />

Jackie.<br />

Miro a Leo Drummond y, por primera vez, le veo completamente derrotado. Su cliente, evidentemente, no le había hablado del<br />

soborno ni del acuerdo firmado bajo presión.<br />

–¿Por qué acudió a un abogado?<br />

–Porque necesitaba asesoramiento. Me habían despedido injustamente. Pero antes de que me despidieran, era objeto de<br />

discriminación por ser mujer y varios ejecutivos de Great Benefit me atosigaron sexualmente.<br />

–¿Alguien en particular?<br />

–Protesto, su señoría –dice Drummond–. Puede que esto sea muy interesante, pero no guarda relación con el caso que nos<br />

ocupa.<br />

–Veamos adónde nos conduce. De momento no se admite la protesta. Responda, señora Lemancyzk.<br />

–Mantuve relaciones sexuales con Everett Lufkin durante tres años –responde, después de respirar hondo–. Incrementó mi paga<br />

y subí de categoría, siempre a condición de que hiciera todo lo que él deseaba. Un buen día me harté y me degradaron de<br />

encargada decana de reclamaciones a simple administrativa. Redujeron mi salario en un veinte por ciento. Entonces Russell<br />

Krokit, a quien habían nombrado encargado decano de reclamaciones, después de haberle despedido cuando yo ocupaba el<br />

cargo, decidió que quería tener relaciones conmigo. Me obligó, bajo amenaza de despedirme si no accedía a sus deseos. Por<br />

otra parte, si me convertía durante algún tiempo en su amante, se aseguraría de que me ascendieran. Las alternativas eran<br />

complacerle o largarme.<br />

–¿Estaban ambos casados?<br />

–Sí, y con hijos. Era conocido su afán por las jovencitas en el departamento de reclamaciones. Podría facilitarle muchos<br />

nombres. Y ésos no son los dos únicos ejecutivos que cambian promoción por sexo.<br />

Una vez más, todas las miradas se dirigen a Underhall y Aldy.<br />

Hago una pausa para comprobar algo en mi mesa. No es más que un pequeño truco, que de algún modo he aprendido, para<br />

permitir que se asimile debidamente algo interesante antes de proseguir.<br />

Miro a Jackie y se seca los ojos con un pañuelo. Ahora están ambos– irritados. El jurado está con ella, dispuesto a matar para<br />

defenderla.<br />

–Hablemos de la ficha de los Black –digo–. Le fue asignada a usted.<br />

–Exactamente. Se me asignó la reclamación inicial de la señora Black. De acuerdo con la política vigente de la compañía, le<br />

mandé una carta de denegación.<br />

–¿Por qué?<br />

–¿Por qué? Porque todas las reclamaciones se denegaban inicialmente, por lo menos en mil novecientos noventa y uno.<br />

–¿Todas las reclamaciones?<br />

–Sí. Nuestra política consistía en denegar inicialmente todas las reclamaciones y luego revisar las de menor cuantía que<br />

parecían <strong>legítima</strong>s. Acabábamos por pagar algunas de ellas, pero ninguna de las cuantiosas a no ser que interviniera– algún<br />

abogado.<br />

–¿Cuándo entró en vigor dicha política?<br />

–El uno de enero de mil novecientos noventa y uno. Era un experimento, una especie de estratagema –dice al tiempo que yo<br />

asiento, para que prosiga–. La compañía decidió denegar todas las reclamaciones superiores a los mil dólares, durante un<br />

período de doce meses. No importaba lo <strong>legítima</strong> que fuera la reclamación, simplemente se denegaba. Muchas de las<br />

reclamaciones de menor cuantía también se denegaban, si encontrábamos alguna razón para hacerlo. Se pagaron muy pocas<br />

reclamaciones de mayor cuantía, y sólo cuando el asegurado había contratado a un abogado y empezado a amenazarnos.<br />

–¿Durante cuánto tiempo estuvo vigente dicha política?<br />

–Doce meses. Fue un experimento de un año. Nunca se había hecho en el sector de los seguros y la dirección en general lo<br />

consideró una idea maravillosa. Denegar durante un año, sumar el dinero ahorrado, deducir lo gastado en acuerdos en los<br />

juzgados, y lo que queda es un buen saco de oro.<br />

–¿Cuánto oro?<br />

–Esa estratagema les permitió ganar unos cuarenta millones adicionales.<br />

–¿Cómo lo sabe?<br />

–Cualquiera que pase el tiempo suficiente con esos cretinos en la cama, oye toda clase de basura. Te lo cuentan todo. Hablan de<br />

sus esposas y del trabajo. No me siento orgullosa de ello. No me proporcionó un solo momento de placer. Era una víctima.<br />

Vuelve a tener los ojos irritados y le tiembla ligeramente la voz.<br />

Hago otra pausa mientras repaso mis notas.<br />

–¿Qué tratamiento se otorgó a la reclamación de los Black?<br />

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