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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

O tal vez debí haber llamado a la policía y contarles la verdad. Kelly y yo teníamos perfecto derecho a estar en la casa. Es<br />

evidente que estaba al acecho en algún lugar cercano cuando se le suponía en otro lugar. Yo estaba en mi perfecto derecho a<br />

defenderme, desarmarlo y golpearle con su propia arma. Dada la violencia de su personalidad y sus antecedentes, ningún<br />

jurado del mundo me condenaría. Además, el único testigo presencial estaría completamente de mi parte.<br />

¿Entonces por qué no me quedé en la casa? Por una parte, ella me empujaba hacia la puerta, y ésa parecía la mejor forma de<br />

actuar. ¿Quién puede pensar racionalmente cuando, en quince segundos, uno pasa de ser brutalmente atacado a convertirse<br />

en asesino?<br />

El error número dos fue mentir acerca de su coche. Circulé por el aparcamiento cuando salí de la comisaría y encontré el<br />

Volkswagen Rabbit de Kelly y el cuatro por cuatro de Cliff. Esta mentira funcionará, siempre y cuando nadie le cuente a la<br />

policía que su coche no se había movido desde hacía varios días.<br />

¿Pero y si Cliff y algún amigo habían inmovilizado su coche cuando Kelly estaba en el hogar, y el amigo aparece dentro de<br />

unas horas y se lo cuenta a la policía? Se me desboca la imaginación.<br />

El peor error que he recordado en las últimas cuatro horas ha sido el de la mentira acerca de la llamada telefónica, que Kelly<br />

supuestamente realizó después de llamar al cero noventa y uno. Eso fue mi pretexto para estar tan pronto en la comisaría. Es<br />

una mentira estúpida, y si la policía decide comprobar las llamadas me veré en un grave aprieto.<br />

Aparecen otros errores conforme avanza la noche. Afortunadamente, la mayoría son producto de una mente asustada, y la<br />

mayoría desaparecen después de un cuidadoso análisis y de haber tomado suficientes notas.<br />

Dejo que Deck duerma hasta las cinco antes de despertarle. Al cabo de una hora está en el despacho con café. Le cuento mi<br />

versión de lo sucedido y su respuesta inicial es maravillosa.<br />

–Ningún jurado del mundo la condenará –dice sin la menor duda.<br />

–El juicio es una cosa –digo yo–. Sacarla de la cárcel, otra.<br />

Formulamos un plan. Necesito documentos: informes de detenciones, fichas judiciales, informes médicos y una copia de su<br />

primera petición de divorcio. Deck está impaciente por reunir todo lo necesario. A las siete sale a por más café y para comprar<br />

un periódico.<br />

La noticia aparece en la página tercera de la sección metropolitana, en tres breves párrafos sin ninguna fotografía del fallecido.<br />

Ocurrió demasiado tarde para elaborar un buen artículo. ESPOSA DETENIDA POR LA MUERTE DEL MARIDO dice el<br />

titular, pero en Memphis ocurren tres casos parecidos todos los meses. Si no lo buscara, no lo habría visto.<br />

Llamo a Butch y le obligo a resucitar. Se acuesta tarde. Vive solo después de tres divorcios y le gusta cerrar los bares. Le<br />

cuento que su amigo Cliff Riker ha encontrado una muerte prematura y eso parece estimularlo. Llega al despacho poco después<br />

de las ocho y le explico que quiero que inspeccione la zona y averigüe si alguien ha visto u oído algo, y si la policía hace lo<br />

mismo. Butch me interrumpe. Él es el investigador, sabe lo que hay que hacer.<br />

Llamo a Booker a su despacho y le explico que una cliente para la que tramito el divorcio anoche mató a su marido, pero es<br />

una chica realmente encantadora y quiero sacarla de la cárcel. Necesito su ayuda. El hermano de Marvin Shankle es juez de un<br />

tribunal penal y quiero que la ponga en libertad bajo su propia palabra, o con una fianza muy baja.<br />

–¿Has pasado de un veredicto de cincuenta millones a un asqueroso divorcio? –pregunta Booker bromeando.<br />

Logro soltar una carcajada. Si lo supiera...<br />

Marvin Shankle ha salido de la ciudad, pero Booker me promete empezar a hacer llamadas. Salgo de mi despacho a las ocho y<br />

media y me dirijo velozmente al centro de la ciudad. A lo largo de la noche, he procurado no pensar en Kelly en una celda<br />

de la cárcel.<br />

Entro en el palacio de Justicia del condado de Shelby y voy directamente hacia el despacho de Lonnie Shanke. Al llegar me<br />

entero de que el juez Shankle, al igual que su hermano, ha salido de la ciudad y no volverá hasta esta tarde. Hago algunas<br />

llamadas e intento localizar la ficha de Kelly. No es más que una entre varias docenas de personas detenidas anoche y estoy<br />

seguro de que su ficha está todavía en la policía.<br />

Me reúno con Deck a las nueve y media en el vestíbulo. Lleva consigo los informes de las detenciones. Le mando a la<br />

comisarla de policía en busca de la ficha de Kelly.<br />

Las oficinas del fiscal del distrito del condado de Shelby están en el tercer piso, y consta de cinco secciones con más de setenta<br />

fiscales. En abusos domésticos hay sólo dos, Morgan Wilson y otra mujer. Afortunadamente, Morgan Wilson está en su<br />

despacho, sólo es cuestión de entrar. Coqueteo con la recepcionista durante media hora y, asombrosamente, funciona.<br />

Morgan Wilson es una mujer asombrosa de unos cuarenta años, que me recibe con un fuerte apretón de manos y una sonrisa<br />

que sugiere: «Dese prisa, estoy muy ocupada.» Su despacho está abarrotado de sumarios, pero muy ordenado. Me canso sólo<br />

de ver todo el trabajo que hay que hacer. Nos sentamos y de pronto me reconoce.<br />

–¿El individuo dedos cincuenta millones de dólares? –pregunta ahora con una sonrisa mucho más amable.<br />

–Ése soy yo –respondo encogiéndome de hombros, como si se tratara de algo perfectamente común.<br />

–Le felicito –dice claramente impresionada.<br />

El precio de la fama. Sospecho que, como todos los demás abogados, está calculando el treinta por ciento de cincuenta<br />

millones.<br />

Ella gana cuarenta mil anuales a lo sumo y, naturalmente, quiere hablar de mi buena suerte. Le hago un breve resumen del<br />

juicio y de mi sensación cuando oí el veredicto. Me apresuro y le cuento el motivo de mi visita.<br />

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