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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Sí, un buen palo. Y que lo digas. Hace un año que no lo intento. No sé si volveré a presentarme jamás.<br />

–¿En qué universidad estudiaste?<br />

Se lo pregunto porque me pone muy nervioso. No estoy seguro de querer comentar con él el caso de los Black. ¿Cómo encaja<br />

en este asunto? ¿Cuál será su parte de los beneficios?<br />

–En California –responde, con el rostro más contorsionado que he visto en mi vida: ojos que se abren y se cierran, cejas que<br />

vibran y labios que tiemblan– Estudiaba por las noches. En aquella época estaba casado y trabajaba cincuenta horas semanales.<br />

No me quedaba mucho tiempo para los libros. Tardé cinco años en terminar la carrera. Mi esposa me abandonó y yo me<br />

trasladé aquí.<br />

Sus oraciones se hacen progresivamente cortas, hasta que sus palabras se pierden en la lejanía y me deja momentáneamente en<br />

vilo.<br />

–Sí, bueno, ¿cuánto hace que trabajas para Bruiser?<br />

–Casi tres años. Me trata como a cualquier otro asociado. Busco los casos, me ocupo de ellos y le doy su par–te. Todo el<br />

mundo está contento. Suele pedirme que examine los casos de seguros cuando llegan. Durante dieciocho años trabajé para la<br />

Pacific Mutual, hasta que me harté e ingresé en la Facultad de Derecho...<br />

Una vez más, sus palabras se pierden en la lejanía.<br />

–¿Cómo te las arreglas cuando has de comparecer en el juzgado? –pregunto después de observar y esperar.<br />

Se ríe como si fuera muy gracioso.<br />

–En realidad, he comparecido varias veces personalmente. Hasta ahora nunca me han descubierto. Circulan tantos abogados<br />

por el juzgado que es imposible tenemos a todos controlados. Cuando se trata de un juicio llamo a Bruiser. 0 tal vez a otro de<br />

los miembros asociados.<br />

–Bruiser me ha dicho que había cinco abogados en el bufete.<br />

–Sí. Yo, Bruiser, Nicklass, Toxer y Ridge. Pero yo no lo llamaría bufete. Cada uno funciona por cuenta propia. Ya lo<br />

descubrirás. Buscas tus propios casos y clientes, y te quedas con un tercio de los ingresos brutos.<br />

Impresionado por su franqueza, decido proseguir.<br />

–¿Es un buen negocio para los asociados?<br />

–Depende de tus aspiraciones –responde sin dejar de volver la cabeza, como si Bruiser pudiera escucharle– En otras partes hay<br />

mucha competencia. A mí me viene como anillo al dedo, porque puedo ganar cuarenta mil anuales ejerciendo la profesión sin<br />

estar colegiado. Pero no se lo digas a nadie.<br />

Ni soñarlo.<br />

–¿Cuál es tu función en mi caso contra la compañía de seguros? –pregunto.<br />

–Ah, eso. Bruiser me pagará si se recibe alguna compensación. Le ayudo con sus sumarios, pero soy el único en quien confía.<br />

A ninguno de los demás se le permite tocar sus sumarios.<br />

Ha despedido a varios abogados que intentaron entrometerse. Yo soy inofensivo. No puedo ir a otra parte, por lo menos hasta<br />

que apruebe el examen de colegiatura.<br />

–¿Cómo son los demás abogados?<br />

–Personas normales. Vienen y van. No elige a los más listos, ¿sabes? Contrata a jóvenes que circulan por las calles. Trabajan<br />

aquí uno o dos años, consiguen algunos clientes, hacen contactos y luego abren su propio despacho. El personal se renueva<br />

constantemente.<br />

Aumenta mi curiosidad.<br />

–¿Puedo hacerte una pregunta? –digo, contra mis mejores instintos.<br />

–Por supuesto.<br />

Le entrego el informe del accidente y lo examina velozmente.<br />

–Bruiser te lo ha entregado, ¿no es cierto?<br />

–Sí, hace unos minutos. ¿Qué espera que haga?<br />

–Conseguir el caso. Encuentra a la víctima, hazle firmar un contrato con el bufete de J. Lyman Stone y ocúpate del caso.<br />

–¿Cómo puedo encontrarlo?<br />

–Por lo que parece está en el hospital. Ése suele ser el mejor lugar donde encontrarlos.<br />

–¿Vas a los hospitales?<br />

–Por supuesto. Con mucha frecuencia. El caso es que Bruiser tiene ciertos contactos en la comisaría central. Muy buenos<br />

contactos, amigos de su infancia. Le facilitan estos informes casi todas las mañanas. Los distribuye por la oficina y espera que<br />

consigamos los casos. No hay que ser físico nuclear.<br />

–¿Qué hospital?<br />

Levanta la mirada de sus enormes ojos al techo y mueve con asco la cabeza.<br />

–¿Qué te han enseñado en la facultad?<br />

–Poca cosa, pero ciertamente no a perseguir ambulancias.<br />

–Entonces te conviene aprender con rapidez. De lo contrario, te morirás de hambre. Fíjate en este número de teléfono del<br />

conductor lesionado. Simplemente llama, dile a quien conteste que perteneces al cuerpo de bomberos de Memphis, o algo por<br />

el estilo, y que necesitas hablar con el conductor lesionado, como quiera que se llame. Evidentemente, no podrá ponerse al<br />

teléfono porque está en el hospital. ¿Qué hospital? Necesitas la información para tu ordenador. Te lo dirán. Siempre funciona.<br />

Utiliza tu imaginación. La gente es crédula.<br />

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