legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
–¿Cuántas pólizas hay en el mercado?<br />
En realidad he formulado esta pregunta durante la instrucción, pero todavía espero una respuesta.<br />
–Casi cien mil. Si calcula una media de reclamaciones del diez por ciento, eso supone diez mil reclamaciones anuales,<br />
aproximadamente lo normal en dicho sector. Digamos, por ejemplo, que denieguen la mitad de las reclamaciones. Quedan<br />
reducidas a cinco mil. La cantidad media por reclamación es de diez mil dólares. Cinco mil por diez mil son cincuenta millones<br />
de dólares. Y supongamos que se gasten diez millones, por decir algo, para saldar los pleitos que aparezcan. Se habrán<br />
ahorrado cuarenta millones con sus pequeñas estratagemas y puede que al año siguiente vuelvan a pagar las reclamaciones<br />
<strong>legítima</strong>s. Al cabo de otro año, aplican de nuevo la política de las denegaciones. Elaboran otra estrategia. Ganan tanto dinero<br />
que pueden permitirse el lujo de estafar a cualquiera.<br />
–¿Puede demostrarlo? –pregunto después de mirarle fijamente un buen rato.<br />
–No. Es sólo un presentimiento. Probablemente es imposible demostrarlo, porque es tan incriminador. Esta compañía comete<br />
verdaderas estupideces, pero dudo que sean tan idiotas como para poner algo como esto por escrito.<br />
Empiezo a mencionarle lo de la «estúpida carta», pero opto por no hacerlo. Lleva las de ganar. Saldrá victorioso de cualquier<br />
contienda.<br />
–¿Forma parte de alguna asociación de abogados? –pregunta.<br />
–No. Ejerzo desde hace sólo unos meses.<br />
–Yo estoy bastante involucrado. Hay una red relativamente indefinida de abogados, a los que nos gusta demandar a las<br />
compañías de seguros por casos de mala fe. Nos mantenemos en contacto. Intercambiamos rumores. Oigo muchas cosas acerca<br />
de Great Benefit. Creo que han denegado demasiadas reclamaciones. Todo el mundo está a la espera del primer gran juicio que<br />
les ponga de manifiesto. Un buen veredicto iniciará la estampida.<br />
–No estoy seguro en cuanto al veredicto, pero puedo garantizarle que se celebrará el juicio.<br />
Me dice que hablará probablemente con sus compañeros, activará la red y sus contactos, recogerá los rumores y averiguará lo<br />
que sucede en otras partes del país. Y puede que acuda a Memphis en febrero para presenciar el juicio. Un buen veredicto,<br />
repite, romperá el dique.<br />
Paso la mitad del día siguiente repasando la ficha de Jackson, le doy las gracias y me marcho. Insiste en que me mantenga en<br />
contacto. Tiene el presentimiento de que muchos abogados estarán pendientes del juicio.<br />
¿Por qué me da miedo?<br />
Tardo doce horas en regresar a Memphis. Cuando descargo el Volvo tras la oscura casa de la señorita Birdie, empieza a caer<br />
una suave nevada. Mañana es Año Nuevo.<br />
CUARENTA<br />
La entrevista preliminar al juicio se celebra a mitad de enero, en la sala del juez Kipler. Su señoría nos organiza alrededor de la<br />
mesa de la <strong>defensa</strong> y ordena a un alguacil que vigile la puerta para impedir la entrada de cualquier abogado en el juzgado. Él se<br />
sienta en un extremo, sin toga, con su secretaria a un lado y la relatora al otro. Yo estoy a su derecha, de espaldas a la sala, y<br />
frente a mí está todo el equipo de la <strong>defensa</strong>. Es la primera vez que veo a Drummond desde la declaración de Kord, el doce de<br />
diciembre, y tengo que hacer un esfuerzo para no perder los buenos modales. Cada vez que descuelgo el teléfono de mi<br />
despacho veo a ese maleante de impecable compostura, elegantemente vestido y sumamente respetado, que escucha mi<br />
conversación.<br />
Ambas partes hemos solicitado órdenes preliminares y hoy se resolverán las discrepancias. La orden definitiva servirá de<br />
programa para el juicio.<br />
Kipler no se sorprendió excesivamente cuando le mostré los manuales que me ha prestado Cooper Jackson. Los ha comparado<br />
cuidadosamente con los que me ha entregado Drummond. Según su señoría, no estoy obligado a comunicarle a Drummond que<br />
sé que me han ocultado documentos. Las normas me autorizan a esperar al juicio y poner a Great Benefit en evidencia ante el<br />
jurado.<br />
El efecto será devastador. Les bajaré los pantalones ante el jurado y veré cómo echan a correr.<br />
Llegamos a la cuestión de los testigos. He confeccionado una lista de casi todos los nombres relacionados con el caso.<br />
–Jackie Lemancyzk ya no trabaja para mi cliente –dice Drummond.<br />
–¿Sabe dónde está? –me pregunta Kipler.<br />
–No –respondo sinceramente.<br />
He hecho un centenar de llamadas a la región de Cleveland y no he encontrado ni rastro de Jackie Lemancyzk. También he<br />
convencido a Butch para que procurara localizarla por teléfono, pero ha corrido la misma suerte.<br />
–¿Lo sabe usted? –le pregunta a Drummond.<br />
–No.<br />
–En tal caso, la consideraremos como posible testigo.<br />
–Exactamente.<br />
A Drummond y T. Pierce Morehouse les parece gracioso, e intercambian sonrisas de frustración. No lo hallarán tan divertido si<br />
logramos localizarla y acude a declarar. Aunque parece bastante improbable.<br />
–¿Qué me dicen de Bobby Ott? –pregunta Kipler.<br />
–Otro testigo posible –respondo.<br />
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