legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
El último lugar al que me apetece ir es el despacho. Estoy demasiado cansado y aturdido para celebrarlo en un bar y, además,<br />
mi único compañero en este momento es Deck, que es abstemio. Por otra parte, con un par de copas entraría en coma, de modo<br />
que no me tientan. Deberíamos haber organizado una gran fiesta en algún lugar, pero esas cosas son difíciles de preparar con<br />
antelación cuando dependen de la decisión de un jurado.<br />
Tal vez mañana. Estoy seguro de que habré superado el trauma y tendré una reacción tardía al veredicto. Para entonces se habrá<br />
impuesto la realidad. Mañana lo celebraré.<br />
Me despido de Deck en la puerta del juzgado, le digo que estoy agotado y le prometo que nos veremos más tarde. Todavía<br />
estamos los dos aturdidos y necesitamos tiempo a solas para reflexionar. Me dirijo a casa de la señorita Birdie y llevo a cabo mi<br />
inspección cotidiana de todas las habitaciones de la casa. Es un día como otro cualquiera, no tiene nada de especial. Me siento<br />
en el jardín, contemplo mi pequeño piso y, por primera vez, empiezo a gastar dinero. ¿Cuánto tiempo transcurrirá, antes de que<br />
adquiera o construya mi propia casa? ¿Qué coche nuevo me compraré? Procuro alejar estos pensamientos de mi cabeza, pero<br />
no lo logro. ¿Qué hace alguien con dieciséis millones y medio de dólares? Ni siquiera soy capaz de comprenderlo. Sé que<br />
puede haber todavía un sinfín de problemas: puede anularse el veredicto y ordenar un nuevo juicio, podría invertirse el<br />
veredicto y dejarme sin blanca, la cantidad por daños y perjuicios podría reducirse enormemente en el tribunal de apelación, o<br />
ser anulada por completo. Sé que esas terribles cosas pueden suceder, pero de momento el dinero es mío.<br />
Sueño mientras se pone el sol. La atmósfera está clara, pero muy fría. Tal vez mañana empiece a asimilar la magnitud de lo que<br />
he hecho. De momento me reconforta la idea de haber liberado de mi alma una enorme cantidad de veneno. Durante casi un<br />
año me ha atormentado el odio por esa entidad mística que es Great Benefit Life. He detestado a los que trabajan en la misma,<br />
a las personas que provocaron una secuencia de sucesos que acabaron con la vida de una víctima inocente. Espero que Donny<br />
Ray descanse en paz. Sin duda, algún ángel le comunicará lo sucedido hoy.<br />
Se les ha puesto en evidencia y se ha demostrado que eran culpables. He dejado de odiarles.<br />
Kelly corta pequeños trozos de pizza con el tenedor y da minúsculos mordiscos. Todavía tiene los labios hinchados y le duelen<br />
las mejillas y la mandíbula. Estamos sentados en su cama individual, de espaldas a la pared, con las piernas estiradas y la caja<br />
de la pizza entre los dos. Miramos una película de John Wayne en la pantalla de dieciocho pulgadas de un Sony colocado sobre<br />
la cómoda, a poca distancia al otro lado de la pequeña habitación.<br />
Lleva el mismo pantalón gris, sin calcetines ni zapatos, y veo una pequeña cicatriz en su tobillo derecho, el que le fracturó el<br />
verano pasado. Se ha lavado el cabello y recogido en una cola de caballo. Se ha pintado las uñas rojo claro. Intenta estar alegre<br />
y charlar, pero le duele todo el cuerpo y es difícil pasárselo bien. Hablamos poco. Nunca he recibido una fuerte paliza y es<br />
difícil imaginar sus efectos secundarios. Los dolores físicos son bastante fáciles de comprender. El horror mental no lo es. Me<br />
pregunto en qué momento decidió parar, detenerse y admirar su obra.<br />
Procuro no pensar en ello. No hemos hablado de ello, ni tengo intención alguna de sacarlo a relucir. Cliff no ha dado señales de<br />
vida desde que recibió los papeles.<br />
Ha conocido a otra mujer aquí en el hogar, como prefieren llamarlo, una madre madura de tres adolescentes, tan asustada y<br />
traumatizada que tiene dificultad en pronunciar una oración completa. Está en la habitación contigua. El lugar es sumamente<br />
silencioso. Kelly ha salido sólo una vez de su habitación, para sentarse en el jardín trasero a tomar el fresco. Ha intentado leer,<br />
pero es difícil. Su ojo izquierdo sigue casi completamente cerrado y el derecho a veces empañado. El médico dijo que el daño<br />
no era permanente.<br />
Ha llorado varias veces y le he prometido repetidamente que ésta ha sido su última paliza. Nunca volverá a ocurrir, aunque<br />
tenga que matar a ese cabrón con mis propias manos. Y lo digo en serio. Si se acercara a ella, estoy convencido de que sería<br />
capaz de volarle la tapa de los sesos.<br />
Me da lo mismo que me detengan, me acusen y me juzguen. Dejen mi suerte en manos de doce componentes de un jurado.<br />
Nada puede impedir mi ímpetu.<br />
No le menciono el veredicto. Sentado aquí con ella en esta pequeña habitación semioscura, viendo cómo cabalga John Wayne,<br />
parece que la sala de Kipler esté a días y kilómetros de distancia.<br />
Y ahí es exactamente donde quiero estar.<br />
Terminamos la pizza y nos acercamos. Nos cogemos de la mano como unos chiquillos. Pero debo ser cauteloso, porque está<br />
literalmente magullada de pies a cabeza.<br />
Acaba la película y comienzan las noticias de las diez. De pronto tengo curiosidad por ver si mencionan el caso Black. Después<br />
de las violaciones y asesinatos obligatorios, y del primer interludio publicitario, el presentador anuncia en un tono bastante<br />
grandilocuente:<br />
–Hoy ha sucedido algo insólito en un juzgado de Memphis. Un jurado civil ha otorgado la inusitada cantidad de cincuenta<br />
millones de dólares en daños y perjuicios contra Great Benefit Life Insurance Company de Cleveland, Ohio. Rodney Frate nos<br />
cuenta lo sucedido.<br />
No puedo evitar sonreírme. Vemos a continuación a Rodney Frate en directo, temblando de frío frente al juzgado del condado<br />
de Shelby, que evidentemente está desierto desde hace horas.<br />
–Hola Arnie, hace aproximadamente una hora he hablado con Pauline MacGregor, secretaria del tribunal del circuito, y me ha<br />
confirmado que alrededor de las cuatro de esta tarde, un jurado en la división octava, que es la sala del juez Kipler, ha dictado<br />
un veredicto de doscientos mil dólares por daños sufridos y cincuenta millones en concepto punitivo. He hablado también con<br />
el juez Kipler, que no ha querido posar para la cámara, y me ha dicho que se trataba de un caso de mala fe contra Great Benefit.<br />
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