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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

mil dólares mensuales. Se ocupan de todo, desde divorcios hasta transacciones inmobiliarias o parcelación, pero,<br />

evidentemente, su anuncio hace hincapié en su experiencia con víctimas de siniestros automovilísticos.<br />

Independientemente de lo que haga un abogado, suele declararse experto en el campo de las lesiones personales, porque para la<br />

inmensa mayoría de los abogados que no tienen clientes a los que puedan facturar por horas eternamente su única esperanza de<br />

ganar una cantidad respetable de dinero consiste en representar a personas lesionadas o muertas en accidentes automovilísticos.<br />

El caso por ejemplo de la víctima de una colisión, en la que el otro conductor sea culpable y esté asegurado. Pasa una semana<br />

en el hospital, con una pierna rota y la consiguiente pérdida de salario Si el abogado logra ponerse en contacto con él, antes de<br />

que lo haga el tasador de la compañía, puede sacarle cincuenta mil dólares al seguro. El abogado dedica un tiempo considerable<br />

al papeleo, pero probablemente no tenga necesidad de recurrir al juzgado. Invierte un máximo de treinta horas en el caso y<br />

recibe unos honorarios de unos quince mil. Eso equivale a quinientos dólares la hora.<br />

Magnífico trabajo si uno puede conseguirlo. De ahí que casi todos los abogados en las páginas amarillas de Memphis apelen a<br />

las víctimas de accidentes automovilísticos. No es preciso tener experiencia en los juzgados; el noventa y nueve por ciento de<br />

los casos se resuelven sin acudir al juez. El quid consiste en conseguir el caso.<br />

No me importa su anuncio. Lo único que me interesa es convencerles de que me ofrezcan un empleo. Permanezco unos<br />

momentos sentado en mi coche mientras la lluvia cae sobre el parabrisas. Preferiría que me azotaran antes de entrar en esa<br />

oficina, sonreírle amablemente a la recepcionista, charlar como un vendedor a domicilio y poner en práctica mi última<br />

estratagema, para poder saltar la valla y hablar con uno de sus jefes.<br />

No puedo creer que esté haciéndolo.<br />

ONCE<br />

Mi pretexto para no asistir a la ceremonia de licenciatura es que tengo entrevistas en ciertos bufetes. Entrevistas prometedoras,<br />

le aseguro a Booker, aunque él sabe que no es cierto. Es perfectamente consciente de que lo único que hago es llamar de puerta<br />

en puerta y distribuir mi currículum como quien arroja confeti por toda la ciudad.<br />

Booker es la única persona a quien le importa que me ponga una toga y un birrete, y participe en la celebración. Le decepciona<br />

que no asista. Mi madre y Hank están de viaje por algún lugar de Maine, observando la aparición de nuevas hojas verdes en los<br />

árboles. Hablé con ella hace un mes y no tiene ni la más remota idea de cuándo termina el curso.<br />

He oído decir que la ceremonia es sumamente aburrida, con largos discursos pronunciados por viejos y ampulosos jueces,<br />

exhortando a los licenciados a amar la ley, a trataría como una profesión honorable, respetarla como a una amante celosa y<br />

reconstruir su imagen tan mancillada por nuestros predecesores.<br />

Ad nauseam. Prefiero sentarme en Yogi's y ver cómo Prince apuesta en las carreras de chivos.<br />

Booker estará allí con su familia: Charlene y sus hijos, sus padres, sus suegros, sus abuelos, tías, tíos y primos. El clan Kane<br />

constituirá un grupo formidable. Abundarán las lágrimas y las fotografías. Ha sido el primero de su familia en acabar una<br />

carrera universitaria y el hecho de licenciarse en Derecho es motivo de gran orgullo para ellos. Siento la tentación de ocultarme<br />

entre el público sólo para ver a sus padres cuando reciba el diploma. Probablemente lloraría con ellos.<br />

No sé si la familia de Sara Plankemore estará presente en la celebración, pero no pienso arriesgarme. Me resulta insoportable la<br />

idea de verla sonreír ante la cámara acompañada de su prometido, S. Todd Wilcox. Con su holgada toga sería imposible ver si<br />

tenía la barriga abultada. Pero tendría que mirarla fijamente. Por mucho que me esforzara, sería incapaz de alejar la mirada de<br />

su cintura.<br />

Es preferible no asistir a la ceremonia. Madeline Skinner me confesó hace un par de días que todos los demás licenciados<br />

habían encontrado algún tipo de trabajo. Muchos se contentaron con menos de lo que esperaban. Por lo menos quince de ellos<br />

se lanzan a la calle por cuenta propia, con un pequeño bufete y dispuestos a entrar en acción. Han conseguido dinero prestado<br />

de sus padres y tíos, y han alquilado pequeños despachos con muebles baratos. Madeline tiene los datos. Conoce el destino de<br />

todo el mundo. No estoy dispuesto en modo alguno a sentarme ahí con una toga y un birrete rodeado de ciento veinte<br />

condiscípulos, todos ellos conscientes de que yo, Rudy Baylor, soy el único imbécil que no ha conseguido empleo. Más me<br />

valdría ponerme una toga fluorescente y un birrete de neón. Ni pensarlo. Preferí recoger ayer mi diploma.<br />

La ceremonia empieza a las dos de la tarde y exactamente a esa misma hora entro en el bufete de Jonathan Lake. Por primera<br />

vez, ésta será una segunda visita. Estuve aquí hace un mes para entregarle tímidamente mi currículum a la secretaria. Esta visita<br />

es diferente. Ahora tengo un plan.<br />

He investigado un poco el bufete Lake, como es comúnmente conocido. Puesto que el señor Lake no es muy partidario de<br />

compartir su riqueza, es el único socio. Tiene doce abogados que trabajan para él, siete de ellos conocidos como juristas<br />

asociados y otros cinco más jóvenes que hacen un poco de todo. Los siete juristas asociados son expertos en juicios. Cada uno<br />

dispone de una secretaria, un pasante, e incluso el pasante tiene secretaria. En conjunto forman una denominada unidad<br />

ejecutiva, y cada una de ellas trabaja independientemente de las demás y sólo Jonathan Lake interviene en alguna ocasión para<br />

prestar apoyo. Él se reserva los casos que le interesan, habitualmente los que ofrecen un mayor potencial de un consistente<br />

veredicto. Le encanta demandar a los ginecólogos en casos de partos problemáticos y últimamente ha ganado una fortuna en un<br />

pleito por intoxicación con amianto.<br />

Cada jurista asociado es responsable de su propio personal, puede contratar y despedir a su antojo, y se ocupa también de<br />

generar nuevos casos. He oído que casi el ochenta por ciento del negocio del bufete llega en forma de casos recomendados por<br />

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