legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
–¿Cuándo empezaste a trabajar? –pregunto.<br />
–Hace dos semanas. Necesitamos un poco más de dinero<br />
para Navidad.<br />
Probablemente ganará más que yo entre ahora y la Navidad.<br />
–¿Te permite que trabajes? –Prefiero no hablar de él. –¿De qué quieres hablar? –¿Cómo va la abogacía?<br />
–Ajetreada. Tengo un juicio muy importante en febrero. –¿De modo que estás satisfecho?<br />
–Es una lucha, pero el bufete prospera. Los abogados pasamos hambre y luego, si hay suerte, nos hacemos ricos.<br />
–¿Y si no hay suerte?<br />
–Seguimos pasando hambre. Prefiero no hablar de abogados.<br />
–De acuerdo. Cliff quiere tener un hijo. –¿De qué servirá eso? –No lo sé.<br />
–No lo hagas, Kelly –digo con una pasión que me deja asombrado.<br />
Nos miramos y estrechamos la mano.<br />
¿Por qué estoy sentado en un cine a oscuras y cogido de la mano con una mujer casada? He ahí la pregunta del siglo. ¿Qué<br />
sucedería si de pronto apareciera Cliff y me sorprendiera abrazado a su esposa? ¿Quién mataría a quién?<br />
–Me ha dicho que deje de tomar la píldora. –¿Lo has hecho?<br />
–No. Pero me preocupa lo que pueda suceder cuando no quede embarazada. Como recordarás, hasta ahora ha sido<br />
relativamente fácil.<br />
–Es tu cuerpo.<br />
–Sí, y lo quiere constantemente. Está obsesionado con el<br />
sexo.<br />
–Preferiría hablar de otro tema, si no te importa.<br />
–De acuerdo. Ya casi no nos queda nada de qué hablar. –Tienes razón.<br />
Nos soltamos la mano y dedicamos unos momentos a mirarla película. Kelly se gira lentamente y se apoya sobre el codo.<br />
Nuestras caras están a escasos centímetros.<br />
–Sólo deseaba verte, Rudy –dice, casi en un susurro.<br />
–¿Eres feliz? –pregunto, al tiempo que le acaricio la mejilla con el reverso de la mano.<br />
¿Cómo puede ser feliz?<br />
–No, realmente no.<br />
–¿Qué puedo hacer?<br />
–Nada –responde después de morderse el labio y me parece detectar lágrimas en sus ojos. –Debes tomar una decisión. –¿Tú<br />
crees?<br />
–Olvídate de mí, o solicita el divorcio.<br />
–Creí que eras mi amigo.<br />
–Eso creía yo también. Pero no es cierto. Es más que amistad y ambos lo sabemos.<br />
Miramos unos momentos la película.<br />
–Debo marcharme –dice–. Mi descanso ya casi ha terminado. Lamento haberte molestado.<br />
–No me has molestado, Kelly. Estoy encantado de verte. Pero no pienso ocultarme de este modo. Solicita el divorcio, u<br />
olvídate de mí.<br />
–No puedo olvidarte.<br />
–Entonces solicitemos el divorcio. Podemos hacerlo mañana mismo. Te ayudaré a deshacerte de ese patán y luego podremos<br />
divertirnos.<br />
Se me acerca, me da un fugaz beso en la mejilla y desaparece.<br />
Sin consultármelo previamente, Deck saca a escondidas el teléfono de su despacho y se lo lleva a Butch para mostrárselo a un<br />
conocido que ha trabajado supuestamente en algún servicio secreto del ejército. Según dicho conocido, los artefactos todavía<br />
ocultos en nuestros teléfonos son bastante diferentes de los habitualmente utilizados por el FBI y otros servicios<br />
gubernamentales. Están fabricados en Checoslovaquia, son de una calidad media, y el receptor debe estar situado en las<br />
cercanías. Está casi seguro de que no han sido instalados por la policía ni los federales.<br />
Recibo dicha información mientras tomamos un café, una semana antes del día de Acción de Gracias.<br />
Ese individuo no tiene derecho a formularnos esta clase de preguntas. Cuando se haya marchado hablaré severamente con Deck<br />
por haberlo involucrado hasta tal punto. Le echo una mala mirada a mi socio, que no deja de moverse y observar a su<br />
alrededor, a la espera de que algún desconocido le ataque.<br />
–El caso es que no son los federales –afirma categóricamente Butch.<br />
–Gracias.<br />
Pagamos el café y regresamos al despacho. Butch verifica una vez más los teléfonos, innecesariamente. Ahí siguen los<br />
diminutos botones.<br />
La cuestión ahora es: ¿quién nos escucha?<br />
Me encierro en mi despacho a la espera de que Butch nos abandone y empiezo a concebir un plan magistral. Al cabo de un rato<br />
Deck llama a mi puerta, sólo con la fuerza suficiente para que lo oiga.<br />
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