legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
–De acuerdo. Representaremos a los Black contra Great Benefit Insurance Company. Usted trabajará en el caso, pero no tendrá<br />
derecho a ningún beneficio del mismo si lo hubiera.<br />
–Eso es.<br />
Se acerca al micrófono y pregunta:<br />
–¿Se le ocurre algo más?<br />
–¿Cuándo empiezo?<br />
–Ahora. Me gustaría revisar el caso esta noche, si tiene tiempo.<br />
–Por supuesto.<br />
–¿Algo más?<br />
Respiro hondo.<br />
–A principios de este mes presenté una petición de insolvencia. Es una larga historia.<br />
–¿No lo son siempre? ¿Siete o trece?<br />
–Un simple siete.<br />
–Entonces no afectará sus ingresos. Por otra parte, estudiará para su examen de colegiatura en sus horas libres, ¿de acuerdo?<br />
–Desde luego.<br />
Para el dictáfono y vuelve a ofrecerme una empanada de huevo. La rechazo. A continuación le sigo por una escalera de caracol<br />
hasta una pequeña biblioteca.<br />
–Aquí es fácil perderse –dice.<br />
–Es increíble –respondo admirado por el laberinto de salas y pasadizos.<br />
Nos sentamos junto a una mesa y empezamos a examinar los documentos de los Black. Le impresiona mi organización. Pide<br />
ciertos papeles. Los tengo a mano. Quiere fechas y nombres. Los conozco de memoria. Hago copias de todos los documentos,<br />
una para su ficha y otra para la mía.<br />
Lo tengo todo menos un contrato firmado para representar legalmente a los Black. Eso parece sorprenderle y le cuento cómo se<br />
ha establecido nuestra relación.<br />
Necesitamos un contrato, repite varias veces.<br />
Abandono el edificio después de las diez y me sorprendo sonriendo por el retrovisor cuando cruzo la ciudad. Llamaré a Booker<br />
a primera hora de la mañana para darle la buena noticia. Luego le llevaré unas flores a Madeline Skinner y le daré las gracias.<br />
Puede que sea un trabajo humilde, pero a partir de ahí puedo ascender. Dentro de un año estaré ganando más dinero que Sara<br />
Plankmore, S. Todd, N. Elizabeth, F. Franklin y un centenar de imbéciles de los que me he ocultado durante el último mes. Es<br />
sólo cuestión de tiempo.<br />
Paro en Yogi's y tomo una copa con Prince. Le comunico la maravillosa noticia y me da un fuerte abrazo. Dice que lamenta<br />
que me vaya. Le respondo que me gustaría seguir trabajando aproximadamente un mes, tal vez los fines de semana, hasta<br />
después del examen de colegiatura. A Prince todo le parece bien.<br />
Me siento solo a una mesa del fondo, con una cerveza fresca y contemplo la escasa clientela. Ya no estoy avergonzado. Por<br />
primera vez en varias semanas, no me agobia la humillación. Ahora estoy listo para entrar en acción, listo para emprender mi<br />
carrera. Sueño con enfrentarme algún día a Loyd Beck ante un tribunal.<br />
DOCE<br />
Al repasar los casos y documentos que me entregó Max Leuberg, no ha dejado de asombrarme el extremo al que han llegado<br />
las opulentas compañías de seguros para estafar a personas in<strong>defensa</strong>s. Ni un solo dólar es demasiado insignificante para sus<br />
arcas. Ninguna estratagema excesivamente compleja para obtenerlo. También me ha sorprendido el pequeño número de<br />
asegurados que presentan denuncias. La mayoría no consultan siquiera a un abogado. Les muestran una retahíla de cláusulas y<br />
apéndices, y los convencen de que sólo creían estar asegurados. Cierto estudio señala que no llegan al cinco por ciento las<br />
denegaciones de mala fe que llega a ver algún abogado. Las personas que contratan dichas pólizas no son gente educada. La<br />
mera idea de comparecer en un juzgado y declarar ante un juez y un jurado basta para que no hablen.<br />
Barry Lancaster y yo dedicamos la mayor par–te de dos días a estudiar los documentos de los Black. Barry se ha ocupado de<br />
varios casos de mala fe a lo largo de los años, con diferentes grados de éxito. No se cansa de repetir que los jurados de<br />
Memphis son tan conservadores que es difícil obtener un veredicto justo. Hace tres años que oigo lo mismo. Para una ciudad<br />
meridional, Memphis es un poderoso centro sindicalista, y las ciudades con fuerza sindical suelen producir buenos veredictos<br />
para los demandantes. Pero por alguna razón incomprensible, aquí raramente se da el caso. Jonathan Lake ha obtenido un<br />
puñado de veredictos de millones de dólares, pero ahora prefiere celebrar juicios en otros estados.<br />
Todavía no he conocido al señor Lake. Asiste a un juicio importante en algún lugar y no parece preocuparle conocer a su nuevo<br />
empleado.<br />
Mi despacho temporal está al borde de una pequeña biblioteca, con vista al segundo piso. En la misma hay tres mesas redondas<br />
y ocho estantes de libros, todos ellos relacionados con tratamiento médico equívoco, nocivo o ¡legal. Durante mi primer día en<br />
el bufete, Barry me mostró una bonita sala cerca de su despacho y me contó que sería mía dentro de un par de semanas.<br />
Necesita pintura y hay que reparar la instalación eléctrica. ¿Qué se puede esperar de un almacén?, ha repetido varias veces.<br />
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