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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Su despacho está cerca del tuyo. Vuelve a escribir esto, ponle mi nombre y lo presentaremos hoy. Pero sobre todo asegúrate<br />

de que los clientes estén con nosotros.<br />

–Los clientes están con nosotros –afirmo rotundamente, mientras imagino a Buddy acariciando sus gatos y ahuyentando<br />

moscas en su Fairlane, a Dot fumando junto a la puerta y vigilando el buzón, como si esperara la llegada inminente de un<br />

cheque de Great Benefit, y a Donny Ray sosteniéndose la cabeza con las manos– Cambiando ligeramente de tema agrego<br />

después de aclararme la garganta–, ¿se sabe algo de la policía?<br />

–No hay de qué preocuparse –responde en tono afectado, cual jorguín que ha hecho otra hechicería– He hablado con algunos<br />

conocidos y ni siquiera están seguros de que el incendio haya sido intencionado. Podrían transcurrir varios días.<br />

–De modo que no van a detenerme en plena noche.<br />

–No. Han prometido llamarme antes de detenerte. Yo les he asegurado que te entregarías, depositarías la fianza, etcétera. Pero<br />

no llegará a tanto. Tranquilízate.<br />

En efecto, me tranquilizo. Confío en la capacidad de Bruiser Stone para extraerle promesas a la policía.<br />

–Gracias.<br />

Cuando sólo faltan cinco minutos para la hora de cerrar entro en la secretaría del juzgado y presento mi denuncia de cuatro<br />

páginas contra Great Benefit Life Insurance Company y Bobby Ott, el agente desaparecido que vendió la póliza. Mis clientes,<br />

los señores Black, reclaman doscientos mil dólares de gastos y una compensación por perjuicios causados de diez millones.<br />

Desconozco por completo la cuantía del capital social de Great Benefit y tardaré mucho tiempo en averiguarlo. Elijo al azar la<br />

suma de diez millones, simplemente porque suena bien. Los abogados lo hacen constantemente.<br />

Evidentemente, mi nombre no aparece en ningún lugar.<br />

J. Lyman Stone consta como abogado del demandante y su exuberante rúbrica, que adorna la última página, le confiere a la<br />

demanda el peso de la autoridad. Le entrego al funcionario un cheque de la empresa para cubrir el coste de la demanda y el<br />

proceso queda iniciado.<br />

¡La compañía Great Benefit ha sido oficialmente demandada!<br />

Me apresuro a cruzar la ciudad hasta la zona de Granger en el norte de Memphis, donde encuentro a mis clientes prácticamente<br />

como cuando los dejé hace unos días. Buddy está en el jardín. Dot va en busca de Donny Ray a su habitación. Nos sentamos<br />

los tres alrededor de la mesa, donde ellos admiran su copia de la demanda. Están muy impresionados con la cuantía de la suma.<br />

Dot no deja de repetir la cifra de diez millones, como si poseyera el número que ha ganado la lotería.<br />

Llega el momento en que me veo obligado a contarles lo ocurrido con esos horribles personajes del bufete Lake. Un conflicto<br />

de estrategia. No actuaban con la rapidez que a mí me parecía necesaria. No les gustaba el ímpetu con que yo enfocaba el caso.<br />

Etcétera, etcétera.<br />

En realidad, no les importa. La demanda ha sido presentada y disponen de un documento que lo demuestra. Quieren saber qué<br />

ocurrirá ahora, cuándo tendrán alguna noticia. ¿Cuáles son las probabilidades de que se resuelva con rapidez? Sus preguntas<br />

me desalientan. Sé que durará mucho más de lo debido y me parece una crueldad ocultárselo.<br />

Los convenzo para que firmen la carta dirigida a Barry X. Lancaster, su ex abogado, por la que se prescinde de sus servicios.<br />

Hay también un nuevo contrato con el bufete de J. Lyman Stone. Hablo con suma rapidez cuando les explico la necesidad de<br />

este nuevo conjunto de documentos. Desde las mismas sillas junto a la mesa de la cocina, Donny Ray y yo vemos cómo Dot se<br />

abre nuevamente paso entre los hierbajos y discute con su marido para que firme los papeles.<br />

Les dejo más animados que a mi llegada. Les produce una satisfacción considerable el hecho de haber demandado a la<br />

compañía, que odiaban desde hace tanto. Por fin toman represalias; han sido pisoteados y me han convencido de que los habían<br />

maltratado. Ahora han pasado a formar parte de los millones de norteamericanos que todos los años demandan a alguien. Ello<br />

hace que de algún modo se sientan patrióticos.<br />

Sentado en mi cálido y pequeño coche en hora punta pienso en la locura de las últimas veinticuatro horas. Acabo de firmar un<br />

aventurado contrato. Mil dólares mensuales son una suma insignificante, pero me asusta. Más que un salario es un préstamo y<br />

no tengo ni idea de cómo espera Bruiser que empiece a generar ingresos inmediatamente. Aunque llegue a cobrar del caso<br />

Black, tendrán que transcurrir muchos meses.<br />

Seguiré trabajando en Yogi's durante algún tiempo. Prince me paga todavía al contado: cinco dólares por hora, más la comida y<br />

unas cuantas cervezas.<br />

Hay bufetes en esta ciudad donde se espera que los miembros asociados vistan todos los días con elegancia, tengan un vehículo<br />

presentable, vivan en una casa respetable, y frecuenten incluso los clubes de moda. Claro que les pagan mucho más de lo que<br />

me paga Bruiser, pero, también les crean una serie de obligaciones sociales innecesarias.<br />

No en mi caso. No en mi bufete. Puedo vestir como quiera, conducir lo que desee, frecuentar los lugares que se me antojen y<br />

nadie dirá nunca nada al respecto. En realidad, me pregunto cómo reaccionaré cuando alguno de los chicos del bufete me invite<br />

a tomar un par de copas en el topless de enfrente.<br />

De pronto soy mi propio amo. Experimento una maravillosa sensación de independencia conforme el tráfico avanza centímetro<br />

a centímetro. ¡Puedo sobrevivir! Trabajaré duro con Bruiser y probablemente aprenderé mucho más derecho que en los bufetes<br />

del centro de la ciudad. Soportaré las injurias, el sarcasmo y el desprecio de los demás por trabajar en un lugar tan despreciable.<br />

Me dará fuerzas. No hace mucho pecaba un poco de soberbia, cuando me sentía seguro con Brodnax & Speer, y luego con<br />

Lake; no me vendrá mal este ejercicio de humildad.<br />

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