legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
gubernamentales. La ciudad nunca ha adquirido una pala mecánica para limpiar las calles. Parte de mí anhela una tormenta<br />
para que mañana se postergue. Parte de mí desea resolverlo todo cuanto antes.<br />
Cuando llego a mi casa ha dejado de nevar. Me tomo dos cervezas calientes con el ferviente deseo de quedarme dormido.<br />
–¿Algún asunto preliminar? –pregunta Kipler a un tenso grupo en su despacho.<br />
Estoy sentado junto a Drummond y ambos miramos a su señoría. Tengo los ojos irritados de una noche de insomnio, me duele<br />
la cabeza y en mi cerebro se acumula un tropel de pensamientos simultáneos.<br />
Me sorprende el aspecto cansado de Drummond. Para alguien que pasa la vida en los juzgados, parece excepcionalmente<br />
agotado. Me alegro. Espero que haya trabajado también todo el fin de semana.<br />
–No se me ocurre nada –respondo previsiblemente.<br />
Mis contribuciones son escasas en esas pequeñas reuniones. Drummond mueve la cabeza.<br />
–¿Es posible estipular el coste de un trasplante de médula?<br />
–pregunta Kipler–. De ser así, podemos prescindir del testimonio de Gaskin. Parece qué asciende a unos ciento setenta y cinco<br />
mil dólares.<br />
–Me parece correcto –respondo.<br />
Los abogados de la <strong>defensa</strong> incrementan sus ingresos si se estipula un coste inferior, pero no supone ninguna ventaja para<br />
Drummond.<br />
–Parece razonable –responde con indiferencia. –¿Significa esto que está de acuerdo? –insiste acertadamente Kipler.<br />
–Sí.<br />
–Gracias. Respecto a los demás costes, parecen ascender a unos veinticinco mil. ¿Podemos aceptar que la petición de costes<br />
por parte de la acusación es de doscientos mil? ¿Les parece aceptable? –pregunta el juez, con la mirada fija en Drummond.<br />
–Me parece correcto –respondo, con la seguridad de que Drummond se siente realmente molesto.<br />
–Sí –dice Drummond.<br />
Kipler toma nota.<br />
Gracias. ¿Algo más antes de empezar? ¿Alguna posibilidad de llegar a un acuerdo?<br />
–Con la venia de su señoría –respondo firmemente, como lo hemos proyectado con todo esmero–. En nombre de mi cliente,<br />
propongo saldar este asunto por un millón doscientos mil.<br />
Previsiblemente los abogados de la <strong>defensa</strong> fingen escandalizarse y expresar incredulidad ante cualquier propuesta de la<br />
acusación, y mi oferta es recibida con movimiento de cabezas, toses, e incluso una pequeña carcajada entre los esbirros<br />
agrupados a mi espalda.<br />
–Qué más quisiera usted –responde acerbadamente Drummond.<br />
Creo sinceramente que Leo está a punto de perder los cabales. Cuando se inició el proceso era un auténtico caballero, con una<br />
conducta siempre impecable tanto en la sala como fuera de ella, propia de un verdadero profesional. Ahora se comporta como<br />
un novato enfurruñado.<br />
–¿Alguna propuesta por su parte, señor Drummond? –pregunta Kipler.<br />
–Nuestra oferta sigue siendo de doscientos mil dólares.<br />
–Muy bien. Empecemos. Cada parte dispondrá de quince minutos para comentarios iniciales, pero evidentemente pueden ser<br />
más breves.<br />
He cronometrado una docena de veces mi comentario introductorio, y dura seis minutos y medio. Entra el jurado, su señoría le<br />
saluda, le da ciertas instrucciones y me cede la palabra.<br />
Si lo repito con suficiente frecuencia, puede que algún día llegue a tener talento dramático. Pero eso tendrá que esperar. De<br />
momento me contento con poder hacerlo. Consulto un par de veces el cuaderno que tengo en la mano y ofrezco al jurado mi<br />
versión del caso. Me sitúo detrás del atril con la esperanza de tener aspecto de abogado con mi nuevo traje gris. Los hechos a<br />
mi favor son tan abrumadores que no siento la necesidad de insistir. Había una póliza, las cuotas se habían pagado<br />
regularmente todas las semanas, cubría a Donny Ray, enfermó y se le negó la atención necesaria. Murió por razones evidentes.<br />
Ustedes, miembros del jurado, conocerán a Donny Ray, pero sólo mediante una grabación en vídeo. Está muerto. El propósito<br />
de este juicio no es sólo el de cobrar de Great Benefit lo que debió haber pagado en primer lugar, sino el de castigar su pecado.<br />
Es una compañía inmensamente rica, que ha ganado su dinero cobrando primas y no pagando las reclamaciones. Cuando hayan<br />
escuchado a todos los testigos volveré con el propósito de pedirles a ustedes, miembros del jurado, una gran cantidad de dinero<br />
para castigar a Great Benefit.<br />
Es esencial plantar cuanto antes esa semilla. Quiero que sepan que aspiramos a una fortuna y que Great Benefit merece un<br />
castigo.<br />
Mi introducción transcurre sin contratiempos. No tartamudeo, ni tiemblo, ni provoco ninguna objeción por parte de<br />
Drummond. Preveo que Drummond permanecerá sentado durante la mayor parte del juicio. No desea que Kipler le ponga en<br />
ridículo, especialmente ante el jurado.<br />
Me siento junto a Dot. Estamos solos en nuestra larga mesa.<br />
Drummond se acerca muy seguro de sí mismo al palco del jurado con una copia de la póliza en la mano.<br />
–Esta póliza fue adquirida por el señor y la señora Black –declara en un tono melodramático, después de levantar el documento<br />
para que todo el mundo lo vea–. Y en ningún lugar de la misma se dice que Great Benefit deba pagar los trasplantes –agrega, e<br />
inmediatamente hace una prolongada pausa para que digieran sus palabras, que son escuchadas por los miembros del jurado<br />
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