13.09.2013 Views

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Cuando Great Benefit denegó por primera vez esta solicitud, los médicos acababan de diagnosticar la enfermedad de Donny<br />

Ray. ¿Por qué han esperado hasta ahora para consultar a un abogado? –pregunto, utilizando el término «abogado» en un<br />

sentido muy amplio.<br />

–¿Cree que me hace sentir orgullosa? Estaba convencida de que la compañía de seguros honraría su compromiso y acabaría por<br />

pagar, ya sabe, se responsabilizaría de sus gastos y tratamiento. Les escribía y me contestaban. No lo sé. Supongo que fui una<br />

imbécil. Habíamos pagado las cuotas con absoluta regularidad a lo largo de los años, sin retrasarnos una sola vez. Suponía que<br />

harían honor a la póliza. Además, tenga en cuenta que nunca había recurrido a un abogado. Ningún divorcio, ni nada por el<br />

estilo. Dios sabe que debí haberlo hecho –dice mientras vuelve tristemente la cabeza hacia la ventana, con una mirada<br />

melancólica al Fairlane y a la pesadumbre que contiene– Bebe medio litro de ginebra por la mañana y otro medio litro por la<br />

tarde. Y la verdad es que no me importa. Hace que se sienta feliz, le mantiene alejado de la casa y no es como si le impidiera<br />

realizar un trabajo productivo, ¿comprende a lo que me refiero?<br />

Ambos contemplamos la silueta desplomada en el asiento delantero. La maleza y el arce sumen al vehículo en la sombra.<br />

–¿Se la compra usted? –pregunto, como si importara.<br />

–Claro que no. Paga al chiquillo de los vecinos para que se la traiga a escondidas. Cree que no lo sé.<br />

Se oye un movimiento en el fondo de la casa. No hay aire acondicionado que ahogue los sonidos. Alguien tose.<br />

–Escúcheme, Dot, me gustaría ocuparme de este caso. Sé que no soy más que un novato, un chiquillo a punto de terminar la<br />

carrera, pero lo he estudiado ya durante muchas horas y conozco el caso mejor que nadie.<br />

Su mirada es inexpresiva, desprovista casi de toda esperanza. Cualquier abogado es tan bueno como el siguiente. Confiará<br />

tanto en mí como en cualquier otro, lo cual no significa gran cosa. Es curioso. A pesar de todo el dinero que gastan los<br />

abogados en propaganda provocativa, publicidad barata por televisión, agresivos carteles y precios de rebajas en los anuncios,<br />

todavía existen personas como Dot Black, incapaces de distinguir a un guerrero de los juzgados de un estudiante de tercer<br />

curso de Derecho.<br />

–Probablemente tendré que asociarme con otro abogado digo, contando con su ingenuidad–, sólo para utilizar su nombre hasta<br />

que apruebe el examen de colegiatura, ¿comprende?<br />

No parece haberlo asimilado.<br />

–¿Cuánto costará? –pregunta con no poca desconfianza.<br />

Le brindo una radiante sonrisa.<br />

–Ni un centavo. Lo aceptaré como contingencia. Me quedaré con un tercio de lo que se recupere. Si no se recupera nada, mis<br />

servicios serán gratuitos. Nada por adelantado.<br />

Sin duda ha visto este sistema de propuesta anunciado en algún lugar, pero parece no tener ni idea.<br />

–¿Cuánto?<br />

–Los demandaremos por varios millones –respondo dramáticamente y ella queda atrapada.<br />

No creo que en el cuerpo derrumbado de esa mujer persista una sola pizca de codicia. Todo sueño que pudiera haber tenido de<br />

una buena vida se desintegró hace tanto tiempo que ni siquiera puede recordarlo. Sin embargo, le encanta la idea de atacar a<br />

Great Benefit y provocarles sufrimiento.<br />

–¿Y usted se queda con un tercio?<br />

–No confío en sacarles millones, pero me quedaré sólo con la tercera parte de lo que les obliguemos a pagar. Y me refiero al<br />

tercio de lo que quede después de saldar los gastos médicos de Donny Ray. Usted no tiene nada que perder.<br />

Dot da una palmada en la mesa con la mano izquierda.<br />

–Adelante. No me importa lo que se quede, hágalo. Inmediatamente, ¿de acuerdo? Mañana mismo.<br />

Cuidadosamente doblado en el bolsillo llevo un contrato por servicios jurídicos, que he encontrado en un libro de formularios<br />

en la biblioteca. En este momento debería sacarlo y obligarla a firmar, pero no me atrevo a hacerlo. Desde un punto de vista<br />

ético no puedo firmar un contrato para representar a alguien hasta que esté colegiado y disponga de una licencia que me<br />

autorice a ejercer la profesión. Creo que Dot hará honor a su palabra.<br />

Consulto mi reloj como un auténtico abogado.<br />

–Voy a ponerme a trabajar –digo.<br />

–¿No quiere conocer a Donny Ray?<br />

–Quizá la próxima vez.<br />

–No se lo reprocho. No es más que piel y huesos.<br />

–Volveré dentro de unos días, cuando disponga de más tiempo. Tenemos mucho de que hablar y tendré que hacerle a Donny<br />

Ray unas preguntas.<br />

–Dese prisa, ¿de acuerdo?<br />

Charlamos unos minutos sobre el Parque de los Cipreses y todo lo que allí se celebra. Ella y Buddy van una vez por semana, si<br />

logra mantenerlo sobrio hasta el mediodía. Es la única ocasión en que salen juntos de la casa.<br />

Ella quiere charlar y yo deseo marcharme. Me acompaña a la puerta, examina mi sucio y abollado Toyota, hace algunos co–<br />

mentarios despectivos respecto a los productos importados, particularmente los japoneses, y les chilla a los doberman.<br />

Se queda junto al buzón, con un cigarrillo en la mano, observando cómo me alejo.<br />

35

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!