legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
–Inicialmente se denegó, como todas las demás. Pero era una reclamación cuantiosa y se codificó de otro modo. Cuando<br />
detectaron las palabras «leucemia aguda», Russell Krokit–pasó a supervisar todo lo que hacía. Se percataron casi desde el<br />
primer momento de que la póliza no excluía los trasplantes de médula. Se convirtió en una ficha muy importante por dos<br />
razones. En primer lugar, suponía un montón de dinero, que la compañía evidentemente no quería pagar. Y en segundo lugar,<br />
el asegurado padecía una enfermedad terminal.<br />
–¿De modo que el departamento de reclamaciones sabía que Donny Ray Black moriría?<br />
–Por supuesto. Sus informes médicos eran perfectamente claros. Recuerdo un informe de su médico en el que declaraba que la<br />
quimioterapia había sido satisfactoria, pero que la leucemia reaparecería, probablemente en menos de un año, y que por fin<br />
acabaría con la vida del paciente si no recibía un trasplante de médula.<br />
–¿Se lo mostró usted a alguien?<br />
–Se lo mostré a Russell Krokit, quien a su vez lo entregó a su jefe, Everett Lufkin. En algún lugar de la cúpula se decidió<br />
proseguir con la denegación.<br />
–¿Pero usted sabía que debían pagar la reclamación?<br />
–Todo el mundo lo sabía, pero la compañía jugaba a apuestas.<br />
¿Puede explicarse?<br />
–Apostaba a que el asegurado no consultaría a ningún abogado.<br />
–¿Sabe usted cuál era entonces el margen de posibilidades?<br />
–Por lo general se consideraba que, a lo sumo, uno de cada veinticinco consultaba a un abogado. Ésa fue la única razón por la<br />
que iniciaron dicho experimento. Sabían que no podían fracasar. Venden esas pólizas a personas de escasa formación y confían<br />
en que acepten las denegaciones por ignorancia.<br />
–¿Qué ocurría cuando recibían una carta de algún abogado?<br />
–La situación cambiaba radicalmente. Si la reclamación era <strong>legítima</strong> e inferior a los cinco mil dólares, la pagábamos<br />
inmediatamente y enviábamos una carta pidiendo disculpas. Se alegaba un error administrativo, ya sabe a qué clase de carta me<br />
refiero. O a veces lo atribuían a un error informático. He mandado montones de cartas parecidas. Si la reclamación superaba los<br />
cinco mil dólares, la ficha abandonaba mis manos y pasaba a las del supervisor. Creo que casi siempre las pagaban. Si el<br />
abogado había presentado ya una demanda o estaba a punto de hacerlo, la compañía negociaba un acuerdo confidencial.<br />
–¿Con qué frecuencia sucedía?<br />
–Realmente no lo sé.<br />
–Gracias –digo, al tiempo que me retiro del estrado y vuelvo la cabeza para mirar a Drummond con una agradable sonrisa–. Su<br />
testigo.<br />
Me siento junto a Dot, que solloza discretamente. Siempre se ha culpado a sí misma por no acudir antes a un abogado, y esta<br />
declaración ha sido particularmente dolorosa para ella. Independientemente de lo que ocurra, nunca se perdonará a sí misma.<br />
Afortunadamente, varios miembros del jurado se percatan de que está llorando.<br />
El pobre Leo se sitúa lentamente lo más lejos posible del jurado, desde donde se le permita formular sus preguntas. No tengo la<br />
más remota idea de lo que piensa preguntar, pero estoy seguro de que ya le han tendido otras emboscadas.<br />
Se presenta con suma cordialidad y le dice a Jackíe que, evidentemente, no se conocen. Ésta es una forma de comunicarle al<br />
jurado que no sabe en modo alguno lo que le responderá. Ella le pone mala cara. No sólo odia Great Benefit, sino a cualquier<br />
abogado dispuesto a representar a la compañía.<br />
–¿Es cierto, señora Lemancyzk, que recientemente tuvieron que ingresarla en cierta institución porque tenía varios problemas?<br />
–pregunta delicadamente Drummond.<br />
En un juicio no deben formularse preguntas cuya respuesta se desconozca, pero en este caso tengo la impresión de que Leo<br />
avanza casi a ciegas. Su fuente de información han sido unos susurros desesperados durante los últimos quince minutos.<br />
–¡No! No es cierto –exclama Jackie.<br />
–Usted perdone. ¿Pero no ha estado recibiendo tratamiento?<br />
–Nadie me ha obligado a ingresar en ningún lugar. Acudí voluntariamente a cierta clínica, donde permanecí dos semanas.<br />
Podía marcharme cuando se me antojara. El tratamiento debía estar cubierto por una póliza de Great Benefit, que se supone<br />
vigente durante doce meses a partir de la fecha en que abandoné la compañía. Como era de suponer, han denegado la<br />
reclamación.<br />
Drummond se lo traga y consulta su cuaderno, como si no hubiera oído la respuesta.<br />
–¿Es ésa la razón por la que está aquí? ¿Porque está enojada con Great Benefit?<br />
–Detesto Great Benefit y a la mayoría de los gusanos que<br />
trabajan en la compañía. ¿Responde eso a su pregunta? –¿Está inspirada su declaración por el odio?<br />
–No. Estoy aquí porque conozco la verdad en cuanto a la<br />
forma sistemática en que han estafado a millares de personas.<br />
Es preciso que se sepa.<br />
Más te valdría abandonarlo, Leo.<br />
–¿Por qué acudió a una clínica en busca de tratamiento?<br />
–Tengo problemas de alcoholismo y depresión. Ahora estoy bien. La semana próxima, ¿quién sabe? Durante seis años, sus<br />
clientes me han tratado como un trozo de carne. Circulé por la oficina como una caja de bombones y cada uno tomó lo que le<br />
apeteció. Se aprovecharon de mí porque no tenía dinero, estaba sola con dos hijos menores y tenía un bonito culo. Me han<br />
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