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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

No ha hecho otra declaración, a excepción de que cree que la cantidad otorgada excede en mucho a cualquier otra concedida en<br />

Tennessee. He hablado con varios abogados de la ciudad y ninguno de ellos había oído hablar de un veredicto tan cuantioso.<br />

Leo F. Drummond, abogado de la <strong>defensa</strong>, se ha negado a comentar. Rudy Baylor, abogado de la acusación, era inaccesible. Te<br />

devuelvo la conexión, Arnie.<br />

Pasan inmediatamente a hablar de un siniestro automovilístico en la interestatal cincuenta y cinco.<br />

–¿Has ganado? –pregunta Kelly, no asombrada sino insegura.<br />

–He ganado.<br />

–¿Cincuenta millones de dólares?<br />

–Sí. Pero el dinero no está todavía en el banco. –¡Rudy!<br />

–He tenido suerte –respondo encogiéndome de hombros,<br />

como si se tratara de un día más en la oficina.<br />

–Pero si acabas de salir de la facultad. ¿Qué puedo decirle?<br />

–No es tan difícil. Teníamos un buen jurado y las cosas se<br />

pusieron automáticamente en su lugar.<br />

–Sí, claro, como si ocurriera todos los días. –Ojalá.<br />

Coge el control remoto y apaga el volumen del televisor. –Tu modestia no es sincera –insiste–. Finges.<br />

–Tienes razón. En este momento, soy el mejor abogado del<br />

mundo.<br />

–Eso está mejor –responde con una sonrisa.<br />

Ya estoy casi acostumbrado a su cara morada y apaleada. No presto atención a las heridas, como lo hacía en el coche esta tarde.<br />

Estoy impaciente para que transcurra una semana y recupere su hermosura.<br />

Juro que podría matarlo.<br />

–¿Cuánto te corresponde? –pregunta. –Veo que vas directamente al grano.<br />

–Siento curiosidad –responde en un tono casi infantil. Espiritualmente ya somos amantes y es divertido coquetear<br />

y reírse.<br />

–La tercera parte, pero tardaré mucho en recibirla.<br />

Se inclina hacia mí y de pronto le duele hasta el punto de gemir. La ayudo a acostarse boca abajo. Hace un esfuerzo para no<br />

llorar y su cuerpo está tenso. No puede dormir de espaldas, debido a las heridas.<br />

Le acaricio el cabello y le susurro al oído, hasta que nos interrumpe el intercomunicador desde la planta baja. Es Betty<br />

Norvelle. Ha acabado la hora de visita.<br />

Kelly me aprieta fuertemente la mano mientras beso su morada mejilla y le prometo regresar mañana. Me suplica que no me<br />

vaya.<br />

Las ventajas de obtener un veredicto semejante en mi primer juicio son evidentes. La única desventaja, por lo que he podido<br />

percibir en las últimas horas, es que el rumbo en adelante sólo puede ser descendente. Todos los clientes esperarán ahora la<br />

misma magia. Me preocuparé de ello más adelante.<br />

Estoy solo en mi despacho el sábado por la mañana, a la espera de un periodista y su fotógrafo, cuando suena el teléfono.<br />

–Soy Cliff Riker –dice una voz ronca, y pulso inmediatamente el botón de grabación del magnetófono.<br />

–¿Qué desea?<br />

–¿Dónde está mi mujer?<br />

–Tiene suerte de que no esté en el depósito de cadáveres.<br />

–Voy a ajustarle las cuentas, matón.<br />

–Siga hablando, muchacho. Estoy grabando la conversación.<br />

Cuelga inmediatamente y me quedo mirando el teléfono. Es un modelo barato que el bufete ha adquirido en unos grandes<br />

almacenes. Durante el juicio lo sustituíamos alguna que otra vez, cuando no queríamos que Drummond escuchara.<br />

Llamo a Butch a su casa y le cuento mi breve charla con el señor Riker. Butch quiere ajustarle las cuentas, por la confrontación<br />

de ayer cuando le entregó los documentos. Cliff le obsequió con abundantes improperios, dirigidos incluso contra su madre. La<br />

presencia de dos de sus compañeros de trabajo en las cercanías le impidieron a Butch reaccionar inmediatamente. Anoche me<br />

dijo que si había alguna amenaza debía comunicárselo. Tiene un compañero llamado Rocky, que a veces trabaja de portero en<br />

una discoteca, y entre los dos forman una pareja aterradora. Le hago prometer que sólo asustarán al muchacho, sin maltratarlo.<br />

Butch me asegura que se acercarán a él cuando esté a solas, le dirán que son mis guardaespaldas, le hablarán de la llamada<br />

telefónica y le advertirán que si se repite lo pagará caro. Me gustaría verlo. Estoy decidido a no vivir asustado.<br />

Ésta es la idea de Butch de pasárselo bien.<br />

El periodista del Memphis Press llega a las once. Hablamos mientras un fotógrafo toma un sinfín de fotografías. Quiere saberlo<br />

todo respecto al caso y al juicio, y le lleno los oídos. Ahora es información pública. Hablo bien de Drummond,<br />

maravillosamente de Kipler y divinamente del jurado.<br />

Me promete que será un gran artículo en el dominical.<br />

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