legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
Al llegar a la acera, me paro y los miro.<br />
–¿Qué diablos sucede? –pregunto. –Vamos por ahí –responde Deck.<br />
Hay un café de ambiente artístico a una manzana y media a<br />
lo largo de la calle, y nos acercamos al mismo sin decir palabra.<br />
Nos ocultamos en un rincón, como si nos acecharan unos pistoleros.<br />
No tarda en revelarse la historia. Deck y yo hemos estado preocupados por los federales, desde la desaparición de Bruiser y<br />
Prince. Esperábamos que como mínimo nos visitaran e hicieran algunas preguntas. Hemos hablado muchas veces de ello pero,<br />
sin que yo lo supiera, Deck también se lo ha consultado a su amigo Butch. Personalmente, no confiaría tanto en él.<br />
Butch ha llegado hace una hora a nuestras oficinas y Deck le ha pedido que echara una ojeada a los teléfonos. Reconoce que no<br />
es un experto en electrónica, pero es un gato viejo. Los artilugios de escucha son fáciles de detectar. Un aparato idéntico en<br />
cada uno de los tres teléfonos. Se disponían a buscar más micrófonos, pero han decidido esperarme.<br />
–¿Más micrófonos? –pregunto.<br />
–Sí, pequeños artilugios escondidos por la oficina, para captar lo que no reciban los teléfonos –responde Butch–. Es bastante<br />
sencillo. No tenemos más que examinarlo todo con una lupa.<br />
A Deck le tiemblan literalmente las manos. Me pregunto si habrá hablado con Bruiser por el teléfono del despacho.<br />
–¿Y si los encontramos? –pregunto, antes de probar el café.<br />
–Legalmente puedes retirarlos –responde Butch–. O limitarte a prestar atención a lo que dices. Fingir que no conoces su<br />
existencia.<br />
–¿Y si los retiramos?<br />
–Los federales sabrán que los has encontrado. Crecerán sus sospechas y probablemente incrementarán otras formas de<br />
vigilancia. Lo mejor, en mi opinión, es seguir como si nada.<br />
–Para ti es fácil decirlo.<br />
Deck se seca la frente y se niega a mirarme. Me pone muy nervioso.<br />
–¿Conoces a Bruiser Stone? –le pregunto a Butch.<br />
–Por supuesto. He trabajado para él.<br />
–Bien –respondo sin asombrarme, antes de dirigirme a Deck–. ¿Has hablado con Bruiser por nuestros teléfonos?<br />
–No –responde–. No he hablado con Bruiser desde su desaparición.<br />
Con esa mentira me comunica que no hable en presencia de Butch.<br />
–Me gustaría saber si hay otros micrófonos –digo dirigiéndome a Butch–. Sería interesante saber cuánto oyen en nuestro<br />
despacho.<br />
–Será preciso escudriñar toda la oficina.<br />
–Adelante.<br />
–No tengo ningún inconveniente. Empezaremos por las mesas, las sillas y los escritorios. Examinaremos las papeleras, los<br />
libros, los relojes, las grapadoras... todo. Esos artefactos pueden ser más diminutos que una pasa.<br />
–¿Pueden detectar que estamos buscándolos? –pregunta Deck, muerto de miedo.<br />
–No. Vosotros seguid hablando como de costumbre. Yo no diré palabra y no sabrán que estoy ahí. Si encontráis algo, haced<br />
señales con la mano.<br />
Nos llevamos el café al bufete, que de pronto se ha convertido en un lugar aborrecible y aterrador. Deck y yo iniciamos una<br />
conversación superficial sobre el caso de Derrick Dogan, mientras damos cuidadosamente la vuelta a mesas y sillas. Cualquier<br />
persona medianamente inteligente detectaría que nuestra conducta es inusual y que intentamos ocultar algo.<br />
Nos desplazamos a gatas. Examinamos las papeleras y los ficheros. Inspeccionamos las bocas de ventilación y las tablas del<br />
suelo. Por primera vez, me alegra disponer de tan pocos muebles.<br />
Buscamos durante cuatro horas y no encontramos nada. Sólo nuestros teléfonos han sido violados. Deck y yo invitamos a<br />
Butch a comer un plato de espagueti con nosotros en la taberna de la esquina.<br />
A medianoche estoy tumbado en la cama, sin pensar siquiera en la posibilidad de dormir. Leo el periódico de la mañana y echo<br />
de vez en cuando una ojeada al teléfono. No es posible, me repito constantemente, no es posible que se hayan tomado la<br />
molestia de intervenirlo. Durante toda la tarde y noche no he dejado de ver sombras y oír ruidos. Me han sobresaltado sonidos<br />
inexistentes. Se me han puesto todos los pelos de punta. He perdido el apetito. Me siguen, lo sé, ¿pero están muy cerca de mí?<br />
¿Y cuánto piensan acercarse?<br />
A excepción de los anuncios, leo de cabo a rabo el periódico. Ayer Sara Plankmore Wilcox dio a luz una niña de tres kilos.<br />
Enhorabuena. Ya no la detesto. Desde la muerte de Donny Ray, me siento más amable con todo el mundo. A excepción, claro<br />
está, de Drummond y su repugnante cliente.<br />
PFX Freight no ha perdido ningún partido de liga.<br />
Me pregunto si la llevará consigo a todos los partidos.<br />
Leo el informe de estadísticas vitales todos los días. Presto particular atención a las peticiones de divorcio, pero no me siento<br />
muy optimista. También leo la lista de detenidos, para comprobar si Cliff Riker ha vuelto a apalear a su esposa.<br />
TREINTA Y SIETE<br />
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