legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
a cada lado. Parece diminuta y asustada. Afortunadamente no va esposada. Ha logrado cambiarse de ropa y ahora lleva unos<br />
vaqueros y un anorak.<br />
La instalan en el asiento trasero de un coche patrulla y se retiran. Regreso inmediatamente a mi coche y me dirijo a la<br />
comisaría.<br />
Le comunico al sargento de guardia que soy abogado, que acaban de detener a mi cliente y que insisto en estar presente cuando<br />
la interroguen. Lo digo con la suficiente autoridad y él hace una llamada a quién sabe dónde. Aparece otro sargento, que me<br />
acompaña al segundo piso, donde Kelly está sola en una sala de interrogatorio. Un detective de la brigada de homicidios<br />
llamado Smo<strong>the</strong>rton la observa por una ventana unidireccional. Le entrego una de mis tarjetas. Se niega a darme la mano.<br />
–¿Cómo se las arreglan para ir tan de prisa? –pregunta con profundo desdén.<br />
–Me ha avisado inmediatamente, después de llamar al cero noventa y uno. ¿Qué han descubierto?<br />
Ambos la observamos. Está al final de una larga mesa, frotándose los ojos con un pañuelo.<br />
Smo<strong>the</strong>rton refunfuña mientras piensa cuánto debe revelarme.<br />
–Hemos encontrado a su marido muerto en el suelo de la sala de estar, con el cráneo fracturado, aparentemente de un golpe con<br />
un bate de béisbol. Ella no ha dicho gran cosa, sólo que iban a divorciarse, había entrado a escondidas en la casa para recoger<br />
su ropa, él la ha sorprendido y se han peleado. Él estaba muy borracho, de algún modo le ha arrebatado el bate y ahora está en<br />
el depósito de cadáveres. ¿Se ocupa usted del divorcio?<br />
–Sí. Le facilitaré una copia. La semana pasada el juez le ordenó mantenerse alejado de ella. Hace años que le daba palizas.<br />
–Hemos visto las contusiones. Sólo quiero formularle algunas preguntas, ¿de acuerdo? –Por supuesto.<br />
Entramos juntos en la sala. Kelly se sorprende de verme, pero conserva la serenidad. Nos saludamos educadamente como<br />
abogado y cliente. Aparece otro detective de paisano, el agente Hamlet, que trae un magnetófono. No tengo ningún<br />
inconveniente en que lo utilicen. Cuando lo ponen en funcionamiento, tomo la iniciativa.<br />
–Para que conste, soy Rudy Baylor, abogado de Kelly Riker. Hoy es lunes, 15 de febrero de 1993. Estamos en la comisaría de<br />
policía, en el centro de la ciudad de Memphis. Estoy presente porque he recibido una llamada de mi cliente, aproximadamente<br />
a las siete cuarenta y cinco de esta tarde. Acababa de llamar al cero noventa y uno y me ha dicho que le parecía que su marido<br />
estaba muerto.<br />
Muevo la cabeza en dirección a Smo<strong>the</strong>rton, como para indicarle que puede proseguir, y me mira como si quisiera<br />
estrangularme. Los policías odian a los abogados defensores y en este momento no me importa en absoluto.<br />
Smo<strong>the</strong>rton empieza con un montón de preguntas sobre Kelly y Cliff, cosas básicas como fechas de nacimiento, boda, empleo,<br />
hijos, etcétera. Kelly responde pacientemente, con desinterés en la mirada. Ha desaparecido la hinchazón de su cara, pero su<br />
ojo izquierdo está todavía negro y azulado. Lleva un vendaje sobre la ceja. Está muerta de miedo.<br />
Describe los malos tratos con todo detalle, lo que provoca que se nos pongan a los tres los pelos de punta. Smo<strong>the</strong>rton manda a<br />
Hamlet en busca de los antecedentes de Cliff: tres detenciones por malos tratos. Habla de abusos de los que no quedó<br />
constancia ni documento alguno. Cuenta que le rompió el tobillo con un bate, también le dio puñetazos en algunas ocasiones,<br />
cuando no quería romperle ningún hueso.<br />
Habla de la última paliza, de la decisión de abandonarle y ocultarse, y solicitar el divorcio. Lo que cuenta es perfectamente<br />
creíble, porque es verdad. Son las mentiras que vendrán a continuación las que me preocupan.<br />
–¿Por qué ha ido esta tarde a su casa? –pregunta Smo<strong>the</strong>rton.<br />
–Para recoger mi ropa. Estaba segura, de que no lo encontraría.<br />
–¿Dónde ha estado estos últimos días?<br />
–En un refugio para mujeres maltratadas.<br />
–¿Cómo se llama?<br />
–Prefiero no decírselo.<br />
–¿Está en Memphis?<br />
–Sí.<br />
–¿Cómo llegó hasta su casa esta tarde?<br />
Me da un vuelco el corazón al oír la pregunta, pero ya ha pensado en ello.<br />
–En mi coche –responde.<br />
–¿Qué clase de coche es?<br />
–Un Volkswagen Rabbit.<br />
–¿Dónde está ahora?<br />
–En el aparcamiento, frente a mi casa.<br />
–¿Podemos inspeccionarlo?<br />
–No hasta que lo haga yo –interrumpo, al recordar de pronto que estoy aquí como abogado y no como conspirador.<br />
Smo<strong>the</strong>rton mueve la cabeza y me mira como si fuera a matarme.<br />
–¿Cómo entró en su piso?<br />
–He utilizado mi llave.<br />
–¿Qué ha hecho cuando ha entrado?<br />
–Me he dirigido al dormitorio y he empezado a recoger mi ropa. He llenado tres o cuatro fundas de almohada con mis<br />
pertenencias y trasladado un montón de cosas a la sala de estar.<br />
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