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legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...

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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />

–Por supuesto –responde T. Pierce–. Ahí hay una pequeña sala de conferencias –agrega mientras señala la pared a mi espalda.<br />

Junto con Jack, de traje oscuro, me acompaña a la sala adjunta, donde me dejan inmediatamente solo. Me instalo junto a la<br />

mesa y empiezo a examinar los documentos.<br />

Al cabo de una hora entro de nuevo en la sala de juntas. Están tomando café y charlando angustiados.<br />

–Es preciso llamar al juez –declaro, y T. Pierce presta inmediatamente atención–. Desde aquí –agrego señalando el cuarto<br />

donde he estado trabajando.<br />

Con T. Pierce en un teléfono y yo en otro, marco el número del despacho del juez Kipler. Contesta a la segunda llamada. Nos<br />

identificamos y le damos los buenos días.<br />

–Aquí han surgido ciertos problemas, su señoría –digo procurando iniciar la conversación en el tono adecuado.<br />

–¿Qué clase de problemas? –pregunta.<br />

T. Pierce escucha, con la mirada fija en el suelo.<br />

–En primer lugar, de los seis testigos especificados en mi notificación, y su orden judicial, de repente tres han desaparecido.<br />

Han dimitido, han sido despedidos, o algo les ha sucedido, pero no están aquí. Sucedió al final de la semana pasada. –<br />

¿Quiénes?<br />

Estoy seguro de que tiene la ficha delante, con los nombres de los convocados.<br />

–Jackie Lemancyzk, Tony Krick y Russell Krokit ya no trabajan en la compañía. Pellrod, Lufkin y Underhall, el portavoz, han<br />

sobrevivido milagrosamente a la abstersión.<br />

–¿Y la ficha?<br />

–Está en mi poder y la he hojeado.<br />

–¿Y bien?<br />

–Falta por lo menos un documento –respondo con la mirada fija en T. Pierce, que frunce con incredulidad el entrecejo.<br />

–¿Cuál? –pregunta Kipler.<br />

–La «estúpida carta». No está en la ficha. No he tenido tiempo de comprobar todo lo demás.<br />

Los abogados de Great Benefit vieron la «estúpida carta» por primera vez la semana pasada. La copia que Dot le entregó a<br />

Drummond durante su declaración, tenía la palabra «copia» estampada tres veces sobre el encabezamiento. Lo hice<br />

deliberadamente para poder identificarla si aparecía de nuevo. La original está cuidadosamente guardada en mis ficheros.<br />

Habría sido demasiado arriesgado para Drummond y sus secuaces mandar dicha copia a Great Benefit, para incluirla en la ficha<br />

de reclamaciones.<br />

–¿Es eso cierto, Pierce? –pregunta Kipler.<br />

Pierce está sinceramente desconcertado.<br />

–Lo siento, su señoría, no lo sé. He repasado la ficha pero,<br />

bueno, no lo sé, supongo que sí. No lo he comprobado todo. –¿Están los dos en la misma sala? –pregunta Kipler. –Sí, señor –<br />

respondemos simultáneamente.<br />

–Bien. Pierce, abandone la sala. Rudy, quédese al teléfono. T. Pierce empieza a decir algo, pero recapacita y cierra la boca.<br />

Confuso, cuelga el teléfono y abandona la sala. –Bien, señor juez, ahora estoy solo –digo. –¿Cuál es su actitud? –pregunta. –<br />

Bastante tensa.<br />

–No me sorprende. Eso es lo que vamos a hacer. El hecho de eliminar testigos y ocultar documentos me autoriza a ordenar que<br />

se tomen aquí las declaraciones. Es discrecional y se han merecido el castigo. Creo que debería tomarle declaración<br />

exclusivamente a Underhall. Pregúntele todo lo imaginable, pero procure obligarle a concretar respecto al cese de los tres<br />

testigos ausentes. Ensáñese con él. Cuando haya terminado, regrese a casa. Ordenaré una vista para más adelante esta semana y<br />

llegaremos al fondo de este asunto. Traiga también la ficha del cliente.<br />

Tomo notas con la mayor rapidez posible.<br />

–Ahora déjeme hablar con Pierce, y le pondré sobre aviso.<br />

Jack Underhall es un pequeño personaje compacto, con un fino bigote y pronunciación entrecortada. Aclara aspectos de la<br />

compañía propiamente dicha. Great Benefit es propiedad de PinnConn, una corporación privada cuyos propietarios son de<br />

difícil identificación. Le formulo numerosas preguntas sobre las afiliaciones y vínculos de las tres empresas domiciliadas en<br />

este edificio, y el tema llega a ser terriblemente confuso. Hablamos durante una hora de la estructura corporativa, empezando<br />

por el director gerente del grupo. Hablamos de productos, ventas, mercados, divisiones y personal, todo ello hasta cierto punto<br />

interesante, pero en general inútil. Me muestra dos cartas de dimisión de los testigos ausentes y me asegura que su retirada no<br />

ha tenido nada que ver con el caso que nos ocupa.<br />

Después de tres horas de interrogatorio, lo doy por concluido. Me había resignado a pasar por lo menos tres días en Cleveland,<br />

encerrado en una misma sala con los muchachos de Trent & Brent, luchando con un testigo hostil tras otro, y examinando<br />

montones de documentos por la noche.<br />

Pero abandono el lugar poco antes de las dos, para no volver nunca más, cargado de nuevos documentos que Deck examinará<br />

meticulosamente, con la seguridad de que esos cretinos se verán ahora obligados a acudir a mi terreno y declarar en mi sala, en<br />

presencia de mi juez predilecto.<br />

El regreso a Memphis en autocar parece mucho más rápido.<br />

TREINTA Y CINCO<br />

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