legítima defensa (the rainmaker) - john grisham - Juventud ...
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John Grisham Legítima <strong>defensa</strong><br />
remunerado. Ocurre en todas las compañías de seguros. El sector fascinante es el de inversiones, no los de reclamaciones ni<br />
contratación. El administrativo en cuestión manda una carta de denegación al asegurado. Estoy convencido de que usted debe<br />
tener una. A continuación, el encargado de la reclamación solicita los informes médicos de los últimos cinco años. Se estudian<br />
dichos informes. El asegurado recibe otra carta del departamento de reclamaciones, en la que se le informa de que su<br />
reclamación ha sido denegada, a la espera de otras investigaciones. Ahí es donde se pone interesante. El encargado de<br />
reclamaciones manda la ficha al departamento de contratación, y el departamento de contratación manda una circular al<br />
departamento de reclamaciones, donde se dice algo así como: «No paguen esta reclamación hasta que no tengan noticias<br />
nuestras.» Se intercambian numerosas cartas y circulares entre contratación y reclamaciones, aumenta el papeleo, aparecen<br />
discrepancias, se discuten cláusulas y subcláusulas de la póliza, y se entabla una guerra entre ambos departamentos. No olvide<br />
que todas esas personas trabajan en la misma compañía y en el mismo edificio, pero raramente se conocen. Tampoco tienen<br />
conocimiento alguno de lo que el otro departamento hace. Eso es perfectamente deliberado. Entretanto, su cliente va recibiendo<br />
cartas en su casa, algunas del departamento de reclamaciones y otras de contratación. La mayoría de la gente se da por vencida<br />
y eso, evidentemente, es lo que se proponen. Aproximadamente uno de cada veinticinco consulta a un abogado.<br />
Recuerdo documentos y fragmentos de declaraciones mientras Jackson habla y, de pronto, las cosas empiezan a caer en su<br />
lugar.<br />
–¿Cómo puede demostrarlo? –pregunto.<br />
–Está todo aquí –responde, al tiempo que golpea las cajas–. La mayoría de estos documentos no le servirían para nada, pero<br />
tengo los manuales.<br />
–Yo también.<br />
–No tengo ningún inconveniente en que lo examine todo. Está perfectamente organizado. Tengo un excelente pasante, a decir<br />
verdad, dos.<br />
Sí, pero yo, Rudy Baylor, tengo un ¡seudoabogado!<br />
Me deja con las cajas y busco inmediatamente los manuales de color verde oscuro. Uno es para contratación y el otro para<br />
reclamaciones. Al principio parecen casi idénticos a los que he obtenido durante la instrucción. Los procedimientos están<br />
clasificados por secciones. Hay un sumario al principio, un glosario al final y no son más que manuales para oficinistas.<br />
Luego veo algo diferente. Al final del manual de reclamaciones descubro la sección «u». En mi manual no aparece dicha<br />
sección. La leo lentamente y se desvela la conspiración. El manual de contratación también tiene una sección «u». Es la otra<br />
mitad de la estrategia, exactamente como Cooper Jackson la ha descrito. Los manuales, al leerlos conjuntamente, ordenan a<br />
cada departamento denegar la reclamación a la espera de otras investigaciones y luego, evidentemente, mandar la ficha al otro<br />
departamento con instrucciones de no pagar la reclamación a la espera de noticias.<br />
Las noticias nunca llegan. Ningún departamento puede pagar hasta que el otro lo autorice.<br />
Ambas secciones «u» facilitan abundantes directrices en cuanto a la forma de documentar cada paso, construir en realidad una<br />
autopista de papeleo, para demostrar algún día, si fuera necesario, el muchísimo trabajo que se invirtió en la evaluación de la<br />
reclamación antes de denegarla.<br />
En ninguno de mis manuales aparece la sección «u». La retiraron convenientemente antes de entregármelos. Esos estafadores<br />
de Cleveland, y tal vez sus abogados de Memphis, me han ocultado deliberadamente la sección «u». Eso es, sin exageración<br />
alguna, un descubrimiento asombroso.<br />
No tardo en recuperarme de la sorpresa y echo a reír ante la idea de presentar dichas secciones en el juicio y mostrárselas al<br />
jurado.<br />
Paso horas examinando el resto de los documentos, pero no puedo alejar la mirada de los manuales.<br />
A Cooper le gusta tomar vodka en su despacho, pero sólo después de las seis de la tarde. Me invita a tomar una copa. Guarda la<br />
botella en un pequeño frigorífico de un armario que utiliza como mueble bar. Yo saboreo también el mío. Bastan un par de<br />
gotitas para que me ardan hasta las entrañas.<br />
–Estoy seguro de que tiene copias de las diversas investigaciones gubernamentales de Great Benefit –dice, después de vaciar la<br />
primera copa.<br />
No sé de qué está hablándome y sería absurdo mentir.<br />
–Pues, a decir verdad, no.<br />
–Le conviene repasarlas. Yo denuncié a la compañía al fiscal general de Carolina del Sur, un antiguo compañero de facultad, y<br />
actualmente están investigándola. Otro tanto ocurre en Georgia. El comisario de seguros de Florida ha iniciado una<br />
investigación oficial. Parece que se ha denegado un número excesivo de reclamaciones en poco tiempo.<br />
Hace unos meses, cuando estudiaba todavía en la facultad, Max Leuberg mencionó haber denunciado una compañía al<br />
Departamento de Seguros del estado. También mencionó que probablemente no serviría de nada, porque el sector de los<br />
seguros estaba en muy buenas relaciones con quienes pretendían regularlo.<br />
No puedo evitar la sensación de que me ha pasado algo por alto. Bueno, después de todo, éste es mi primer caso de mala fe.<br />
–¿Sabía que se habla de la posibilidad de un pleito colectivo? –pregunta, mientras sus brillantes ojos parpadean con suspicacia,<br />
consciente de que no sé nada del tema.<br />
–¿Dónde?<br />
–Unos abogados de Raleigh. Tienen un puñado de pequeñas demandas de mala fe contra Great Benefit, pero esperan<br />
pacientemente. La compañía todavía no ha recibido un buen golpe. Sospecho que llegan a acuerdos discretos con los que les<br />
preocupan.<br />
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