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(12) Porque a cualquiera que tiene, (Revelación) se le dará, y tendrá más; pero al que no
tiene, aún lo que tiene le será quitado. (¿Te das cuenta por qué no podemos interpretar pasajes
sacados de su contexto?)
(13) Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni
entienden.
(14) De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: de oído oiréis, y no
entenderéis; (Todavía es mayoría esta franja de cristianos, hoy); y viendo veréis, y no percibiréis.
(Porque se mira lo externo y no se alcanza a dimensionar lo interno).
(15) Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, (Se ha recubierto de una capa de
incredulidad y otras minucias seculares), y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus
ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se
conviertan, y yo los sane. (¿Quieres una explicación mejor del por qué de las parábolas? ¿Quieres
una explicación mejor del por qué no se convierte tanta gente en este tiempo? ¿Quieres una explicación
mejor de por qué hay tanta gente que cree estar convertida y sólo está cumpliendo ritos religiosos?)
La primera parábola relacionada con el Reino, es la del sembrador. No la voy a reproducir
completa porque no quiero apartarme del tema y siempre hay algo más para enseñar, así que sólo voy a
reducirme a sus dos primeros versos. Pero se trata de la semilla sembrada en buena tierra o entre
espinos, ¿Lo recuerdas? Esta es parte de su explicación.
(Mateo 13: 18) = Oíd, pues, vosotros, la parábola del sembrador: (19) cuando alguno oye la
palabra del reino y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.
Este es el que fue sembrado junto al camino.
Aquí te queda más que claro que el Reino, además de ser un ámbito espiritual y divino, una
jurisdicción donde sólo rige un rey y el resto somos sus súbditos, tiene su propia palabra. Una palabra
que sólo será entendida por aquellos que no son gobernados en sus vidas por el maligno.
Esto quiere decir que, cuando tú lees un versículo a un incrédulo, esperas que ese versículo
produzca el milagro de llevar a ese incrédulo a aceptar a Jesucristo. No digo que no haya ocurrido
porque Dios es Soberano y hace como quiere, cuando quiere y con quienes quiere, pero no es lo usual.
Lo usual es que, cuando tú hablas palabras del Reino de los Cielos, (Y no me refiero a la
teología, sino a sus contenidos espirituales), lo más probable es que te entiendan unos pocos. ¿Los
creyentes? Sí, los creyentes, pero no siempre todos los que están reunidos en un templo oyendo una
predicación. ¿O te descubro algo desconocido para ti si te digo que dentro de las iglesias hay una
cantidad de incrédulos totales casi en la misma dimensión que creyentes?
La palabra del Reino, la genuina, la que llega vía revelación y no vía hermenéutica, sólo es
entendida por los genuinos, por los hijos de Dios y miembros de Su Reino. Por eso es que muchos
profetas y apóstoles modernos andan por la vida llevando mensajes que no son entendidos ni siquiera
en las iglesias que visitan.
(Mateo 13: 24) = Les refirió otra parábola, diciendo: el reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo; (25) pero mientras dormían los hombres, vino
su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Durante mucho tiempo se creyó, por carencia de información fidedigna, que cuando la Biblia
hablaba de cizaña, se refería a yuyo inservible, a hojarasca inútil. Hasta ese momento, entender esta