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135<br />
Al advertir a sus discípulos respecto a las falsas señales, Jesús les trazó un cuadro claro de las<br />
condiciones prevalecientes hasta <strong>el</strong> fin de la era, y les señaló cual sería su tarea permanente. Les<br />
advirtió que había engaños de índole r<strong>el</strong>igiosa, más levantamientos sociales y políticos.<br />
A todo eso habría que sumarle determinadas y variadas calamidades naturales, deslealtades<br />
dentro d<strong>el</strong> pueblo de Dios y persecuciones. Todas esas cosas significarían una confirmación d<strong>el</strong> anuncio<br />
d<strong>el</strong> fin de los tiempos. Allí sería donde los seguidores d<strong>el</strong> Señor deberían perseverar <strong>para</strong> triunfar.<br />
(Mateo 24: 1) = Cuando Jesús salió d<strong>el</strong> templo y se iba, se acercaron sus discípulos <strong>para</strong><br />
mostrarle los edificios d<strong>el</strong> templo.<br />
(2) Respondiendo él, (¿Respondiendo a qué? No hay consulta aparente en <strong>el</strong> texto anterior.<br />
Creo que los discípulos estaban asombrados de la eminencia de la construcción y eso fue lo que le<br />
dijeron a Jesús), les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre<br />
piedra, que no sea derribada. (Jesús está comenzando a hablar de sí mismo. Ellos, al igual que más<br />
ad<strong>el</strong>ante los doctores de la ley, lo entienden e interpretan literalmente.)<br />
(3) Y estando él sentado en <strong>el</strong> monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,<br />
diciendo: dinos, ¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y d<strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> siglo?<br />
En primer lugar, observa que los discípulos, cuando deseaban preguntarle algo a Jesús, <strong>para</strong> no<br />
pasar por rústicos o ignorantes d<strong>el</strong>ante de los ojos de la gente, lo llevaban aparte. Luego le preguntaban<br />
cosas que, si hubieran sabido con quien estaban realmente, ya las tendrían que haber sabido.<br />
(4) Respondiendo Jesús, les dijo: mirad que nadie os engañe. (Que nadie nos engañe,<br />
¿Estás entendiendo? Que nadie nos engañe. Dime: ¿De donde supones que podemos ser engañados<br />
con mayor facilidad, desde <strong>el</strong> mundo o desde la propia iglesia? No me lo digas, ya lo sabes.)<br />
(5) Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: yo soy <strong>el</strong> Cristo; y a muchos<br />
engañarán.<br />
Una vez más debo preguntarte: ¿De donde entiendes que aparecerán estos usurpadores que<br />
pretenderán hablar o ministrar en <strong>el</strong> nombre de nuestro Cristo, no siendo parte de nosotros, desde <strong>el</strong><br />
mundo o desde la propia iglesia? También lo sabes. No todo lo que habla de Dios es Dios.<br />
Durante muchos años estuvimos engañados. Mejor dicho, auto-engañados, porque los mensajes<br />
surgidos de nuestras propias entrañas espirituales nos llevaban a ese engaño. ¿Realmente habíamos<br />
creído que alguien de afuera, desconocido, mundano y pecador llegaría a la iglesia, una tarde, y nos<br />
engañaría a todos? ¿Eso creíamos?<br />
(6) Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario<br />
que todo esto acontezca; pero aún no es <strong>el</strong> fin.<br />
Quiero que hagas un pequeño alto, un stop mental, un paréntesis a tu entendimiento y<br />
reflexiones un segundo: guerras y rumores de guerras. ¿Feo, verdad? ¿No es <strong>para</strong> salir al frente de toda<br />
tu congregación e ir a una plaza a protestar por esas guerras y esos rumores de guerras? No me digas<br />
nada; ya se hizo. Sólo un problema: este texto dice que es necesario que eso ocurra…<br />
(7) Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y<br />
hambres, y terremotos en diferentes lugares.