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183<br />

Actuaban equivocadamente cuando acudían a buscar justicia de manos d<strong>el</strong> injusto y depositaban<br />

su confianza en aqu<strong>el</strong>los que no conocían la fe. Yo leo esto y recuerdo de inmediato la enorme cantidad<br />

de juicios de cristianos contra cristianos, con jueces incrédulos, respecto a los derechos de autor de<br />

libros o canciones.<br />

Esto no tendría por qué ser así por varios motivos, pero uno en esencia: si lo que cada uno de<br />

nosotros podemos inventar nos llega de quien nos guía a toda verdad, esto es: <strong>el</strong> Espíritu Santo de Dios,<br />

entonces mucho me temo que no somos ni seremos jamás propietarios legales de nuestros escritos ni<br />

canciones.<br />

Claro está que eso no habilita a ningún hermanito a tomar cualquiera de mis libros, que pueden<br />

bajarse y leerse gratuitamente, copiarlos en su página <strong>Web</strong>, hacerlos pasar por suyos y solicitar<br />

donaciones <strong>para</strong> mantener ese sitio.<br />

Porque eso es lucrar, algo que yo no hago y, a partir de mi decisión personal y privada,<br />

absolutamente nadie tiene derecho a hacerlo. Pero no necesito ningún abogado ni juez incrédulo <strong>para</strong><br />

hacer valer eso.<br />

Con la presencia d<strong>el</strong> Señor es más que suficiente. Eso, claro está, si es que verdaderamente<br />

estamos hablando entre creyentes y no entre meros r<strong>el</strong>igiosos que son socios de un templo. Porque<br />

desde afuera podrán verse muy parecidos, pero por dentro no lo son.<br />

A mí, particularmente, me produce una enorme vergüenza propia y ajena cuando veo que<br />

alguien concurre a estrados judiciales o periodísticos seculares a ventilar problemas internos<br />

eclesiásticos. Me suena como darle a un animal carnívoro la custodia de un corderito. Y no en un milenio<br />

de paz bíblica, precisamente.<br />

(7) Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros<br />

mismos. ¿Por qué no sufrís más bien <strong>el</strong> agravio? ¿Por qué no sufrís más bien <strong>el</strong> ser<br />

defraudados?<br />

(8) Pero vosotros cometéis <strong>el</strong> agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.<br />

Todo creyente debería estar libre de actitudes mezquinas, al punto de soportar antes que<br />

cometer un agravio. Una pérdida moral es mayor que cualquier ganancia material. Esto, claro está,<br />

cuando las cosas tienen como protagonistas a hermanos rasos de la iglesia.<br />

Me pregunto como tomar lo mismo cuando se trata de fraudes o agravios cometidos por líderes<br />

en nombre de una dudosa sujeción espiritual y humana a <strong>el</strong>los. Yo comparto total y plenamente lo que<br />

Pablo dice y aconseja, pero no puedo dejar de lado que algunas cosas han cambiado mucho dentro de<br />

las estructuras eclesiásticas, y también son muchos los hermanos que no están dispuestos a dejarse<br />

esquilmar como esclavos siglo veintiuno.<br />

(9) ¿No sabéis que los injustos no heredarán <strong>el</strong> reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios,<br />

ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, (10) ni los<br />

ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, no los maldicientes, ni los estafadores, heredarán <strong>el</strong><br />

reino de Dios.<br />

Elimina, si quieres, aqu<strong>el</strong>las que te parezcan demasiado groseras. <strong>La</strong>s que te quedan, ¿De<br />

verdad están muy lejos de existir dentro de la iglesia que tú conoces? Entonces, mucho me temo que<br />

cuando se habla de estas cuestiones, dejemos de una vez de repetir como papagayos que están<br />

dirigidas al mundo incrédulo, impío y pecador, y comencemos a pensar que también podrían estar<br />

apuntadas adentro de nuestras propias organizaciones.

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