Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
Pulsa aquà para seguir leyendo y descargar el ... - La Web Cristiana
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
83<br />
¡Porque si le dijeron Señor, fueron guiados por <strong>el</strong> Espíritu Santo a hacerlo! ¿Cómo van a resultar<br />
siendo hacedores de maldad? Simple: porque nunca fueron otra cosa. Sólo entraron a nuestros templos,<br />
tomaron de nuestras tradiciones, modismos, costumbres, oraciones, canciones y hasta predicaciones.<br />
Lo hicieron todo tan a la medida de lo que Dios demanda, que lograron resultados materiales<br />
asombrosos. Pero, ¿Sabes que? Sus corazones jamás estuvieron alineados al corazón de Dios. Y Dios<br />
siempre lo supo y no fue engañado por sus expresiones externas, como si fueron engañados, quizás,<br />
todos los principales líderes de las comunidades donde operan.<br />
Por lo tanto, ya lo sabes. Si es tu deseo acceder al ámbito espiritual donde se rige <strong>el</strong> Reino de los<br />
Ci<strong>el</strong>os, tú deberás ser, más que hacer o parecer. A Dios sólo lo convencerás de tu fid<strong>el</strong>idad siendo<br />
precisamente eso: fi<strong>el</strong>. Si lo eres, aunque no abras demasiado tu boca, entras. Si no lo eres, aun que te<br />
desgañites aullando que Jesús es <strong>el</strong> Señor, no se te contará como ticket válido <strong>para</strong> entrar.<br />
034 - Conforme a tu Propia Fe<br />
Hay un r<strong>el</strong>ato que quiero compartir completo porque, además de ser breve, contiene varios<br />
<strong>el</strong>ementos interesantes <strong>para</strong> aprender, independientemente de lo que estamos buscando con precisión y<br />
de manera específica: <strong>el</strong> Reino. Es <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de la sanidad d<strong>el</strong> siervo d<strong>el</strong> centurión.<br />
(Mateo 8: 5)= Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, (6) y<br />
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, <strong>para</strong>lítico, gravemente atormentado.<br />
Comencemos por <strong>el</strong> principio de este episodio. ¿Por qué crees que <strong>el</strong> centurión va a comentarle<br />
lo que le sucede a Jesús? ¿Sólo por la fama de sanador que éste había tomado a partir de sus<br />
milagros? No. Lo hace porque sabe, aunque ni él entiende por qué o como, que Jesús es mucho más<br />
que un simple milagrero.<br />
El Espíritu Santo, (Que es <strong>el</strong> que lo guía a llamar “Señor” a Jesús), le ha abierto sus ojos<br />
espirituales, y a pesar de ser un pagano, impío e incrédulo, entiende que hay una verdad muy superior a<br />
su disposición y se dispone a tomarla con <strong>el</strong> mínimo ingrediente indispensable: su fe.<br />
(7) Y Jesús le dijo: yo iré y le sanaré.<br />
¡Que curioso! Jesús no le pregunta si lo ha aceptado como Salvador y Señor. Tampoco quiere<br />
saber en que iglesia se congrega. Tampoco lo “guía” a hacer la oración d<strong>el</strong> pecador. Tampoco hace<br />
averiguaciones <strong>para</strong> ver si conviene a su prestigio ministerial concurrir a la casa de ese hombre.<br />
Simplemente le dice que irá a sanar a ese criado.<br />
(8) Respondió <strong>el</strong> centurión y dijo: Señor, no soy digno que entres bajo mi techo; solamente<br />
di la palabra, y mi criado sanará.<br />
Quiero que entiendas algo que, si bien está más que a la vista y muy probablemente te habrá<br />
sido predicado por lo menos diez veces, no siempre alcanzamos a dimensionar y entender. Jesús es<br />
poco más que un mendigo al lado de ese hombre con cargo, posición y status militar, casi primer niv<strong>el</strong><br />
de la época.<br />
Ya con <strong>el</strong> simple hecho de dirigirle la palabra, <strong>el</strong> oficial romano se humilla y se rebaja desde <strong>el</strong><br />
punto de vista social. Y ni hablar de pedirle a ese desconocido, pobre y plebeyo, un favor. Pero <strong>el</strong><br />
soldado sabe que esa batalla no necesita de sus orop<strong>el</strong>es, sino de su simple fe.