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El día que te levantas d<strong>el</strong> banco en <strong>el</strong> cual has estado sentado durante cincuenta años por cada<br />
domingo, y la luz d<strong>el</strong> Espíritu Santo te muestra la grandeza y realidad de ese Reino, ese día es cuando<br />
accedes a un niv<strong>el</strong> de rev<strong>el</strong>ación que hará que todo lo anterior te suene a tontería e idolatría.<br />
Y créeme que esto no es una ocurrente fantasía de un místico desocupado. Hay sobradas pistas<br />
en la Biblia respecto al carácter sobrenatural d<strong>el</strong> Reino. Eso, es más que suficiente <strong>para</strong> que no<br />
pretendamos incluirlo dentro de una clase de enseñanza int<strong>el</strong>ectual donde lamentablemente no cabe ni<br />
podrá caber jamás. Es como querer poner a Dios dentro de una caja denominacional, ¿Entiendes?<br />
Además, también desde la misma Biblia queda más que claro que <strong>el</strong> Reino no es algo allá, en <strong>el</strong><br />
final de nuestra existencia, sino algo actual, de aquí y ahora. Como prueba, base recordar que Jesús<br />
asegura que algunos no llegarán a morir antes de verlo con sus propios ojos.<br />
Y a Dios seguramente le interesará que llegues a su Reino en impecables condiciones, pero no<br />
será esa una condición. El tema esencial y principal, es que llegues. Y si <strong>para</strong> hacerlo debes<br />
desprenderte de algo por causa d<strong>el</strong> pecado, hazlo. No importa en que condiciones llegues, lo que<br />
importa es que llegues.<br />
Y tampoco es int<strong>el</strong>igente que pierdas tu tiempo detrás de supuestas obras de caridad aplaudidas<br />
por <strong>el</strong> mundo secular. Nadie que preste mayor atención a esta clase de personas y deje de lado a hijos<br />
de Dios genuinos, podrá formar parte d<strong>el</strong> Reino. Está escrito.<br />
Y una de las formas más proliferantes de perder nuestro tiempo, es procurando solucionar<br />
desaguisados antiguos en nuestras vidas, que hoy podrían incidir en problemas. Aqu<strong>el</strong>los que viven d<strong>el</strong><br />
pasado, o prestando mayor atención a él que al presente, no son aptos <strong>para</strong> funcionar en <strong>el</strong> Reino.<br />
Porque ese es <strong>el</strong> criterio a utilizar: un Reino funcionando, no meramente existiendo. Y <strong>el</strong> Reino<br />
opera y funciona con premisas claras y puntuales. Por ejemplo, conforme a lo enseñado, pidiendo a<br />
Jesús que lo active y desate en <strong>el</strong> momento que se necesite.<br />
Ese es <strong>el</strong> Reino que debemos buscar como prioridad absoluta de nuestros actos cotidianos y<br />
por sobre todas nuestras necesidades. Buscarlo y servir en Él, es lo que luego desatará <strong>el</strong><br />
cumplimiento de la promesa escrita: todo lo demás nos será añadido.<br />
Pero que quede claro y principalmente que nos quede claro a cada uno de nosotros. El Reino es<br />
de Dios, no nos pertenece como patrimonio individual. Sí como <strong>el</strong>emento corporativo. El Reino es de la<br />
iglesia genuina, la compuesta por los auténticos uios de Dios.<br />
¿Y que significa ser un auténtico uios (hijo) de Dios? Entre otras cosas, haber nacido de nuevo.<br />
Sin ese paso, que no es ni formal ni nominal, sino espiritual, no podemos ni ver ni mucho menos entrar<br />
al Reino de los Ci<strong>el</strong>os.<br />
Nacer de nuevo es un estado espiritual que determina crucificar de verdad a tu yo, a todo <strong>el</strong><br />
orop<strong>el</strong> que <strong>el</strong> mundo natural te ofrece y a todos tus mayores y menores deseos carnales. Ese es un<br />
requisito impostergable <strong>para</strong> acceder al Reino.<br />
¿Y cual es <strong>el</strong> valor real y concreto que tiene ese Reino <strong>para</strong> que debamos sacrificar tantas cosas<br />
por ser parte de Él? Es una pregunta sin respuesta, porque no podemos valorarlo, medirlo, evaluarlo y<br />
mucho menos juzgarlo con los rudimentos de nuestros sistemas, ya que éstos no pertenecen a él.<br />
Esto llevará a cada hombre o mujer que camine en esa dirección, a vivir determinadas<br />
tribulaciones que podrán llegarle desde <strong>el</strong> mundo incrédulo y secular, pero también desde <strong>el</strong> interior<br />
de los movimientos r<strong>el</strong>igiosos estructurales que hoy se auto denominan como la iglesia.