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154<br />
Y en los restantes, me cabe hacerte la pregunta: ¿Qué supones tú que sería mirar hacia atrás?<br />
Alguien me dio alguna vez un hermoso mod<strong>el</strong>o: <strong>el</strong> de la conducción de un automóvil. ¿Cómo se conduce<br />
un vehículo? Mirando hacia d<strong>el</strong>ante, a través d<strong>el</strong> <strong>para</strong>brisas frontal, y echando una mirada muy<br />
esporádica, cada tanto, al espejo retrovisor <strong>para</strong> ver si no hay p<strong>el</strong>igros detrás.<br />
¿Qué sucedería si procuráramos conducir ese vehículo hacia d<strong>el</strong>ante, sentados al revés y<br />
mirando hacia atrás? Colisionaríamos con alguien o con algo, seguramente. Eso es exactamente lo que<br />
Jesús desea enseñarnos mediante ese ejemplo.<br />
Y nos dice que nadie que trate de conducir y conducirse así, es apto <strong>para</strong> <strong>el</strong> Reino. Y eso nos<br />
demuestra con total claridad que ese Reino no es un sitio al que vamos a ir un día o cuando muramos.<br />
Porque si así fuera, no sería cuestión de aptitudes, sino de tiempo. El Reino se ha acercado. Esa es la<br />
Palabra.<br />
¿Quieres entrar en Él? Mira hacia d<strong>el</strong>ante y olvida todo lo que has vivido, aprendido,<br />
especialmente en templos autodenominados como cristianos. Si pretendes incorporar lo anterior a esto<br />
que ahora entiendes, te darás de narices contra una pared. Nadie puede meter vino nuevo en odre viejo.<br />
¿Te suena conocido?<br />
064 – Igual que en <strong>el</strong> Ci<strong>el</strong>o<br />
(Lucas 11: 1) = Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de<br />
sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. (¿A<br />
que no imaginas qué clase de oración enseñaba Juan a sus discípulos?)<br />
(2) Y les dijo: cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los ci<strong>el</strong>os, santificado sea<br />
tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, así también en la tierra.<br />
Para mí, por simple rev<strong>el</strong>ación inmediata, nada más leer estas líneas, la clave está en la<br />
expresión que dice luego de la santificación: Venga tu Reino. Es lo único que tiene coherencia con <strong>el</strong><br />
evang<strong>el</strong>io que hemos sido enviados a predicar: <strong>el</strong> Reino de los Ci<strong>el</strong>os se ha acercado.<br />
¿Te queda alguna duda respecto a cual era la clase de oración que Juan <strong>el</strong> Bautista enseñaba a<br />
sus discípulos, aún estando muy lejos de <strong>el</strong>aborar <strong>el</strong> bosquejo completo que hoy llamamos “El<br />
padrenuestro”? Esa: Venga tu Reino.<br />
Lo llamativo de todo esto, es que la iglesia estructural no lo ignora. Mira lo que dice un<br />
comentarista serio respecto a este pasaje: “<strong>La</strong>s palabras de Jesús “venga tu reino” son más que una<br />
sugerencia a orar por un distante día milenial.<br />
Todo en esta oración tiene que ver con la vida cotidiana. No se trata de una fórmula repetida,<br />
sino más bien un mod<strong>el</strong>o a <strong>seguir</strong>. <strong>La</strong> parte dedicada a la adoración no estará quizás limitada a una<br />
frase. <strong>La</strong>s peticiones no se referirán solamente al pan.<br />
Se implorará perdón por pecados específicos, y <strong>el</strong> orar <strong>para</strong> que <strong>el</strong> reino de Dios venga, en la<br />
actual situación mundial, no es algo que se va a cumplir súbitamente. El modo verbal y tiempo de “venga<br />
tu reino”, significa en esencia: “Padre, que tu reina venga aquí y ahora”.<br />
A semejante ap<strong>el</strong>ación en una oración se le llama intercesión. <strong>La</strong> motivación <strong>para</strong> orar así surge<br />
cuando reconocemos la importancia que Jesús le atribuyó a la oración, como algo que nos ayuda a<br />
desempeñar nuestra función de “administradores d<strong>el</strong> reino”.