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76<br />

Juan <strong>el</strong> Bautista, que al decir d<strong>el</strong> propio Jesús fue sin ninguna duda “<strong>el</strong> más grande nacido de<br />

mujer”, tuvo un solo error: querer prolongar su ministerio más allá de lo que le había sido ordenado.<br />

Porque él vino a ad<strong>el</strong>antar la llegada de Jesús, esa era toda su tarea ministerial.<br />

Y lo hizo, y lo hizo bien; pero <strong>el</strong> día que Jesús se introdujo en <strong>el</strong> Jordán y dispuso ser bautizado<br />

en agua <strong>para</strong> arrepentimiento como lo hacían todos los demás, ese día Juan dijo que él era <strong>el</strong> Cordero<br />

de Dios que quita <strong>el</strong> pecado d<strong>el</strong> mundo, y allí acabó su trabajo.<br />

¿Qué debía hacer Juan, entonces? Abandonar su ministerio personalizado y <strong>seguir</strong> a Jesús<br />

como todos los demás. ¿Lo hizo? No. Prosiguió con su ministerio y sus propios discípulos. Algunos lo<br />

abandonaron <strong>para</strong> <strong>seguir</strong> a Jesús, pero otros se quedaron junto a él.<br />

¿Acertó Juan en esa tarea? No. No era necesaria. Dios lo acompañó de igual manera, dándole<br />

autoridad y unción en lo que hacía y decía, pero ya no pudo v<strong>el</strong>ar por él d<strong>el</strong> mismo modo en que lo<br />

hubiera hecho de ser obediente al máximo. Le costó la cabeza ese error. Y quedó demostrado en la<br />

justicia divina que la única cabeza en su sitio era la de Cristo Jesús. ¿Está claro <strong>para</strong> ti, ministro?<br />

(Mateo 3: 1) = En aqu<strong>el</strong>los días vino Juan <strong>el</strong> Bautista predicando en <strong>el</strong> desierto de Judea,<br />

(2) y diciendo: arrepentíos, porque <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os se ha acercado.<br />

¿Cómo comienza, entonces, la predicación d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io? Con una demanda de arrepentimiento.<br />

<strong>La</strong> palabra que se utiliza aquí es Metanoeo. Es una conjunción griega de Meta, que significa “después”,<br />

y Noeo, que quiere decir “pensar”.<br />

El arrepentimiento, entonces, es una decisión que resulta en un cambio de mentalidad, lo cual a<br />

su vez lleva a un cambio de propósito y acción. Arrepentirse no es lamentar amargamente una mala<br />

acción cometida durante toda tu vida, es decidir fi<strong>el</strong> y firmemente no volverla a cometer.<br />

Normalmente, los dibujitos que hace muchos años se mostraban en las escu<strong>el</strong>as dominicales,<br />

respecto a individuos arrepentidos, dejaban ver a un hombre de aspecto compungido y llorisqueante.<br />

Puede ser que eso vaya incluido en algunos casos, pero créeme que no es lo primordial.<br />

También es una unión de dos vocablos: arre y pentir. Arre tiene que ver con retorno, regreso,<br />

vu<strong>el</strong>ta atrás, mientras que pentir está r<strong>el</strong>acionado con algo muy alto, cenit, cúspide. Arrepentirse, así,<br />

quedaría como un acto de retornar al lugar más <strong>el</strong>evado de nuestra condición espiritual anterior.<br />

¿Cuál es <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io que predica Juan <strong>el</strong> Bautista? ¿Acaso <strong>el</strong> d<strong>el</strong> bautismo en agua? No, ese<br />

era un paso subsiguiente que él esgrimía como símbolo público d<strong>el</strong> arrepentimiento demandado. El<br />

epicentro d<strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io, era anunciar que <strong>el</strong> Reino de los Ci<strong>el</strong>os se había acercado.<br />

¿Y como se entiende eso de que un Reino se había acercado? Simple. Observando<br />

detenidamente a la persona que lo expresa. Si <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os se había acercado, era indudable<br />

que Juan era su exponente principal a la vista de todos.<br />

¿Cómo deberíamos los creyentes predicar hoy <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io? D<strong>el</strong> mismo modo. Diciendo que <strong>el</strong><br />

reino de los ci<strong>el</strong>os se ha acercado. Y cuando nos pregunten adonde se encuentra, deberíamos decir:<br />

“Aquí está; yo lo represento”. ¿Te atreves?<br />

Por eso es que en <strong>el</strong> libro de Dani<strong>el</strong>, tal como ya lo hemos visto en nuestro examen al Antiguo<br />

Testamento, dice: (Dani<strong>el</strong> 2:44)= Y en los días de estos reyes <strong>el</strong> Dios d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o levantará un reino<br />

que no será jamás destruido, ni será <strong>el</strong> reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a<br />

todos estos reinos, pero él permanecerá <strong>para</strong> siempre.

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