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única clase de celibato posible, el que no es obligatorio. Todo lo demás fue una simple deformación de
una historia cierta.
(13) Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese sus manos sobre ellos,
y orase; y los discípulos les reprendieron.
(14) Pero Jesús dijo: dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales
es el reino de los cielos.
(15) Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.
¿Así que tú suponías que era una costumbre moderna la de llevarle al pastor de tu iglesia a
todos los enfermos conocidos para que él “les ore” imponiendo sus manos sobre ellos, se sanen y así tú
puedes predicarles un evangelio de poder? No. Ya lo hacía Jesús, mucho antes, como puedes ver.
Claro está que es evidente conforme a las distintas lecturas, que Jesús no promovía como
indispensable esta práctica, pero no se oponía a ella si se la solicitaban. La imposición de manos es un
hecho trascendente, por lo que no deberíamos utilizarla en forma indiscriminada.
¿Así que tú piensas que los discípulos no estaban tan equivocados al mover un poco a esos
pequeños que perturbaban la “seriedad” de los cultos con sus piruetas, y no permitían que el Dios de
orden se manifestara con libertad? Aprende de la respuesta de Jesús.
Marcos dice, en 10:15, que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
¿Qué significa esto? Que para recibir al reino de Dios, debemos estar despojados de intereses ocultos,
no debemos simular nada que no experimentemos y debemos ser claros y transparentes. Ese es el
primer paso para luego pasar a formar parte de ese Reino. ¿Mientras tanto? Iglesia, culto, religión.
Lucas, en su evangelio, (18:17), nos muestra a Jesús diciendo las mismas palabras. Esto no
puede sino significar una sola cosa: que si no somos como niños, realmente, Dios no puede admitirnos
en su Reino. Por más estrellas rutilantes del evangelio terrenal que pretendamos ser.
(Verso 23) = Entonces Jesús dijo a sus discípulos: de cierto os digo, que difícilmente
entrará un rico en el reino de los cielos.
(24) Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar
un rico en el reino de Dios.
Si piensas que voy a hacer lo mismo que todos los maestros bíblicos han hecho a lo largo de la
historia, te equivocas. No voy a dejar pasar una vez más este texto y no decir absolutamente nada del
modelo comparativo que Jesús da aquí.
¿Somos tan poco pensantes los cristianos que si nadie nos explica por qué hace Jesús esa
comparación tan aparentemente descabellada e incoherente, nos quedamos serios y silenciosos como
si nada hubiera sucedido? ¿Es así como cumplimos el mandato de escudriñar? ¿Es así como vamos a
evitar que se nos siga engañando tanto desde nuestros mismos y propios púlpitos?
Está bien; no hay una revelación precisa ni específica. No puedo decirte que Jesús dijo eso por
tal cosa o por tal otra, con la misma certeza y seguridad con que te lo he dicho en cientos de otros
textos. Pero al menos voy a darte dos informaciones que algo de luz te van a arrojar sobre este pasaje.