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Ya lo vienes estudiando. ¿De donde se supone que se levantarán esos falsos cristos, que es
como decir falsos mesías o salvadores, y esos falsos profetas o ministros que harán tremendas señales,
prodigios y milagros?
¿Acaso alguien espera que lo hagan desde alguna esfera del gobierno de cada país? ¿De
verdad alguien se ha creído eso? Se levantarán de entre nosotros, con ropa de ovejas. ¿Alguien podría
hacerte creer que el pecado es saludable, a menos que ese alguien sea un líder cristiano de prestigio?
¿No sería interesante examinar tus alrededores para ver si alguno de esos ya anda por allí
comenzando su tarea de engaño masivo, con la aprobación y la complacencia de las organizaciones
cristianas? Reino.
Sin embargo, hay que decir una buena entre tantas no tan buenas. Los auténticos y genuinos
cristianos, esto es: los verdaderos seguidores de Cristo, no se dejarán engañar por ninguna señal.
Porque estos no están buscando señales, sino comunión e intimidad con el Padre.
(Judas 1: 19) = Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al
Espíritu.
¿Cuáles son los sensuales que no tienen al Espíritu que causan divisiones dentro del pueblo de
Dios? Pues los falsos cristos, profetas, apóstoles, maestros, evangelistas o pastores, que como llegan
vestidos con ropas de ovejas son bien recibidos por las genuinas ovejas del Señor.
¡Hermano! ¿Usted me está queriendo decir que adentro de las iglesias andan personas detrás de
sus propios intereses, que no sólo buscan engañarnos, sino que ni siquiera tienen al Espíritu Santo
morando en ellos?
No. No te lo quiero decir. ¡Te lo digo! Y no yo, la Biblia te lo está advirtiendo. “¡Es que son
hermanos!” Serán hermanos tuyos; míos no lo son por una simple razón: no somos hijos del mismo
Padre. El término “hermano” no es un salvoconducto eclesiástico, es una condición divina.
Lo que puede contaminar una iglesia en su conjunto, entonces, se presenta en diversas formas,
pero conforme a lo que hemos leído, (Que no es lo único, claro está), tiene que ver con lobos, ladrones,
salteadores, falsos profetas, sensuales, amadores de sí mismos, gente que no tiene el Espíritu y, por
supuesto, demonios y sistemas demoníacos.
Una iglesia inmune a estos males o flagelos del cuerpo, es una iglesia sana. Y una iglesia sana y
poseedora de todas estas cosas, es la única sobre la cual se cumplirá la promesa de que las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella.
El error más grave que hemos cometido, ha sido el de tomar esta palabra y esperar que tenga
cumplimiento en iglesias enfermas. O lo digo mejor, si quieres: hemos cometido el error de tomar esta
palabra y pretender que quepa dentro de las babilonias falsas.
Ahora bien; si estamos hablando de iglesias enfermas, como cuerpo, como conglomerado
humano, la pregunta lógica nos cabe de inmediato: ¿Qué cosa es una iglesia sana? Creo que una
iglesia sana comienza con cada una de sus células, (Cada hombre o mujer que la constituyen) sana.
Recuerda una vez más, por favor, que iglesia no es un lugar, un templo o un salón, aunque lo
incluya. Iglesia siempre es un grupo de personas que representan a un Reino. Y la sanidad o la
enfermedad de un grupo depende, necesariamente, de cada uno de los que lo componen.