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Es indudable que cada pieza de madera simboliza a un reino, ya sea a Judá o a Efraín. Zacarías,
en su libro, utiliza una imagen similar con dos cayados, a los que llama “gracia” y “ataduras”. De allí
emana una expresión muy utilizada actualmente en política en mi país, cuando se dice que un adepto a
una línea ideológica en conjunto con otro, “son del mismo palo”.
(17) Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu
mano. (Primer mensaje de unidad real, genuina, sin intereses mezquinos).
(18) Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás que te
propones con eso?, (19) diles: así ha dicho Jehová el Señor: he aquí yo tomo el palo de José que
está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de
Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.
Revisa atentamente esto. ¿Quién está hablando? Jehová Dios de Israel. ¿Y que está diciendo?
Lo que has leído, pero que eso sólo será posible en su mano. Esto significa que, cualquier intento de
unidades ecuménicas fuera de la mano de Dios, están destinados al fracaso por una simple razón: no
representan ni el propósito ni la voluntad de Dios.
La única unidad válida para el Señor, es la que dirige el Espíritu Santo. Cualquier otra, es carne
pura y, por tanto, aborrecida por Él. Entiende bien esto, por favor: por más que en tu carne hagas algo
que toda una sociedad considera como maravilloso, para Dios es aborrecible. Está escrito, no te ofendas
conmigo.
(20) Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de tus ojos, (21) y les
dirás: así ha dicho Jehová el Señor: he aquí yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a
las cuales fueron, y los recogeré de todas partes y los traeré a su tierra; (22) y los haré una
nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán
dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.
Yo aceptaría la enseñanza clásica tradicional que dice que esto se refiere a un día en el cual
todos los judíos del planeta se reunirán en una tierra que Israel tendrá para recibirlos, si no fuera por un
leve detalle: dice que nunca más habrá divisiones. ¿Y sabes que? Nunca más, para mí, sigue siendo
una expresión eterna, no terrenal.
Por lo tanto, adhiero al criterio de que de lo que se está hablando aquí, es directamente espiritual
y profético. Tomar a los hijos de todas las naciones, es reunir a un remanente santo de creyentes
genuinos, no religiosos, diseminados en todo el mundo en iglesias o fuera de ellas.
Hacerlos una nación, es darle una identidad de hijos de Dios y miembros del Reino de los Cielos.
En cuanto al único rey que los liderará, creo que no hay dudas que ese rey es Jesucristo. Porque
solamente Él es el que está destinado a esa tarea final del día postrero. Por tanto, de lo que se habla en
el final de este texto, es de la separación del reino de Dios y del que aún usurpa el enemigo.
En el primero de estos textos, vemos al Reino manifestándose nítidamente dentro del mundo
secular, y a Dios trabajando duro para extraerlos personalmente de él para llevarlos al seno de su propio
reino. En el segundo, mientras tanto, se nos muestra un claro juicio, que es separar lo verdadero de lo
falso, para llevarlos a una unidad espiritual posible sólo entre auténticos hijos de Dios por adopción.
022 - Caminando Hacia la Herencia