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de la Palabra de Dios. ¿Cuántas veces has visto manifestado en hombres o mujeres de carne y hueso,
esto que acabas de leer?
(12) Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Escucha: una vez más debo declarar casi bajo solemne juramento, que soy un hombre tan
común y corriente que debo cuidarme mucho de no cometer esta clase de errores tan frecuentes entre
nosotros. Por eso es que, entre otras cosas, no encuentras fotos mías o de mi familia en mi Web.
¡Pero no, hermano! ¡Eso es algo que todos hacen para que se los conozca! ¿O usted oculta algo
que no quiere mostrarse? – Esto es parte de lo que alguna vez me han dicho. ¿Sabes que? No tengo
absolutamente nada que ocultar y, quienes me conocen, saben que no miento. Pero lo que no hago es
porque cuando no me equivoco y puedo, trato de ser obediente a los mandatos de mi Señor.
Ya descubrí hace mucho tiempo que no soy ninguna excepción dentro de Su pueblo. No las hay.
Todos somos hermanos y todos estamos sujetos a una misma Palabra. Si hay gente que cree estar por
encima de eso, allá ellos. A mi futuro de eternidad, si se me permite, lo protejo con todas mis fuerzas. La
última palabra será la de mi Padre celestial.
(13) Mas ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los
cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
Los comentarios con base histórica nos cuentan que no solamente rechazaban ellos la verdad,
sino que levantaban barreras con su legalismo ante aquellos que la estaban buscando. En Lucas 11:52,
el mismo suceso se relata así: ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! Porque habéis quitado la llave
de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.
Cada vez que leo algunas de estas cosas, no puedo dejar de rememorar algunas instancias de
mi propia vida en el Señor. De hecho; ni fui, ni soy alguien fuera de lo común ni por encima de nadie,
pero si un creyente que permanentemente buscó conocer más y más de mi Padre celestial y su Palabra.
En muchas ocasiones me sentí un tonto, ingenuo o algo peor, cuando hablando de las cosas de
Dios, me enfrentaba con gente de liderazgo que me sonreía casi con lástima, dándome a entender que
lo que yo creía o quería creer, era poco lógico o coherente, y que las cosas eran mucho más prácticas y
humanas.
También se manifestaban estas reacciones cuando, al dialogar con algunos pastores de
reconocida trayectoria, no podíamos hallar un punto en común, ya que mientras a mí me seducía la idea
de hablar del Señor, a ellos les encantaba hacerlo de su iglesia, organización o ministerio.
Esto es cerrar a otros el ingreso al Reino. Porque no estamos hablando de salvación, sino que a
partir de ella, poder obrar y operar a favor de algo que ha sido preanunciado desde el mismo principio: la
extensión y recuperación del Reino.
Ahora bien; si nos llenamos de intelectuales incrédulos con credenciales de líderes, ¿Quiénes
van a predicar ese evangelio genuino? Y estoy muy lejos de decirlo por resentimientos o rencores
guardados. Lo digo por respeto a una visible y estricta verdad. ¿O tú puedes verlo de otro modo?
054 - Batallas y Proclamas del Único Reino